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La Gran Sultana

Bonus: Atenea XXI

Atenea miraba con adoración a la pequeña que ahora descansaba en sus brazos, apenas tenía unos días de nacida y era hermosa pero su imagen le dolía, pues era idéntica a su pequeña Jesin que había fallecido hace 500 años atrás. Había logrado convencer a Hera de que le dejara usar la partenogénesis y ahora había tenido a su segunda hija en toda su vida inmortal, al igual que su pequeña Jesin, ella tenía los ojos azules al igual que ella y era rubia, pero al bajar a la tierra a seguir su destino uno de sus ojos cambiaria a un verde oscuro mostrando su lado mortal mientras que el azul mostraría su lado divino

Su hermana Artemisa estaba a su lado haciéndole caras a la pequeña recién nacida, su nombre aun no lo desidia pues comúnmente lo escogen las madres que ella seleccionaba para sus hijos. Le dolía, obviamente le dolía el ver como su hija de su sangre le diría mamá a otra mujer que no fuese ella, pero sabía que debía ser así, todos los que vivían en el olimpo eran dioses, no había mas niños y ella crecería sola y excluida, siempre discriminada pues al ser hija de ella nacida de la partenogénesis era una semidiosa, no un dios completo como los demás en el olimpo. Sería la única que crecería, la única que envejecerá y la única que morirá, sola y excluida

Por eso era mejor enviarla con los humanos, donde ella destacaría, donde sería una prodigio que todos admiraran y aplaudirían, su hija sería reconocida por todos y por todas y moriría en la fama y riqueza, pues era su hija y estaba destinada a convertirse en una famosa exploradora espacial y deportista destacada a nivel mundial según Apolo y las moiras y no podía estar más orgullosa de ella, aunque nunca podría verla en acción o abrazarla y felicitarla hasta el día de su muerte

Y eso era sí solo su padre consideraba que había hecho algo lo suficientemente valeroso como para convertirse en una diosa (Entre los dioses, ninguno entendía porque Dionisio era un dios, digo, el tipo solo inventó el vino, el whisky era mejor según Atenea)

Atenea dejo con un dolor en su corazón a su hija en un hospital, la bebe de una mujer había muerto poco después de nacer, pero ninguno se había dado cuenta aún, así que cambió el color de pelo y ojos de su hija para que se parecieran a los de la mujer y se llevó el cuerpo de la pobre niña que había perecido

Observó con ojos llenos de lágrimas como aquella mujer nombraba a su hija Jessica, cuando ella en su mente la había llamado Sophia, el nombre griego que significaba sabiduría

También la nombró Artemisa de segundo nombre y casi podía ver a su hermana menor bailar de la felicidad en el Olimpo, dicho y hecho al llegar su hermana le estaba sacando en cara a sus hermanos que su hija tenía de segundo nombre el suyo

La observó entre las sombras como una acosadora, pero era una madre preocupada, su pequeña Jesin había muerto a los 21 años, pero había sido molestada toda su vida y Jessica no fue la excepción, pero esta vez escogió a una madre dedicada, pues su hija heredó su manía de moverse siempre, algo que los mortales llaman TDAH y eso hacía que le fuese difícil estudiar a pesar de ser muy inteligente

Aquella mujer, Helena Gibbons, amó a su hija con pasión que le dio tranquilidad, pues amaba a su hija como ella la amaba y la cuido de todo mal posible. Aunque Atenea casi se había descubierto cuando Jessica siendo una niña de 12 o 13 años había creado una bomba casera ¡Una bomba! Ares se rio un mes entero diciéndole que le agradaba su sobrina, pero ella no encontraba el chiste ¡Su hija pudo morir!

A medida que fue creciendo, se notó su sangre olímpica haciéndola hermosa, además de ser lesbiana, todos en el Olimpo eran pansexuales, eso era reconocido mundialmente. Sus hermanos se transforman dependiendo de la persona que le gustara sea hombre mujer, unicornio o monstruo marino y su hija había decidido que las mujeres eran lo mejor de este mundo ganándose aún más el cariño de su tía Artemisa que la bendijo con el don del tiro al arco. Algo que su hija aprovechó sin saberlo ganando las olimpiadas

Ese día Atenea se sintió tan feliz que casi exploto, porque las olimpiadas eran una de las tradiciones griegas más antiguas del mundo moderno, algo tan importante tanto para los humanos hoy en día como para ellos en el olimpo que disfrutaban de verlo cada vez que se hacía, era el recuerdo de sus años de glorias donde la gente creía en ellos, aunque aún había muchos helénicos en el mundo ya no eran la religión dominante y la verdad estaban bastante bien con eso

Aquellos juegos eran como volver a los años brillantes y mucho más sencillos. Por eso el momento que vio a su hija participar se sintió orgullosa, porque era la primera semidiosa en milenios que participaba en esa competencia y se sintió aún mejor cuando su hija gano

Le hubiera gustado bajar de su trono para poder darle una corona de laureles de oro mostrando su victoria y ponerla sobre su cabeza, como se hacía antes, pero tuvo que contentarse con verla ponerse la medalla de oro en su cuello, sonriendo brillantemente mientras sostenía una bandera del país donde vivía actualmente

Mismo orgullo sintió cuando la vio subir a aquel cohete que la llevó por primera vez fuera de la representación de Gea, que su hija sea la primera semidiosa en salir del planeta es algo para presumirle a todos en el olimpo, y así por años se sintió orgullosa de su hija, aunque ella no supiera lo orgullosa que estaba de ella

Un día su hija se fue a Estambul a visitar al amargado de su padre, así que unas semanas después de la ida de su hija, Atenea bajó de su trono en el olimpo para sentarse en la biblioteca personal de su hija en New York. No era la primera vez, siempre le dejaba libros para guiarla hacia sus metas y ahora su hija estaba planeando el como ir hacia marte por lo que necesitaría su ayuda para lograrlo

Estaba a punto de poner el libro cuando escucho la puerta abrirse lo que la sorprendió, Helena Gibbons no estaba en casa y no sentía el aura de nadie, debió ser el viento o tal vez Artemisa que a veces bajaba del Olimpo con ella para afilar las flechas de su hija. Al escuchar los pasos delicados y silenciosos, supo que era su hermana menor

- El arco y las flechas no están aquí- Dijo al aire sabiendo lo que buscaba su hermana

- Me temo que eso no es por lo que estoy aquí, madre- El corazón de Atenea se detuvocopy right hot novel pub

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