–Buenas tardes, srta. ¿Me permite sentarme?
Era un hombre, un poco mayor por las arrugas en su rostro, pero se mantenía bastante bien, parecía de 35 años. Era moreno de ojos negros, a Aurore le inquietaba demasiado su mirada, era tan misteriosa y oscura. Vestía un traje elegante e impoluto, la observaba esperando una respuesta.
–Sí…No hay ningún problema. –Se apartó un poco para dejar un espacio entre ellos.
El desconocido se sentó, después de unos segundos volteó hacia ella, vió por el rabillo del ojo cómo la miraba con suma atención.
–¿Es usted de Francia?
Aurore lo vió y sentía que algo la incomodaba de su mirada, no sabía con exactitud qué era, pero una sensación de angustia no la dejaba estar tranquila.
–No, no soy de aquí. –Respondió intentando disimular su incomodidad.
–Ya decía yo, su belleza procede de otro país más exótico. –Comentó sonriente mirándola fijamente–. Pero dígame, ¿de dónde es? –Ella lo vió confundida ante su pregunta, ni siquiera lo conocía. Él al notar su confusión volvió a sonreír–. Perdone si le tomó por sorpresa mi pregunta, estoy esperando a un fiel amigo y no hay nada más agradable que conversar con una dama.
Aurore después de escucharlo entendió que sólo eran imaginaciones suyas, todo lo sucedido en los últimos días la habían convertido en un manojo de desconfiaza.
–No, no se preocupe. Perdóneme usted por mi falta al no contestarle.
–Si una bella dama como usted me pide disculpas, ya estoy listo para morir.
Aurore sonrió ante su comentario, y al hacerlo otra vez esa mirada siniestra en su rostro.
–¿Terminará al fin con mi curiosidad?
–¿Perdón? –Preguntó ella sin entender qué quería decir.
–Iba a cotarme de dónde es.
–Ah…sí, soy inglesa de parte de mi madre, mi difunto padre era italiano.
Notó una expresión de curiosidad en él al decir las últimas palabras. Los ojos del hombre se deslizaron pesadamente por el cuerpo de Aurore para volver a verla de nuevo, ella desvió la mirada incómoda cerrando aún más su gabardina.
–Me alegra escuchar eso, bella ragazza. El pequeño es precioso, sus padres deben haberse querido tanto, lastima que fallecieron. –Su tono era grave. Ella lo vió de inmediato.
–¿C-cómo lo sabe? –Preguntó nerviosa.
–Soy íntimo conocido de Alessandro Ferrari, Florentino a crecido mucho, ¿cierto?
Aurore lo vió dubitativa por unos instantes.
–No sabía nada.
–Por supuesto, él y yo tenemos…una larga y conmovida historia juntos.
–Nunca lo vi junto a él.
–Bueno, digamos que la vida nos separó por varios motivos pero nos volveremos a reunir todos nosotros.
–¿Todos nosotros?
–Sí, usted como mujer de Alessandro debería estar presente, será la persona más importante en nuestra reunión. –Terminó diciendo mientras observaba los labios de Aurore.
–Se equivoca, no soy la mujer del sr Alessandro. Yo simplemente trabajo para él.
El hombre se carcajeó con ganas.
–Por supuesto, si quiere puedo seguirle la corriente. Me encantan los juegos, ¿sabe por qué? Debido a que siempre gano…
–¿La corriente? No comprendo muy bien a qué se refiere. –Aurore lo vió totalmente confundida.
–Debería vigilar mejor al niño, no vaya a ser que se lo arrebaten.
Aurore vió en dirección a Florentino y este no se encontraba, se levantó enseguida, con su mirada buscó por todo el parque, no había rastro alguno del pequeño. Volvió la vista hacia el hombre y ya no estaba, el banco yacía vacío. Incluso tampoco los escoltas que tiempo antes los acompañaban.
–Esto no puede estar pasando…–Susurró, las palabras salían como un murmullo.copy right hot novel pub