Cuando se es feliz, el tiempo pasa volando.
Estaba a la mitad de mi embarazo y no lo había visto venir. Esta vez, lo estaba disfrutando al máximo. Nada me hacía falta y mi bebé crecía con total paz y tranquilidad en mi vientre.
Cameron había sido un increíble apoyo para mí. Era la prueba viva de que, a veces, puedes tener la felicidad ante tus ojos y no darte cuenta de ello.
Despertar a su lado cada mañana era reconfortante; todo de parte de él lo era: sus besos, sus caricias, sus palabras.
Estaba tremendamente enamorada de ese hombre. No podía creer lo que había encontrado en Cameron.
Amaba esas mañanas en las que no tenía que ir al trabajo. Dormíamos hasta tarde y al despertar, charlábamos hasta que el hambre nos atacara.
Siempre se tomaba un tiempo para hablarle a mi pancita antes de salir, y de hecho mi bebé ya se había vuelto dependiente de él. Reconocía su voz, incluso tenía calculados los tiempos, si Cameron se atrasaba más de lo normal en volver a casa después del trabajo, se movía hasta que lo escuchaba llegar.
Era un extraño fenómeno; pero muy especial.
Esa tarde, nos preparamos para salir; iría a visitar a Kaimy a rehabilitación. Las cosas empezaban a mejorar a paso lento pero seguro.
Jamás me imaginé que le costara tanto salir; no había estado tanto tiempo caída en las drogas como para llegar tan profundo.
Pasamos por casa de Anderson; preparé a Anthony para llevarlo conmigo. Yo se lo llevaría a Kaimy y luego Anderson iría a recogerlo.
Mi gordo estaba hermoso. Ya empezaba a pesarme; año y tres meses de nacido. ¡Como volaba el tiempo!
Ya correteaba por todo el lugar intentando escapar y balbuceaba una docena de palabras.copy right hot novel pub