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(COMPLETO) Las crónicas de Aralia (2): Reina

XXXVIII

Planeaba descansar un poco hasta que Kayla llegase para ocuparse de lo que me iba a poner aquella noche, pero apenas tuve tiempo porque a los cinco minutos de llegar ya estaba llamando a mi puerta. Con ella traía cuatro bolsas que seguramente contenían las prendas a elegir.

—Buenas tardes, Nicole —sonrió—. Sé que seguramente no quieras celebrar todo lo que ha pasado, pero tenemos que ponerte guapa para tu presentación.

—¿Por qué todos os empeñáis en creer que no me alegro de la victoria de los cazadores sobre los hombres-lobo? —le pregunté.

—Porque lo vemos en tus ojos, cazadora.

Kayla me indicó que tomara asiento en mi cama y ella se sentó a mi lado.

—Estamos perdiendo nuestra gloria, Nicolette —suspiró—. Entiendo que tras romper el Tratado tuviéramos que cobrarnos una especie de venganza, pero esto ha llegado demasiado lejos. Todos lo sabemos, aunque algunos no quieren reconocerlo.

—Axel —entendí.

—A él lo educaron para convertirse en quien es ahora, Nicole —me explicó ella—. Es el mejor cazador que ha habido hasta que apareciste. Tiene que aprender a relajarse, a que todo esto no está bien... Y la única que puede enseñarlo eres tú.

Kayla había clavado sus dorados ojos en mí, esperando una respuesta.

—¿Yo? —levanté una ceja, sorprendida—. No, yo no soy la más indicada.

—Axel te adora, Nicole. Te concedería cualquier cosa que le pidieras —me aseguró ella—. Cuando está contigo es una persona totalmente distinta. Daría su vida por ti.

—Yo no puedo hacerlo cambiar —negué con la cabeza.

—Sí que puedes. Solo tienes que darle una oportunidad. No estoy ciega, cazadora. Sé que tú también sientes algo por él, pero no te das tiempo para averiguar qué es.

Guardé silencio un momento, sopesando mis opciones. ¿Realmente sentía algo por Axel? Dejando a un margen los sentimientos, ¿de verdad era yo capaz de hacer que Axel viera las cosas de otro modo?

—Si lo hago, ¿Axel dejaría de matar criaturas inocentes? ¿Podría convencerlo de que ese no es el camino correcto? —pregunté.

—Eso es lo que queremos averiguar —respondió—. ¿Lo intentarás?

—Haré lo que pueda —suspiré—. Pero ni siquiera me toca, Kayla. Es frío y rudo conmigo. No puedo hacer que me escuche, no puedo lograr que baje las defensas conmigo.

—Más de una vez has estado muy cerca, cazadora, pero tú no te has percatado de ello.

Después de aquella pequeña conversación, Kayla sacó cuatro vestidos de las bolsas. Todos eran de color negro, por supuesto.

—Esta noche, todos vestirán otros colores —me explicó la cazadora—. Tú serás la única que porte el color característico de los cazadores.

Hizo que me probara los cuatro vestidos, aunque al final los ojos se le iluminaron con el último de ellos.

—¡Ese! Sin duda alguna, ese —sonrió—. Vamos, date un baño relajante mientras yo preparo todo.

Fui a coger la ropa interior, pero Kayla negó con la cabeza. Buscó en una de las bolsas y después me tendió un conjunto de lencería negra muy provocativa.

—¿A dónde crees que voy a ir con esto, Kayla? —pregunté escandalizada.

—Todo está permitido esta noche y quiero asegurarme de que pase lo que pase, tú irás vestida adecuadamente para la ocasión.

Fruncí el ceño y la miré con desconfianza.

—No entrará en tus planes que pueda acabar en la cama con Axel, ¿verdad? Porque no pienso convencerlo de ese modo.

Kayla se echó a reír y yo rodé los ojos. Me metí en el baño y me di la ducha relajante que ella me había aconsejado. Solo que en vez de ser una ducha fue un baño. Llené la bañera con agua caliente y eché algunas sales. Después me metí en ella y cerré los ojos, disfrutando de la sensación tan deliciosa y del olor tan exquisito que dejaban las sales sobre mi piel.

No sé cuánto permanecí allí, pero no fue poco. Me lavé el cabello y después de quitarme toda la espuma, salí de la bañera. Me sequé con una toalla mientras en otra enrollaba mi pelo para quitarle el exceso de humedad. Me coloqué la lencería negra y observé que el sujetador no llevaba tirantes. Mejor así, porque el vestido era de palabra de honor.

No quería que Kayla lo hiciera todo, así que me eché un poco de espuma en el cabello y después lo recogí todo en un sencillo moño con algunos mechones sueltos. Kayla me llamó un par de veces, haciéndome saber que teníamos que darnos prisa, así que intenté hacerlo más rápido.

Abrí la puerta del baño y salí a la habitación, donde Kayla me estaba esperando con una silla y un enorme maletín lleno de todo tipo de maquillajes.

—No tenías por qué peinarte, ya iba a hacerlo yo —me dijo—. Pero nos has ahorrado tiempo.copy right hot novel pub

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