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Destino Inevitable

XLVIII. Loco.

Aurore realmente se sentía mareada, y su piel estaba muy caliente. Se había pasado demasiado con el alcohol.

–Rafael, voy a tomar el aire fuera.

Él la vió por unos segundos, era más que evidente que el alcohol ya había hecho sus efectos.

–Aurore, creo que no es conveniente que salgas sola a esta hora. Será mejor que te acompañe.

–No…–Se cubrió el rostro con las manos, le costaba respirar y cada vez se sentía más agitada–. Necesito estar completamente sola. Rafael…

–Dime, preciosa.

–Ámbar dice que das buenos consejos.

–Eso dice, sí.

–¿Tú que harías si tu mamá te odiara?

–Querría saber por qué lo hace.

–Tienes toda la razón…–Se levantó, y una fuerte fatiga la sacudió, sujetó la barra con las manos para tener un poco de equilibrio.

–Estás muy ebria, mejor no te muevas. –Rafael dió la vuelta para estar a su lado–. ¿Prefieres que te lleve a casa? Puedo pasarle mi turno a mi compañero.

Aurore le sonrió, le hacía gracia verlo preocupado. De hecho se le hacía cómico absolutamente todo a su al rededor. El alcohol es extraño, te hace feliz.

–Eres todo un caballero, pero estoy totalmente bien. No hace falta, yo tengo que hacerte caso.

–¿Hacerme caso? ¿En qué?

–Necesito saber el motivo, y no voy a esperar a ir con ella para terminar con esta duda, me está matando cada segundo que transcurre. –Dijo entre risas.

–Aurore, no eres consciente de lo que vas a hacer.

–Tengo que ir con ella…–Resopló antes de seguir hablando–. Necesito saber por qué.

–¿Hablas de tu madre?

–Sí, de ella. Nos vemos, Rafael. Dile a Ámbar que me fui, ¿sí?

–No me quedo tranquilo dejándote ir en estas condiciones…

–No hay ningún problema, soy adulta y sé cuidarme.

–No digo que no, pero ahora estás bastante ebria.

–Me encantó conocerte, ojalá te vuelva a ver. –Le dió un abrazo sonriendo ampliamente, al cual él respondió cálidamente.

–¿Y si esperas a que regrese Ámbar?

–No la quiero molestar, deja que se divierta. Se lo merece, por todos sus logros. –Cerró los ojos un instante aclarándose, sabía que su amiga no se iba a quedar tranquila–. Rafael, ¿sabes qué? Mejor dile que me fui con el italiano.

–¿Con el italiano?

–Ella entenderá, ¿me haces ese favorcito? –Preguntó con las manos en posición de súplica.

–Sí, claro. Cuídate, ¿vale?

Le dedicó una sonrisa y salió del lugar casi tambaleándose por el efecto del alcohol que había hecho estragos de ella, los tacones tampoco ayudaban mucho. Le costaba demasiado caminar, y su cabeza daba vueltas. Al llegar a la salida del club ya no había todo ese tumulto de gente, sólo una calle totalmente desierta y solitaria. Hacía frío, de hecho mucho. Cuando llegó con Ámbar el tiempo no era tan desfavorable, pero ahora el cielo estaba totalmente oscuro, como si fuera a llover y ni hablar del frío tan gélido que helaba su piel. Intentó ver la hora en su reloj pero no lo lograba, su vista estaba borrosa.

–Me pasé bebiendo... –Sacudió su cabeza con los ojos cerrados y volvió a ver la hora pero ni modo, veía números sin forma alguna.

–De eso no te preocupes, linda. Yo te llevo a donde quieras.

Aurore se asustó un poco, volteó hacia la voz y ahí estaba de nuevo ese hombre. Thomas era su nombre, si no recordaba mal.

–No necesito que me lleves, puedo ir sola.copy right hot novel pub

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