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(COMPLETO) Las crónicas de Aralia (2): Reina

XXXVI

Eiden

—Eiden, tienes que controlarte, ¿de acuerdo?

Acababa de destrozar un mueble de la cocina y volcado la mesa del comedor. Raider intentaba hacerme entrar en razón, pero yo no le dejaba. Aquella había sido la peor noche de mi vida. Nicole me había engañado y yo lo sabía. El corazón me había dolido como si me lo estuvieran estrujando y no había podido dormir en toda la noche. El dolor era tan grande que me consumía.

—Eiden, entiende que lo hiciste todo mal —intentó decirme mi beta—. Nicole no tiene la culpa de esto. ¿Qué podía hacer ella? Descubrió que la habíais estado engañando durante años. ¿Con quién pretendías que se fuera? Los cazadores fueron los primeros en contarle la verdad y ella es una de ellos, Eiden. Estaba asustada, confundida y se sentía fuera de lugar. Tendrías que haberle contado todo esto tú, no ellos. Esto no es culpa de ella...

—¿¡Crees que no lo sé!? —grité—. ¡Sé que lo he hecho todo mal, Raider! Y claro que sé que Nicole no tiene la culpa... pero no lo entiendo. Me sinceré con ella, le conté todo lo que sabía e incluso le advertí que los cazadores le estaban ocultando cosas... Y ella me miró a los ojos y me dijo que tenía que volver con ellos —cerré los ojos—. ¿Por qué? Hay algo más en todo esto, Raider, y voy a averiguar qué es.

—A lo mejor solo es que cree haber encontrado su sitio con ellos. Quizás les haya cogido cariño y de verdad quiera convertirse en la cazadora suprema que puede llegar a ser.

—No —suspiré—. Ya te he dicho que hay algo más. Si tú la hubieras visto, Raider... Si tú hubieras mirado sus ojos y la expresión de traición en su rostro cuando le dije que su querido Axel la estaba engañando... Hay otra razón, te lo aseguro. Me temo que Nicole tiene sus propios planes en esta guerra.

—Eso es... bueno, ¿no? —inquirió.

—No, querido amigo —sonreí tristemente—. Nicole se está metiendo en un terreno peligroso. Pretende separarse de los cazadores, pero no podrá. Y es tan terca que no me dejará ayudarla. No podré advertirle antes de que suceda.

—¿Que suceda el qué? —me preguntó él.

—Ayer llegó un soldado con información, pero tuve que ir con Nicole y no pude enterarme hasta mi regreso. Ven, quiero enseñarte algo.

Estaba un poco más calmado, aunque no mucho. Guié a Raider hasta mi despacho, donde se encontraba un pedazo de pergamino dorado muy bien enrollado.

—Es un material que asemeja el oro —le expliqué—. Es uno de los pergaminos originales de la profecía. Adelante, despliégalo.

Él me miró con el ceño fruncido, pero hizo lo que le pedí. Inspeccionó el manuscrito con cuidado mientras los primeros signos de sorpresa se iban haciendo presentes en su rostro.

—Pero esto es...copy right hot novel pub

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