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Dulce Disparo al Jefe Cachorro Enamorado

Capítulo 574

Capítulo 574

Parecía que él llevaba ya un buen rato parado allí.

El corazón de Violeta se llenó de calidez, cerró la puerta del estudio y, sin dudarlo, puso su mano en la grande de él.

Como aún sostenía en la otra mano la caja que Sebastián le había entregado y todavía resonaban en sus oídos las instrucciones que le dieron, cada paso que daba era cauteloso, temiendo resbalar en cualquier descuido.

Al ver que Violeta mantenía la cabeza gacha, Rafael esbozó una leve sonrisa, pensando que quizás había sufrido algún humillación dentro del estudio, y su ceño se frunció aún más. Con voz grave preguntó, “Vivi, ¿qué cosas desagradables te dijo mi padre? ¿Te hizo pasar un mal rato?”

“No…” En medio de la incertidumbre, Violeta sacudió la cabeza perpleja, mostrando preocupación mientras preguntaba nerviosa: “Rafael, ¿cuál es la ley familiar en tu casa?”

Rafael se sorprendió.

Después de escuchar toda la historia de su boca, fijó su mirada en la pulsera de la caja, recordando que su madre había muerto desangrada al dar a luz, sin que él tuviera recuerdos de ella, solo podía imaginarla y recordarla a través de fotografías. Nunca había sabido de la existencia del brazalete, y sus dedos lo acariciaron suavemente, su mente atormentada por las emociones.

Al levantar la vista y ver el rostro preocupado de Violeta, no pudo evitar sonreír, “No hay ninguna ley familiar, ¡mi viejo te está tomando el pelo!”

“¿En serio?” Violeta pregunto sorprendida.

“Sí.”

Violeta suspiró aliviada, su corazón volvió a su lugar, pero aún sostenía firmemente la caja y mirando hacia el estudio, parpadeó y dijo, “Sabes, creo que a tu padre… realmente le caigo bien…”

“Imposible que más que a mí.” Rafael curvó levemente sus labios.

No era común escuchar palabras tan cariñosas de él. Violeta se conmovió y, aunque sabía que no era el momento apropiado, no pudo resistirse. Asegurándose de que no había sirvientes cerca, se puso de puntillas y lo besó.

Los tres cenaron juntos en la casa de Sebastián.

En la larga mesa del comedor, solo estaban ellos y la pareja de Sebastián y Patricia. Elias hacía tiempo que no pisaba la vieja casa, parecía que un incidente comercial había provocado la ira de Sebastián. Ese mismo día, cuando Bianca fue enviada al extranjero, compró un boleto de avión para seguirla. Patricia, al otro lado de la mesa, parecía muy afligida.

Aunque no era muy animado, el ambiente era armonioso. Los sirvientes notaron que el señor estaba de buen humor, y aunque su rostro serio no mostraba muchas emociones, se permitió beber dos copas de vino.copy right hot novel pub

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