Modo oscuro
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Destino Inevitable

LXXII. Amnesia.

–No tengo aún las pruebas. –Confesó con irritación.

–Sino las encuentras, quiere decir que no existen. –Aquella mirada afligida en ella provocó que su corazón se oprimiera.

–Las están eliminando, que es muy diferente. Alguien sabe que estoy buscándolas, por esa razón quiere limpiar cualquier rastro que tenga que ver con él.

–¿Quién?

–No lo sé todavía, pero las encontraré de igual forma, aunque intenten borrarlas todas, no podrán hacerlo por completo.

Aurore se quedó mirándolo con fijeza por varios minutos, él sabía que aunque intentara llevar aún esa barrera que había creado entre los dos, creía en él sin la falta de pruebas, pero su gran miedo era equivocarse y llevarse otra decepción más.

–Ven, salgamos de aquí. –Dijo él guiándole el camino hacia el estacionamiento.

Todo el interior del auto se inundó de su fragancia varonil y enigmática, había soñado hasta con su aroma, extrañándolo infinitamente. Jamás pensó que sería una insufrible tortura estar lejos de alguien, pero era peor que eso haber estado alejada de Alessandro aquellas semanas. En ese tiempo había podido pensar mucho, y llegó a la conclusión de que no podría vivir sin él, no tendría ningún tipo de sentido, anheló cada caricia, beso, abrazo, el verlo junto a ella cada mañana, el olerlo o sentirlo. Y que todo eso ya no esté le causaba un inmenso vacío. Estar junto a él de nuevo le producía muchos nervios, debía tranquilizarse sino quería vomitar en el coche.

–¿No te vas a poner el cinturón? –Preguntó observándola atentamente.

–¿Cinturón? –Confirmó que no se lo había puesto, ya no sabía ni dónde tenía la cabeza cuando estaba con él, intentó sacarlo pero no salía, era como si el cinturón lo estuviera haciendo apropósito. No supo en qué momento Alessandro se acercó tanto a ella, sus manos se tocaron y sus rostros estaban a unos escasos centímetros, retiró la suya visiblemente nerviosa. Lo vio de reojo y sintió una especie de tristeza al ver el rojo de sus ojos, era evidente su falta de sueño. Cuando pudo poner el cinturón y se alejó, otra vez esa sensación de vacío.

–¿A dónde vamos?

–Te llevaré a casa, y no te preocupes, me iré cuando te deje ahí. No tendrás que verme la cara, sólo volveré cuando tenga las pruebas. –De alguna forma u otra se veía muy enojado porque su voz lo delataba.

–Pareciera que fueras tú quien no quisiera verme...–Se cruzó de brazos mirando por la ventana.

–Eso jamás pasará...–Su susurro le erizó la piel, se volteó para ver que tenía los ojos fijados en ella.

Alessandro suspiró empezando a conducir, después de varios minutos ella habló.

–¿Podemos ir a comer? –Preguntó Aurore esperando una respuesta, pero él se mantenía en silencio. Se podía ver lo agitado que se encontraba por su respiración y veía constantemente por el espejo retrovisor–. ¿Alessandro?

–Dame un minuto.

–¿Por qué? ¿Está todo bien?

–Deja de hacer preguntas, Aurore. –Observó cómo miraba sucesivamente el retrovisor de nuevo, y se volteó en el asiento viendo que un coche negro los seguían.

–¿Nos están siguiendo? ¿Es eso? –Alessandro empezó a conducir más rápido aumentando la velocidad. Dejaban atrás a los demás autos.

Ella se sujetó de su asintió con la manos clavando sus uñas en el cuero negro, sin razón las lágrimas caían por sus mejillas, no podía controlarlas y un fuerte dolor se asentaba en su cabeza, tanto que tuvo que estrecharla entre sus temblorosas manos con fuerza mientras apretaba sus ojos cerrados con fuerza, varias imágenes pasaban por su mente, una tras otra, sin sentido alguno. Un cuerpo de una mujer totalmente ensangrentado a su lado aparecía, pero no lograba ver su rostro, sólo podía divisar una pulsera y un quetzal grabada en ella, luchaba por elevar un poco su vista pero no lo lograba, sentía cómo los cristales rotos causaban cortes en su piel, sus propios murmuros adoloridos llamando a esa mujer mamá, resonaban como un eco en su cabeza profundizando aquel insoportable dolor.

De repente, todo se oscureció, su vista se nubló y ya sólo veía negro. Sintió su cuerpo muy pesado, como si hubiera dormido por muchas horas, abrió los ojos con dificultad, ya que al igual que cada uno de sus músculos pesaban. Estaba en un lugar desconocido, parecía ser una habitación de hospital, sintió que su mano era apretada, y al mirarla fue cuando admiró a Alessandro sentado en la silla al lado de la cama en la cual se encontraba, durmiendo con la cabeza en el borde de ella mientras estrechaba su mano, Aurore sonrió admirando lo tranquilo y calmado que se veía por un prolongado tiempo, elevó la otra mano dispuesta a acariciar su rostro pero no pudo evitar soltar un pequeño quejido adolorido, no se había fijado en el cable que estaba conectado a su muñeca. No se dio cuenta de cuándo se había despertado Alessandro, tomó su brazo preocupado.

–¿Qué sucede? ¿Te duele algo? –Con sus dedos tocó delicadamente el parche que pegaba el cable.copy right hot novel pub

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