En una noche de lluvia fuertes con relámpagos y truenos, Frida Casaus arrastró su maleta y caminó bajo la lluvia sin destino.
-Frida, Kevin Fonseca no se divorció de ti porque ganara la lotería de 650.000 euros, sino es porque fuiste la que no cumpliste con tu deber como esposa.-
-Frida, eres muy molesta. El divorcio era algo que quería mencionar hace mucho tiempo. No quieres el divorcio, ¿todavía quieres repartir la propiedad?-
Recordando estas palabras, la cara de Frida no podía distinguir si era lluvia o lágrimas, y su visión estaba borrosa.
Había un Bentley plateado en el pasillo que volaba hacia allí, algo que el excesivamente triste Frida no notó.
No fue hasta que el coche estuvo casi delante de ella que reaccionó, pero su cerebro estaba en un estado muerto, viendo cómo el coche se dirigía directamente hacia ella misma.
Se escuchó un fuerte sonido de frenado.
El Bentley hizo un giro brusco, y se pudieron ver las habilidades de conducción del propietario, que iba demasiado rápido y chocó accidentalmente contra el barandilla.
se quedó quieta, con el corazón latiendo frenéticamente.
Era tarde por la noche, la zona estaba tranquila y no pasaban coches, el Bentley tampoco se movió más.
reaccionó de repente, limpiándose las lágrimas de la cara con fiereza, y luego dejó la maleta y corrió hacia el coche parado.
El interior del coche estaba oscuro, y a travé de la ventanilla, Frida pudo ver vagamente la figura de un hombre tendido en el volante. Entonces, palmeó vigorosamente la ventanilla.
-Señor, señor, ¿estás bien?-
Estaba muy preocupada y pensaba que era su propia culpa, después de todo, la otra persona había provocado esto al evitarla.
Cuando oyó un clic, Frida rápidamente abrió la puerta e inclinó la parte superior de su cuerpo hacia adentro para preguntar.
-¿Estás bien? ¡Uy!-
Antes de que las palabras salieran de su boca, la mano de un hombre la metió en el coche.
¡Bang!
La puerta se cerró de golpe y se bloqueó.
las grandes manos de éste se cerraron alrededor de su cintura como si fueran cadenas, haciendo que no pudiera moverse.
-Suéltame, suéltame... -tartamudeó Frida al sentir el peligro.
-¡Cállate! Te quieres morir, ¿eh?-
El hombre que la sujetaba habló lentamente, con una voz profunda y grave, como vino dulce que se deslizó por su garganta.
Frida se quedó atónita durante unos segundos antes de darse cuenta de que él estaba hablando del accidente, y sacudió la cabeza rápidamente.
-Yo, yo no quería hacerlo-
-No me importa si lo hiciste intencionalmente o no, pero has venido aquí por tu cuenta, así que no me culpes a mí.copy right hot novel pub