Una semana más tarde…
Estaban casi a la quincena de enero, Edward ni Cipriano se había vuelto a hablar, por lo que Cipriano no había vuelto a aparecer por la mansión, Amelia se dedicó a aprender más cosas sobre esa época, aunque lo que de verdad de le daba increíblemente bien era ser una socialité, toda la ciudad parecía conocerla y en sus paseos por el parque o el centro de la ciudad con Samira y Olivia eran abordadas por distintas personas desde esposas de barones hasta el duque más afortunado, todos querían conversar con ella muchos parecían querer hacerse su amiga, pronto Edward le explico que si tenía esa popularidad en la ciudad era una buena señal y seguramente las personas que querían ganarse su cariño pensaban que tenía una enorme influencia y que ella los ayudará para mejorar su estatus social, Amelia casi podía sentirse una influencer y se imaginó ella con toda una ciudad siguiéndola por todas sus redes sociales.
Pero, sin embargo, esta nueva influencia que estaba obteniendo no le quitaba de la cabeza el problema de Edward y Cipriano seguía creyendo que la causa había sido ella, lo que la hacía sentir terriblemente culpable, no pasó mucho tiempo hasta que se convenciera así misma que si Edward se negaba a darle la información necesaria solo podía acudir con el otro involucrado y para eso ideó un plan, ahora que todo el mundo parecía conocerla, no podía simplemente ir a ver a Cipriano:
-¿Estás loca? -Se rio Olivia y Samira de su plan
-No, necesito saber que paso entre Edward y Cipriano -Les dijo ella, Amelia había notado que Olivia se ponía incómoda con la mención de Edward, pero podía imaginarse que había pasado entre ambos y no le parecía por los momentos algo que mereciera una urgencia, luego se encargaría de arreglar la relación de esos dos
-Ambas vamos a la iglesia -Dijo Olivia malhumorada -y tú también deberías ir - ambas jóvenes habían notado que Amelia nunca iba a la misa de los domingos a la iglesia y era algo que querían discutir con ella desde hace mucho tiempo, no quería ser amigas de una apóstata
-Olivia no debes faltar a la iglesia, solo si alguien les pregunta por mi decir que estuve con ustedes en la iglesia, pero me sentía mal y regrese, no tardaré más de una hora -Prometió Amelia, su plan era sencillo primero debía decirle a Edward que visitará a alguna de las dos jóvenes y, pero ir en realidad a hablar con Cipriano, ya sabía por el servicio de la mansión que él tampoco iba a misa los domingos, hablar con él y regresar, claro Thomas tendría que dejarla en la casa de alguna chica y luego ella pagaría a un cochero para que la llevara a la mansión y al ser un domingo nadie se debía enterar de lo ocurrido
-Yo lo haré -Dijo Samira -Solo si me prometes que en serio no es algo que vaya a perjudicar luego -Amelia supuso que se refería a un posible escándalo si alguien se entera de lo sucedido
-Por supuesto -Le sonrió
El domingo de esa misma semana…
Amelia llevaba una capa negra con capucha que había encontrado en el fondo de uno de los roperos de la mansión, está olía a polvo, pero con ella se aseguró de cubrir su cabello y su rostro, se sentía como una fugitiva en una película, pero el plan estaba marchando perfecto, no había nadie en las calles y cuando llego a la puerta del doctor se sintió aliviada, toco la puerta.
Cipriano había pasado tres semanas de lo peor, quería ir a hablar con Edward, pero la situación en sí era ridícula y le lastimaba la moral que él fuese el responsable de una escena tan salvaje, por lo que no se acercó a hablar con Edward y trato de llevar su vida de doctor lo más normal posible.
