Modo oscuro
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Destino Inevitable

XXVI. Descontrol.

Aurore hizo oídos sordos a su comentario, ¿qué se creía que era? ¿Dios? Creyendo saberlo todo y controlando la vida de los demás, oyó que arrancaba el coche, era la primera vez que lo veía conducir. Vió por la ventana las calles desiertas, no había ni una alma, daba hasta miedo. Por la oscuridad parecía ser ya de madrugada, las luces de las farolas pasaban a toda velocidad. Giró de nuevo hacia Alessandro, estaba más tranquilo, le aliviaba verlo al fin calmado, en el hotel se veía fuera de sí, a punto de matar a todo el mundo. Incluso de perfil seguía siendo extremadamente atractivo, aunque quisiera negarlo no podía, era el hombre más guapo que había visto en su vida. Sin poder evitarlo se quedó observándolo un largo tiempo, ¿cómo no hacerlo? Sería un pecado no admirarlo.

–¿Te diviertes? –Preguntó sin desviar la mirada de la carretera, pudo observar una media sonrisa en su rostro.

A velocidad de luz miró de nuevo al camino, ¿acaso tenía tres ojos para saber que lo miraba?

–No sé de qué hablas. –Dijo haciéndose la desentendida.

–Si quieres verme no hace falta hacerlo a escondidas. –Paró el coche en un semáforo rojo, y la vió de manera fija, ella desvió la mirada ante esos ojos tan penetrantes–. ¿Qué pasó? ¿Ahora no me miras? –Alessandro pudo observar el tono rojo de su rostro e incluso sus orejas también, sin percatarse una carcajada salió de su garganta.

Ella lo vió atónita.

–¿De qué te ríes?

Otra vez esa mirada, pero esta vez ella la mantuvo con dificultad. Alessandro elevó la mano a su rostro para colocar un mechón de cabello detrás de su oreja, después acarició con su pulgar su oreja enrojecida. Aurore sintió un escalofrío recorrerle todo el cuerpo ante su tacto.

–¿Q-qué haces? –Preguntó titubeante.

–¿Tan nerviosa te pongo que hasta tus orejas se ponen rojas? –Sonrió de esa forma tan enigmática, ella se llevó las manos a las orejas tapándolas, jamás había pasado tanta vergüenza como en aquel instante.

Ella carraspeó y tragó saliva para intentar formar una frase.

–Te equivocas… –Se las cubrió depositando su cabello hacia el frente–. Se ponen así cuando siento frío. –No había sonado nada convincente, era la mentira más tonta que dijo, hasta de pequeña se le ocurría mejores excusas que contarle a su mamá para no ir al colegio. Y ahora soltaba cualquier estupidez.

–Tu cuerpo es demasiado sincero, a diferencia de tu boca. –Bajó la vista a sus labios.

Por alguna razón sentía que su comentario venía con un doble sentido.

–No tengo por qué mentir. En lo absoluto me pongo nerviosa contigo… –Si supiera que hasta lo más profundo de su ser temblaba cuando él estaba cerca.

–¿No te pongo nerviosa?

–No. –Respondió volviendo a ver por la ventana.

Él la agarró por el cuello entrelazando los dedos en su cabello haciéndola voltearse, sus bocas estaban a unos escasos milímetros.

–¿Tu respiración agitada también es por el frío? –Se acercó para rozar sus labios con los suyos.

–¿Q-qué pretendes haciendo esto?

–Sabes que también lo quieres. –Empezó depositando varios besos por su mandíbula subiendo a la comisura de sus labios–. Pídeme que te bese.

Aurore sentía la mente en blanco, a pesar de querer negarse o apartarse no podía, su cuerpo no contestaba a su mente.

–Bésame…–Pensó en voz alta, pudo notar la sonrisa pícara que se expandía en sus labios. ¿Acaso estaba loca como para pedirle algo así? ¿Desde cuándo se había convertido en alguien que pedía ser besada? Pero en aquel momento no pensaba en nada más, sólo quería sentir el sabor de sus labios, oler su embriagador perfume, sentir su aliento agitado sobre su rostro, el calor que desprendía su piel.

–Si es lo que pides, lo haré con gusto. –No terminó de decir cuando la besó, Alessandro acariciaba todo a su paso agarrándola de la cintura, esta vez no era como las otras, ahora era un beso desenfrenado y ardiente, para Aurore era difícil seguirle pero él la guiaba sujetándola de la nuca, sentía su lengua adentrándose en su boca buscando desesperadamente la suya, se empezaba a quedar sin respiración, la besaba como si fuera a devorarla ahí mismo. Ese calor empezaba a extenderse por su vientre bajo, era extraño, cada vez se hacía más insoportable. Alessandro retiró el cinturón de Aurore, sin saber en qué momento él la sentó en su regazo, con una pierna en cada lado de su cintura, sentía que se desmayaría en cualquier instante. Ella se tomaba de sus brazos, a pesar de las prendas percibía de nuevo ese bulto rozar su intimidad, varios recuerdos vinieron a su mente.

–Alessandro esto no está bien… –Susurró Aurore entre besos, pero él la calló besándola de nuevo. Mordió su labio inferior haciéndola jadear, parecía otra persona cuando se comportaba así, un animal hambriento capaz de comerla en un bocado. Él levantó su jersey introduciendo las manos dentro de este para acariciar su suave piel. Le enolquecía la forma en la que se estremecía cada vez que la tocaba, se estaba volviendo una droga, pero una de la que sería muy difícil olvidar, la deseaba de una forma descontrolada, ya no aguantaba más las ganas de poseerla completamente.

Sacando a Aurore de aquel sueño se escuchó el claxon procedente de varios coches. De sopetón regresó a la realidad.

–El semáforo rojo..copy right hot novel pub

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