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Destino Inevitable

XXI. Confesiones.

Alessandro después de tener que calmar la enorme erección que causó el caluroso acercamiento con Aurore pudo cambiar su ropa por otra, lo volvía loco su forma tan tímida de tocarlo, la manera de besarlo jugueteando con su lengua y cómo se sonrojada al mirarlo, esos labios carnosos…a pesar de sus prendas podía sentir entre sus manos cada curva de su cuerpo, se sentía tan bien estar entre sus piernas notando el calor que emanaba su piel al sentir sus caricias, a pesar de no tener una gota de maquillaje, se veía tan endemoniadamente hermosa al verla jadear cuando la dejaba sin respiración después de besarla perdiendo la noción del tiempo. Luego de quitarse el traje, eligió un suéter gris junto a unos pantalones negros y por último peinó su cabello. Sentía algo extraño en el pecho cuando recordaba lo ocurrido momentos antes, el rostro de Aurore aparecía en su cabeza sin previo aviso. ¿Qué le pasaba? Jamás le ocurrió algo parecido en toda su vida, él siempre conseguía lo que quería y se olvidaba de las mujeres, pero ahora era diferente, no se la sacaba del maldito pensamiento, incluso cuando trabajaba, que de hecho nadie ni nada tenía la capacidad de interferir en su oficio, el trabajo es lo más importante para él, pero ahora esa mujer se metió hasta en eso. Cuando está lejos, lo único que quiere es una excusa para estar cerca. ¿Será por no haberse acostado todavía con ella? Lo confundía, y era lo que más odiaba en el mundo, no saber qué pensar.

–Maldita sea...Alessandro, Che cazzo c'è di sbagliato in te amico? (¿Qué mierda te pasa, hombre?) –Se dijo a sí mismo mientras se ajustaba el reloj.

Ofuscado salió de su suite, le dió varias indicaciones a los vigilantes de estar alerta en todo momento, sabiendo que el malnacido del hermano de Donato está aquí, se vería obligado a desalojar el hotel lo más rápido posible sin ser visto, no tenía la menor idea de cómo supo a dónde iba y mucho menos el lugar, pero de algo estaba seguro, había un soplón cerca de él y se iba a encargar de saber quién era. Bajó por el ascensor, después de varios minutos llegó al vestíbulo, todas las miradas sobre todo de las mujeres estaban atentas a él, a pesar de frecuentar muy poco el país parecían conocerle aquí también, normal con la prensa rosa que no paraba de inventar chismes sobre uno de los multimillonarios más codiciados del mundo, inventando relaciones con modelos sólo por el hecho de aparecer con ellas en algún evento o fiesta. Pasó de largo ante la obvia curiosidad y admiración de la gente y se encaminó al despacho de su padrino, tocó varias veces y después de escuchar su permiso entró cerrando la puerta tras él, Flavio se encontraba sentado en su gran sillón revisando un documento concentrado, dejó caer lo que tenía en sus manos sobre la mesa al ver a Alessandro.

–Que gusto verte, ahijado. Pensé que no vendrías, te demoraste mucho, espero no haber interrumpido nada importante al llamarte.

Las imágenes de lo sucedido se hacían presentes por milésima vez en su mente, un calor empezaba a apoderarse de su cuerpo, carraspeó nervioso y se sentó en una de los sillones en frente de su padrino.

–No interrumpiste nada… ¿Para qué me llamaste?

–¿Alessandro, estás bien? –Preguntó al verlo bajar sucesivamente el cuello de su suéter aireando su cuello, parecía estar sudando.

–Sí, ¿por qué la pregunta? –Preguntó serio intentando disimular.

–No…por nada, ¿tienes calor?

–Un poco.

–Estamos a casi a cero grados, pero si quieres pongo la ventilación.

–No, no hace falta. Te enfermerás si lo haces.

–¿Y tú no? –Preguntó divertido.

–Sabes que soporto bien el frío, no es nada nuevo para mí. –Dijo apoyándose sobre el sillón cruzado de brazos.

–Pues parece que no eres muy amigo del calor, ¿no?

El retrato de Aurore apareció de nuevo en su cabeza, sus labios hinchados y sumamente rojos por los fogosos besos y mordidas que recibía de los suyos… Agitó levemente el rostro para dispersar esos pensamientos.

–Padrino, ¿puedes cambiar el tema de una vez? No creo que me hayas llamado para hablar sobre si hay frío o calor. –Comentó irritado.

–Sí, por supuesto.copy right hot novel pub

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