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Destino Inevitable

XXIV. Desobediencia.

Notó cómo la palidez que tiempo antes cubría su rostro, ahora pasaba a un rubor de un tono intenso. Sin poder evitarlo deslizó su mirada hacia su cuerpo, esa ropa pegada a su piel no ayudaba mucho al calor que empezaba a sentir.

–¿Por qué esa mirada? –Preguntó esbozando una media sonrisa al verla tan nerviosa.

–Eres un depravado.

–¿Por qué? ¿Qué te imaginaste? Yo hablaba de la conversación tan interesante que tuvimos, no pudimos terminarla.

–Ajá sí…y yo nací ayer. –Dijo cruzándose de brazos desviando la mirada.

–¿Por qué haces eso?

Ella lo vió y estaba completamente serio.

–¿Hacer qué? No comprendo.

–¿No sabes de lo que hablo?

–No…no tengo idea. –Contestó confundida, si le era sincera no entendía nada de lo que ocurría a su al rededor, sentía que era Alicia en el país de las maravillas, pero en esta ocasión era en el de las pesadillas, le costaba tanto asimilar todo lo que ocurría, y pensar que a penas hace más de una semana estaba en casa con su madre, con un trabajo de jornada completa y una vida de lo más sencilla, sin nada sumamente interesante ni nuevo. Analizar en dónde estaba, con quién, y todo lo que ha sucedido hasta ahora sólo hacía que se sintiera perdida sin tener ninguna remota idea.

–Desvístete. –Dijo en un tono seco.

Sin ninguna explicación de su parte Alessandro salió de la habitación en dirección al closet, definitivamente Aurore pensaba que tenía un serio problema con sus cambios de humor, en ocasiones parecía calmoso y tranquilo, pero en otras no podías verle ni a la cara de lo furioso que estaba. Sin darle más vueltas al asunto, se quitó la parte de arriba. No podía parar de pensar en Florentino, ¿estaría bien? Veía a Alessandro tan tranquilo que se extrañaba, ¿cómo estaba tan sereno? Un pensamiento pasó como rayo de luz por su cabeza, se sintió culpable al instante, seguramente él quería mostrarle esa faceta de hombre intangible pero en su interior estaba mal. Se maldecía a sí misma una y otra vez por no haber podido hacer nada más, por su reverenda culpa ahora Florentino estaba en manos de aquel infeliz, de todas formas Alessandro parecía estar seguro de que no le harían nada y eso de alguna forma la calmaba. Terminó de quitarse el pantalón del pijama, tenía mucho frío y los temblores no cesaban.

Alessandro fue al closet y resopló irritado, ¿qué demonios pasaba con él? ¿Desde cuándo se excitaba tan fácilmente con tan sólo ver a una mujer? Lo vivido hace unos instantes, esa sensación de sentir que se había roto algo dentro de él al pensar que la perdería no lo dejaba respirar bien, ¿por qué le importaba tanto y a partir de qué momento le interesaba la vida de alguien? Sobre todo de una mujer. Lo peor es que ya no era solamente la necesidad inaguantable de hacerla suya, ahora sentía hervirle la sangre al imaginar que otro pudiera verla, tocarla o el simple hecho de desearla. Se había vuelto aprensivo y él jamás lo había sido, mucho menos con las mujeres. Únicamente la deseaba y sólo eso, ¿verdad? Revisó entre la ropa, abrió varios cajones, en uno estaba la ropa interior y no pudo evitar fijarse en una de encaje en color rojo con estampado a flores, su mente no tardó mucho en maquinar varias escenas con Aurore vistiéndolo. Cerró el cajón rápidamente, debía controlarse, ¿qué diablos le ocurría? Jamás había deseado tanto a una mujer, pero ahora con sólo imaginarla su cuerpo no tardaba en reaccionar. Siguió buscando entre las prendas, tomó unos vaqueros negros junto con un suéter muy abrigado de color rojo. A punto de irse recordó que estaba totalmente empapada, así que agarró ropas interiores también, se privó de elegir aquella lencería, o sino no salían del hotel. Sin querer cayó al suelo una gabardina, la devolvió a su sitio pero antes de retirarse fijó su mirada en el objeto que se había caído junto a la prenda, lo tomó entre sus manos, soltó una carcajada esbozando una sonrisa.

–Quindi disobbedire...

(Así que desobedeciendo…)

Sin esperar más volvió de nuevo hacia la habitación, tenía curiosidad sobre lo que diría al ser descubierta. Cuando llegó, las palabras e incluso los pensamientos que tenía se esfumaron de sopetón, Aurore sólo vestía un sostén y unas mini bragas de color rosa malva con varias tiras al rededor de su cintura. Estaba cubriéndose el rostro con las manos, supongo por el cansacio y no notó su presencia.

Se veía tan extremadamente sensual y sexy, pero tan frágil y vulnerable, otra vez esa fuerte sensación dentro de él, algo que desconocía, ya que jamás le había pasado.copy right hot novel pub

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