Cuando llegó la hora de irnos a casa. Anderson me preguntó si me iría con él o me iría con Cameron.
Yo miré a Cameron preguntándole lo mismo con la mirada. É
l respondió que me llevaría a su casa y yo asentí. Debía charlar con Cameron a solas, así que esa era la mejor opción.
Anderson se despidió de mí, viéndonos de forma extraña y sin alcanzar creernos del todo.
Cameron se apartó un momento; yo di media vuelta y me topé de frente con Jean. Eso me hizo saltar del susto. Me ponía nerviosa su mirada sobre mí.
Serio, enojado, con esa gruesa gota de duda marcada en sus ojos.
“¿Es cierto?”, preguntó en seco, mirándome fijamente a los ojos.
Si seguía viéndome así, tendría que decirle la verdad y no quería hacerlo.
Cameron se acercó a nosotros, lo supe cuando abrazó mi cintura, con sus manos en mi vientre, besando mi mejilla. Sonreí con alivio al sentirlo.
Era justo lo que necesitaba.
Me dijo: “¿Nos vamos?”.
Yo asentí soltando un aliviado: “Si”, para luego tomarlo de la mano.
Lo único que le dije a Jean fue “buenas noches”, Cameron hizo lo mismo y ambos nos alejamos.
Me abracé al cuerpo de Cameron mientras caminábamos y le di las gracias por salvarme de esas... de todas.
Él acarició mi espalda diciendo: “Con gusto”.
Me sentía extraña caminando tomada de su mano. Hace tiempo que ni siquiera me imaginaba en esa posición.
Cameron me colocó un casco en la cabeza y se subió a la motocicleta, luego me ayudó a subirme.
Tomé su cintura y me aferré a él durante el camino. Ya estaba acostumbrada a andar en su motocicleta, era divertido. Esa sensación de tu viento corriendo tu cabello, la adrenalina al esquivar los carros y la velocidad.
No tenía miedo, ni siquiera necesitaba sujetarme; pero igual me gustaba hacerlo.
Al llegar a la casa de Cameron, la cual no conocía hasta ese momento, él no me dejó bajar de la moto. Me tomó de la espalda y piernas; cargándome.
Yo solo lo miré con una expresión de ironía, acusándolo por la impresión que me había causado, pues no me lo esperaba.
Él se disculpó y me llevó hasta dentro de la casa, en la sala, me volvió a dejar caminar.
Enseguida me preguntó si quería algo de tomar; a lo cual me negué.
Nos miramos seriamente en silencio, ninguno de los dos se atrevía a decir nada.
¿Cómo empezar?
Yo no sabía en qué me había metido y por lo visto él no lo tenía muy claro tampoco.copy right hot novel pub