Vanesa se quedó bien asustada que casi se cayó al suelo.
—Señora, yo…—dijo Vanesa con los ojos asombrados, mientras el resto se mantuvo calmado.
«Obvio que ya conocían todos el plan de la señora Cotilla.»
Frente a su rostro sincero y sonriente, Vanesa no sabía qué decir con la boca abierta.
«¡Qué sorpresa!»
—Pues yo, de hecho —dijo Vanesa con las frases entrecortadas.
La señora Cotilla se río de pronto,
—Entonces nos quedamos así —luego la señora Cotilla se dirigió a los presentes—. A ver ¿quién la quería adoptar?
—No tengo hija, señora, a mí me interesa —dijo el primer hijo de la familia Cotilla.
—Yo tampoco tengo hija —añadió el tercero hijo de familia Cotilla.
Vanesa se quedó totalmente sorprendida y confundida por lo que pasó ahora.
«¿No entiendo por qué todo el mundo me quería adoptar si no tengo nada valioso? Lo único que tengo es todo regalado por Santiago. ¿Desde cuándo me toca el sorteo gordo?»
—Con permiso —dijo Vanesa precipitada—, no soy de una familia noble ni tampoco tengo buena educación, me temo que…
La señora Cotilla la interrumpió agarrando su mano con aún más fuerza,
—¡No digas tonterías! Me caes bien ya es suficiente, no te subestimes ni te pongas nerviosa.
«Todo ha pasado de manera tan sorprendente, ¿no debería ponerme nerviosa?»
—Entonces que la adopte a tercero hijo de la familia Cotilla porque Benito Cotilla está en la misma edad de Vanesa, los dos tendrán tema común.
—Muy bien —dijo la madre de Benito Juliana Covarrubias—, siempre quise tener una hija, por fin he podido cumplir el sueño.
«¿Cómo podría decidir mi destino tan fácilmente si no soy un regalo? ¡Padres fáciles!»
Se le acercó Juliana sonriendo,
—¡Pobrecita! No te preocupes que no sufrirás nunca aquí bajo nuestro cuidado.
Con la boca cerrada, Vanesa bajó sus miradas.
«¿Qué debería hacer ahora? Si digo que no, ¿los dejaré en ridículo? Pero si lo acepto, me siento incómoda. ¿Cómo llegué a ser parte de su familia en un santiamén?»
Con una sola mirada furtiva, la sirviente le pasó a la señora Cotilla una cajita.
—Vanesa, aquí tienes un regalo que te preparé. A partir de ahora, ya somos una familia —dijo la señora Cotilla sonriendo.
Con un rostro sorprendido, Vanesa movió las manos diciendo,
—No, no, no, señora Cotilla, no podré aceptarlo, el regalo es tan valioso que no…
—Para —dijo la señora Cotilla agarrando su mano—, esto es casi nada, no seas tan cortés conmigo, ya somos una familia.
La sirviente abrió precipitada la caja, ahí estaba dentro una pulsera de color púrpura.copy right hot novel pub