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Destino Inevitable

LXXIII. Ubicación.

Alessandro entró a su habitación en la mansión, con Aurore en brazos. La depositó suavemente sobre la cama, y fue al closet por un pijama para ella.

–Saldré un momento, cámbiate y descansa. Ahora vendrá Amalia a darte las vitaminas junto a la comida, debes seguir las instrucciones del doctor y comer de manera equilibrada.

–¿A dónde vas? –Preguntó ella intentando sentarse en la cama.

–¿Por qué? –Alzó una ceja y ella agachó la cabeza.

–Sólo quería saber a dónde ibas.

–Si es ese el caso, iré a resolver un asunto para encontrar a mi sobrino.

Aurore abrió un poco más los ojos.

–¿Florentino? ¿Sabes dónde está?

–Lo sabré en breve. –Estuvo a punto de salir pero ella hizo que se detuviera.

–Alessandro...

–Te escucho.

–Debes cuidar más de ti, come algo antes de irte y duerme un poco más. –No pudo seguir hablando, esa intensa mirada que le dedicó hizo que desviara los ojos a otra parte.

–Se supone que deberías querer verme sufrir o incluso muerto por lo que le hice a ese hombre. Pero ahora te preocupas por si como o duermo poco. ¿Debería de pensar que estás loca o que sigues amándome?

–Sólo piensa en no enfermar, ¿cómo encontrarás a Florentino si te alimentas mal y duermas nada?

–Y tú sólo piensa en cuidarte, por el bien de nuestro hijo. Escuchaste lo que dijo el doctor, sino te hubiera llevado rápidamente al hospital ahora mismo...–Carraspeó sofocado quitando su corbata para tirarla sobre el sillón–. Debes pensar que ahora estás embarazada, ni se te ocurra volver siquiera a lugares como ese, porque no tendré la misma paciencia. ¿Me escuchaste?

Ella asintió sin decir nada más, no quería hacer que se enoje. Se quedaron mirando el uno al otro durante largos segundos. Alessandro salió de la habitación bajando las escaleras, se dirigió a la cocina donde se encontraba Amalia.

–Amalia, encárgate personalmente de darle las vitaminas a esa terca, ¿de acuerdo?

–Sí, claro. No te preocupes, Alessandro. –Pudo ver la curiosidad en ella así que se preparó para sus preguntas–. ¿Ya se reconciliaron?

–No es tan fácil, es normal que ella siga con sus dudas. De todos modos no he podido conseguir las pruebas que encriminen a ese desgraciado.

–Esa muchacha te sigue amando con la misma fuerza de siempre, deberías haber visto cómo sufrió en estas últimas semanas. Sólo se la pasaba llorando. No probaba bocado, prácticamente la obligaba a comer.

Él dejó escapar un suspiro.

–Esa testaruda va a volverme loco. –Vio la bandeja de comida y la tomó–. Mejor se la llevo yo, veremos si delante mía rechaza la comida.

Subió de nuevo las escaleras, y al llegar a la habitación abrió cuidadosamente la puerta con una mano para que no se cayera la bandeja. Al ver a Aurore la apretó más entre sus manos, se encontraba de pie al lado de la cama, vestía sólo una diminuta ropa interior de encaje blanca bordada, y de estampado floral. Estaba haciendo una trenza con su cabello y no percibió que él había entrado. Ahora que tenía aquella perfecta vista pudo admirar que sus senos habían crecido más, supongo por el embarazo. Solamente el pensar en lo que podría hacer con ellos lo acaloró infinitamente endureciéndolo, no podía apartar la vista de ella, había soñado todas las noches en tenerla así entre sus brazos y que estuviera ahora simplemente viéndola era como un sueño. Su barriga se veía tan hermosa y adorable, sonrió sin poder evitarlo completamente embobado. Agitó la cabeza intentando reprimir esos pensamientos.

–¿Por qué estás levantada? Te dije que no te movieras de la cama. –Su voz sonaba mucho más ronca.

Aurore dio un brinco en el lugar por el susto, tomó la bata negra y se la puso cubriéndose, miraba a todos lados menos en su dirección, pudo ver el color escarlata que se había apropiado de su rostro.

–Sólo quería cambiarme...

–Lo puedes hacer sentada, debes reposar.

–¿No crees que estás exagerando?

–Siéntate en la cama ahora mismo, Aurore.

Ella retiró el edredón a un lado para tumbarse en la cama, soltó un pequeño quejido al hacerlo. Alessandro dejó la bandeja en la mesilla de noche acercándose a ella.

–¿Qué pasa? ¿Te duele algo? –Preguntó preocupado llevando sus manos a su vientre.

–El bebé...

–¿Qué pasa con el bebé? –La miró con desesperación.

–Siento un fuerte hormigueo en el abdomen. –Respondió sonriendo tímidamente.

–¿Es normal que pase eso?

–La obstetra me informó que eso puede suceder, el bebé se está moviendo, pero todavía no se siente.

–Así que se está moviendo... –Acarició su barriga por encima de la tela–. ¿Y te duele?

–No. –Rió divertida inevitablemente, él se quedó mirándola, había extrañado tanto su risa–. Es que me sorprende cuando lo hace.

–Igualito al padre...copy right hot novel pub

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