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Destino Inevitable

LXIII. Desvanecimiento.

Se separaron un poco, Aurore vió algo en él que le preocupaba, Alessandro se veía extraño.

–¿Quién llama a la puerta así? –Preguntó ella.

–Voy a averiguarlo, quédate aquí. –Ordenó con tal firmeza que no quiso contradecirlo.

Caminó hasta la puerta, la abrió para encontrarse con Francesco, si por teléfono su voz no le gustaba nada, observar la incertidumbre reflejada en su rostro lo alertaba aún más.

–¿Por qué tocas de esta forma? –Un silencio se hospedó en el lugar durante largos y eternos segundos–. ¿Qué pasa, hombre? –Volvió a preguntar con cierta impaciencia en su voz.

–¿Qué no pasa? Alessandro, todo se está viniendo abajo. –Pasó su mano despeinando su cabello resoplando, en todos los años que llevaba con Francesco escasas veces lo había visto de esta manera, algo grave debió de pasar–. No tengo la menor idea de quién es o de dónde procede, pero este hijo de su mala madre viene directamente a por ti, quiere tu cabeza y la de los tuyos.

El ceño de él se frunció.

–¿De quién hablas?

–¿No recibiste ninguna llamada del hospital?

–¿Del hospital? No...–Sacó su teléfono del bolsillo, pero estaba apagado–. Maldición, está sin carga...–Rápidamente pensó en las palabras de su mejor amigo–. Espera, ¿pasa algo con Florentino?

–No lo sé, me llamó el Dr Caruso con emergencia, pero al no ser un familiar directo no me pudo contar nada.

–¿Está todo bien? –Oyó la voz de Aurore tras él.

–Te pedí que esperarás en el salón. –Ella lo vió con sorpresa por su tono, se veía demasiado enojado.

–Sí...Pero me preocupé por cómo tocaron. –Deslizó su mirada hacia Francesco, este la saludó con un leve movimiento de cabeza, también se veía extraño.

–Necesitamos salir hacia el hospital...–Ella lo interrumpió acortando los pasos hasta estar junto a ellos.

–¿Ocurre algo con Florentino? –Hizo la pregunta notando cómo se tensaban.

–No lo sabemos, Ornald y varios hombres están fuera pero cierra con llave...–Lo volvió a interrumpir.

–Voy también. –Alessandro suspiró intentando calmarse–. Quiero ir, por favor.

–Preciosa, escúchame...

–Deseo ir con ustedes, se los pido por favor. –Los vió a los dos, estos se vieron un instante dudando.

Alessandro la tomó por la cintura acercándola a él, Aurore se ruborizó por su contacto teniendo a Francesco mirándolos. Acarició su mejilla con el dorso de su mano.

–Amor, no sé si sea peligroso. Estaría más tranquilo si te quedaras aquí.

–Con más razón quiero ir, así puedo estar contigo. –Él la vió con detenimiento, sus ojos brillaban con intensidad esperando su respuesta.

–¿Por qué eres tan terca? –Suspiró cerrando los ojos–. Está bien, pero no te separarás de mí en ningún momento.

–Nunca, jamás. –Contestó con tal seguridad que Alessandro no pudo evitar sonreír ladeado.

–Bien, vamos.

Salieron en dirección al hospital, quien conducía era Francesco. Este se veía demasiado mal, como estresado y agotado. Ese mal presentimiento ocupaba de nuevo el pecho de Aurore, suspiró mirando las calles de Roma. No tardaron mucho en llegar, estacionaron en el parking, había una multitud de gente fuera y numerosos agentes de policía, la puerta principal estaba restringida por cintas de balizamiento policial impidiendo que nadie pueda entrar. Caminaron hasta el lugar, estaban dispuestos a pasar a través de las cintas pero los policías se los impidió, Aurore no logró escuchar muy bien lo que Alessandro le decía a uno de ellos pero les dieron acceso al lugar. El corazón de ella empezó a palpitar con fuerza al ver a su alrededor, varias personas fallecidas estaban postradas sobre el suelo y numerosos forenses haciendo fotos e investigando pruebas. Sus pies se quedaron paralizados en el sitio y unas inmesas ganas de vomitar aparecieron al ver tanta sangre y las heridas causadas en los cuerpos que parecían haber sido provocadas por armas de fuego.copy right hot novel pub

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