Se estaba revisando el hematoma de su ojo que aunque tenía mejor aspecto todavía lucia horrible, pero por lo menos este ya podía abrir su ojo en su totalidad. Cuando sintió el sonido de alguien llamado a la puerta dijo:
-Dios por favor que no sean más familiares, porque juro que sea quien sea le patearé el trasero -Abrió la puerta de un golpe, y vio una figura con una capa que entro rápidamente en su apartamento y antes de que pudiera reaccionar ya había cerrado la puerta -¿Quién...? -Amelia se quitó la capa y lo miró fijamente, por su repentina y abrupta entrada ambos estaban muy cerca del otro -¿Qué haces aquí? -Reemplazo la pregunta
-Tenía que hablar contigo -dijo, pero sus ojos no se apartaban de los de él, Amelia examino el cardenal que de un color casi negro había pasado a un morado brillante casi como el de los dibujos de las galaxias, no pudo evitar levantar la mano y posarla en su rostro -¿Cómo sigue tu ojo? -Le pregunto, Cipriano trago saliva no sabía si debía apartar la mano o dejarla, recordó cómo su madre había apartado su mano y lo mucho que le había hecho enojar, el desvío la mirada
-Me encuentro bien -Dijo, Amelia le seguía tocando el rostro y él sintió como el calor de su mano parecía irradiar por todo su rostro, volvió a mirarla, “otra vez estamos muy cerca”, él puso su mano izquierda en la puerta y se inclinó hacia ella, tenía la intención de volver a preguntarle con la mirada más sería posible que hacía en su departamento, sin embargo, al verla, ella tenía los ojos como platos viendo hacia su torso, entonces recordó que aún no se había puesto la camisa, Cipriano fue aún más consciente de la posición en que se encontraban, él prácticamente la estaba arrinconando y mientras se encontraba semi desnudo, pero su boca pronunció las palabras antes de que su mente pudieran pensar -¿Puedo besarte?
Amelia tragó saliva, mirando fijamente los ojos de colores distintos que la miraban fijamente, la pregunta la había tomado desprevenida, sintió que su cuerpo se estremecía. Sin embargo, y a pesar de sus deseos, retiró su mano del rostro de Cipriano y dijo:
-Primero dime ¿Qué pasó entre Edward y tú? -Cipriano que todavía se encontraba resentido por el gesto de su madre una semana atrás, sin embargo, él no sintió una negativa de parte de Amelia
-¿Eso no fue un no, cierto? -Pregunto algo embobado y se maldijo a sí mismo ¿por qué estaba actuando de esa manera? Quizás llevaba mucho tiempo estando solo y no podía evitar sentirse embobado al lado de ella.
Las semanas anteriores en las que por primera vez en su vida había estado completamente solo, sus pacientes lo había evitado sus consultas después de la pelea, él sabía que esto era solo temporal, pero lo que realmente lo hacía sentir más solo que nunca era la gran brecha que se había abierto entre Edward que él consideraba como su única familia y él. Aunque para ser del todos sinceros la gran parte de la semana se la había pasado pensando en Amelia y había dejado que su imaginación corriera...
-Responde -Fue su respuesta
-No lo recuerdo, tome mucho -admitió Cipriano -pero creo que lo que se dijo del pago fue la razón -Amelia noto que Cipriano no se había alejado y todavía seguía arrinconada contra la puerta, él la veía fijamente y esto le hacía acelerar su corazón
-¿No fue por lo que pasó? -Cipriano lo entendió, ella pensaba que lo que había ocurrido fue por ella, él se acercó un poco más a ella, tratando de parecer coqueto
-¿No me digas que te preocupaste por mí? -ella tragó saliva
-No quiero que nadie salga lastimado -Fue su respuesta y él se sintió decepcionado, Amelia podía sentir que el doctorcito no estaba comportándose como lo hacía siempre, ella también se acercó a él, y él dio un paso hacia atrás para alejarse, era consciente que ese coqueteo no era bueno aunque él deseaba besarla -¿Seguro te encuentras bien? - ella puso su mano en su hombro
-Lo estoy -Cipriano sintió que sus ansias por besarla habían desaparecido con la aparente indiferencia de ella, sin embargo, su mano parecía estar ardiendo sobre su piel -Creo que deberías irte…
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