Modo oscuro
Idioma arrow_icon

(COMPLETO) Las crónicas de Aralia (2): Reina

LXXIII

Danae, Diosa de todas las cosas buenas; Diosa de la honestidad, la caridad y la protección; Diosa y creadora de los cazadores... Nuestra Diosa.

Apenas podía creerlo. Nunca había creído en Dioses, ni siquiera en los de los humanos. Consideraba que todo eran invenciones de primeros mortales que habían descubierto el miedo a la muerte. Y, de repente, allí estaba ella, ante mí, ofreciéndome una prueba irrefutable de que existían seres superiores.

—Entonces... Los dioses de la Tierra... Quiero decir, los dioses mortales, los de los seres humanos...

Tal calor y tal vergüenza corría por mi cuerpo al estar en su presencia que ni siquiera podía hilar unas palabras con otras. La Diosa rio con aquella suave voz que parecía hecha por ángeles.

—No, cazadora —respondió a mi pregunta—. Los humanos trataron de inventarse sus propios dioses, algo que nosotros no les tuvimos en cuenta. Puesto que no son criaturas mágicas, no podemos mostrarnos a ellos. No podemos hacerles ver la verdad. Tienen que proseguir su curso y creer en lo que ellos quieran. El resultado, al final del camino, será el mismo para creyentes o no.

—Hay algo que aún no me queda claro.

—Tú dirás.

—Si es cierto que soy solo una simple humana —recapacité—, ¿por qué puedo luchar como lo hago? ¿Por qué Eiden no fue capaz de convertirme? ¿Por qué mis ojos son ahora dorados por la Magia Dorada de Axel y Kayla? ¿Y por qué hablas conmigo?

De nuevo, la Diosa solo rio. Al parecer, era muy gracioso estar delante de un mortal, viendo cómo su mundo se desmoronaba y su cabeza bullía de dudas.

—¿Conoces el poder de la supervivencia? —me preguntó, por fin—. Algunos lo tienen más desarrollado que otros. Al verte en una situación difícil y que no comprendías, tu cuerpo y tu mente aprendieron de forma rápida todo lo que pudieron. Y tus entrenamientos contribuyeron a ejercitar eso, claro está. Fue una suerte para ti, ya que los cazadores pensaron que era una señal de que eras la Reina que esperaban. La esperanza es una herramienta poderosa, sobretodo para los más desesperados.

—Pero eso no explica que Eiden me mordiera y yo siga siendo la que soy —le recordé.

—Tu querido lobo debió de tener en cuenta que las conversiones entre mates son muy sensibles —me explicó—. No basta con morder a tu compañera. Ambos debéis estar seguros y aceptar lo que está a punto de ocurrir. Si surge la más mínima duda, la conversión no resulta efectiva. Y puesto que fue en contra de tu voluntad y hasta el mismo Eiden, en el fondo, no quería hacerlo… bueno, no tengo nada más que añadir.

—Entonces, ¿podría llegar a ser una loba si ambos quisiéramos?

—Sí.

Aquello me dio mucho en qué pensar. No tenía muy claro lo que sucedería de ese momento en adelante, pero si Eiden me ofrecía la conversión, ¿la aceptaría?

—¿La Magia Dorada existe? —pregunté, desviando mis pensamientos.

—Digamos que sí, en cierto modo —respondió—. Es mi color. Para que la profecía surtiera efecto, y para que aprendierais de vuestros errores, inculqué magia verdadera en el dorado de los ojos. No obstante, esa magia es diminuta y pronto será retirada de tu organismo sin que sufras ninguna consecuencia. Todo volverá a ser como antes. Pero al poner mi color en tus ojos te reconozco como la Reina de los cazadores, aunque no seas cazadora.

—¿Y Kayla y Axel? ¿También los reconocías a ellos?

—Sí, eran "especiales" para el resto, pero no a mis ojos. ¿Crees que iban a ser tan tontos de creer en unos papeles? No, tenía que darles algo para que creyeran en la profecía.

—Pero, ¿me otorgará ese color alguna habilidad especial?

—Solo permite reconocerte, cazadora. Cuando todo esto haya terminado, despertarás como si nada hubiera sucedido. Volverás a ser simplemente tú.

—¿Reconocerme? —fruncí el ceño—. Ahora que los cazadores creen que soy la Reina que esperaban, ¿quién tendría que reconocerme?

Una sonrisa brotó de los labios de la Diosa.

—Los otros.

—¿Los otros?

—Sí, cazadora. Te dije que los cazadores no eran las únicas criaturas que habían resultado afectadas.

—Pero esas criaturas... Yo no pertenezco a ellas. No entiendo..copy right hot novel pub

Comentar / Informar problema del sitio