— ¿Qué diablos estás diciendo Leonard? — preguntó Ian, colocándose de pie —. No puedes tomar una decisión como esa y listo.
— No quiero tener un hijo con esta... — empujó a Carla hacia el piso —. No puede estar pasándome esto.
— Carla no tiene la culpa de que tu polla todo el tiempo esté parada y quiera un orificio para entrar y soltar esperma sin un condón — gruñó, ayudando a Carla a colocarse de pie —. No vengas ahora a darte del buen esposo que no te queda.
— Sé que Carla no tiene la culpa de nada, pero no quiero a ese niño — se acercó a ellos con la intención de tomar una vez más a Carla y llevársela —. Carla no tendrá a ese niño y es mi última palabra.
— Por favor, Leonard — Carla se escondió detrás de Zaid y Valeria —. Déjame con mi bebé, nada malo pasara.
— ¡Eso es mentira! — gritó, furioso —. Estoy seguro de que le sacarás provecho a esta situación.
— No le dirá a nadie — dijo Zaid, soltando un suspiro —. Yo me encargaré de Carla en lo que pasa su embarazo, y también en lo que pasa tu faceta de marido feliz.
Leonard se puso ambas manos en la cabeza sentándose en el sillón un poco lejos de sus amigos. Debía de ser algún castigo de la vida para que eso le esté pasando a él. En verdad que Carla no podía estar embarazada de él. Ese niño no podía ser suyo como le había dicho una y otra vez.
Pero, Carla nunca estuvo con nadie más. La casa estuvo bien custodiada por sus guardias que le decían cada uno de los movimientos de la omega. Ahora iba a tener su primer hijo por una estúpida inconsciencia de su mente..., Carla no tenía su marca en su jodido cuello.
— No estás marcada, Carla. Es imposible que estés esperando un bebé — la miró con rencor e Ian rió con sarcasmo.
— No naciste precisamente de una marca — puso los ojos en blanco —. Se supone que solo el embarazo es lo que se adelanta...
— Leonard me marcó en Pekín — murmuró Carla, quitando un poco del maquillaje que ocultaba la marca.
— ¿Cómo es que malditamente tienes mi marca? — gruñó, enfadado, y colocándose de pie —. No recuerdo haberte hecho una marca en el cuello cuando estábamos en Pekín hace semanas.
— Fue la noche en la cual Rachel quedó embarazada de Ian... — sus mejillas se tiñeron de rojo carmesí —. Me la hiciste en la mesita china que estaba pegada al suelo.
— ¿Es en serio? — se burló Zaid, sin poder contener la carcajada que salió de su garganta —, ¿No pudiste encontrar una cama cerca?
— No cuando estés con ganas — rodó los ojos —. Pero no recuerdo el haber dejado una marca en tu cuello, Carla — cuando estaba a nada de acercarse a Carla Ian se puso en medio —. Quiero que me diga que sucedió esa noche.
— Recuerdo que estabas tomado — murmuró Carla, por lo bajo, sin levantar la mirada del piso en ningún momento —. Llegó con una botella de whiskey en la mano y se tropezó dos veces con la mesita china en el piso y yo fui ayudarlo...
— Recuerdo eso, te dije que tuviésemos sexo allí mismo porque...
— Solo era una mascota y no podía hablar a menos que sea para complacer a mi dueño — sonrió, triste mirando a Leonard —. Tuvimos sexo allí mismo y su celo llegó de improvisto cuando — torció los labios —.copy right hot novel pub