Minutos más tarde Oliver se encontraba bailando con la recién casada, mientras que Olivia y Amelia se encontraban cerca de una mesa repleta de dulces, Amelia quien decidió tomar este como el último fin de semana antes de irse suspiro y decidió hablar con Olivia directamente como si se tratara de Hannah:
-¿Te ocurre algo? Lo pregunto por qué siento que me estás evitando
-No te…
-Por favor Olivia sé cuando alguien me evita y tú lo estás haciendo y no solo a mí, sino también a Samira… si es algo que dije o hice puedes y estás en tu derecho, pero no te desquites con Samira
-No te evito, solo me avergüenzo -Dijo finalmente
-¿de qué?
-El vizconde… -Amelia lo entendió todo
-No me importa el vizconde -la interrumpió -Él puede cortejar a quien quiera yo ya lo rechace -Amelia le dio una sonrisa cálida -pero la pregunta es ¿realmente quieres que él te corteje? -Olivia la miró sorprendida, pero luego se sonrojó rápidamente
-yo…
-Edward no me lo ha dicho, pero no es difícil saber que uno más uno es dos cuando los hechos te golpean en la cara -Amelia siguió, ella sabía que la pelea de Cipriano y Edward se dio después de que el vizconde apareciera a cortejar a Olivia y su humor era de perros básicamente desde ese día, también Olivia había comenzado actuar extraño ese día, Olivia se sonrojó enormemente -tengo que comentarte un secreto -dijo Amelia al final -Algunos familiares de mi exesposo me han estado escribiendo -mintió, pero era la excusa que planeaba poner, ya que no podía desaparecer solo porque si-ellos no se encuentran en el país, pero me aseguraron que me cuidaran tan bien como lo ha hecho Edward hasta ahora -Olivia la vio estupefacta -pero si me voy quiero saber que Edward todos van a estar bien por lo que si me dices ahora mismo que amas a Edward tanto como sé que él te ama, iré inmediatamente a interrumpir baile con la señorita Baudin y lo traeré a tu lado inmediatamente y si no viene le patearé el trasero de acá a la eternidad -Culminó Amelia y Olivia parecía un poco avergonzada por ser expuesta de esa manera, sus sentimientos hacia Edward siempre había sido claros, pero alguien interrumpió su conversación
-Señoritas es un gusto poder saludarlas -Saludo la señora Baudin
-¿Cómo esta señora Baudin? -Saludaron ambas chicas con una leve reverencia, la baronesa se estaba abanicando con un enorme abanico de plumas
-Bien, ya que no me la había podido encontrar señorita Amelia no he tenido la oportunidad de preguntarle ¿Es verdad que planea abrir la temporada? -Algunas nobles le habían preguntado a Amelia si ella haría alguna fiesta en la temporada de cortejo al comienzo de marzo
-No -negó Amelia
-Oh -la señora Baudin fingió sorpresa, Amelia con sus diferentes interacciones con distintas personas de la alta sociedad sabía que la familia Baudin eran quienes planeaban la fiesta de inicio de temporada, supuso que tal honor era algo que la señora disfrutaba hacer y no la culpaba por sentirse deleitada por ser la primera en dar una fiesta y seguramente le preocupaba que una recién llegada le quitara el protagonismo -¿entonces usted no se quedará para la temporada?
-Lo más probable es que me quede -La pregunta le parecía algo extraña y amelia se preguntó si la duquesa la había estado escuchando
-me dio la impresión que usted solo se había quedado para las fiestas…
Samira nunca olvidaría el día de su boda, este había sido el peor día de su vida, El hombre con quien se había casado era un monstruo, no era solo un viejo gordo y mal hablado, sino que verdaderamente era un hombre cruel que no espero a que ella se sintiera lista para comenzar el acto sexual, sino que también la golpeó y la insulto casi toda la noche.
Lo único que hizo que Samira pudiera aguantar la noche de bodas fueron dos cosas, la primera y más importante el dulce beso que le había dado Amelia antes de su boda, ella no había estado segura, pero sabía que casi desde el primer momento Samira amo a Amelia, lo segundo fue el baile que había tenido con Oliver, el chico era casi tan tímido que ella y aun así él se esforzó de que ella se sintiera un poco más cómoda.
Desde la boda, Alessandro de Navarra no podía dejar de toser, tosía mientras hablaba, comía, tomaba agua o dormía, se encontraba cansado, le dolía el cuerpo y tenía un dolor de cabeza horrible y cada vez que tosía salía de él una asquerosa mucosidad y sobre todo su estado de ánimo no era el mejor por lo que a pesar de que los gemelos Laurens, Edward iban a verlo para saber como se encontraba, él no les permitía que lo vieran, los únicos que podía verle era el doctor Cipriano y Amelia.
El doctor se había quedado con él desde la boda, él había luchado con la tos, pero ya el vizconde era consciente que la enfermedad había superado todos los conocimientos de Cipriano, Alessandro se comenzó a recriminar así mismo, él se había preocupado y cuidado enormemente por el frío del invierno, pero se había descuidado con el cambio del clima, los días donde un momento hacía frío y al siguiente hacía calor eran mucho peores que los días con temperaturas estables.
El vizconde no quería que Amelia lo viese de esa manera tan patética y mucho menos que entrara en su habitación, sin embargo, él pensaba en ella como un huracán, una fuerza de la naturaleza incontrolable que hacía lo que ella quería y atraía de la mejor forma a las personas hacia ella, así que a pesar de su negativa de que la joven fuese a verlo ella no le importo entró en su habitación abriendo las puertas de golpe y se sentó con él para comentarle todos y cada unos de los chismes de la boda que se había perdido, ayudaba al doctor con cualquier medicamento y trataba de darle los alimentos:
-No tienes por qué estar aquí -dijo Alessandro
-¿Para qué son los amigos si no están con uno cuando se les necesita?
Con ese argumento ella se había quedado, incluso cuando Edward y Cipriano le habían reprochado, pero ella simplemente les ignoraba, en los mejores momentos del día cuando la tos parecía que iba disminuyendo podían jugar una o dos partidas de ajedrez, a ambos le encantaba y esta falsa normalidad lo reconfortaba.
Para Cipriano y para Amelia la situación se veía muy mal, la boda había ocurrido hacía casi cinco días, pero el vizconde no daba señales de mejorar, no podía ni siquiera comer y esto provocó que perdiera peso de manera alarmante y a este se le habían formado unas enormes bolsas debajo de los ojos debido a que tampoco había podido dormir bien.
Después de una partida de ajedrez, el vizconde le dijo Amelia que necesitaba dormir y se recostó una mecedora, ella se levantó y cerró la puerta, pero aun así podía escucharlo toser fuertemente ¿cómo podía dormir así? Al bajar se dio cuenta de que Cipriano estaba en la cocina, se acercó para verlo a él y a otra dos jóvenes de la servidumbre haciendo una “poción” que no era más que un remedio medicinal:
-¿Crees que eso le ayude? -El doctor ni siquiera se había dado cuenta de que Amelia estaba parada en la puerta por lo que se asustó al escuchar su voz
-Me gustaría creer que sí, aunque con la tos ni siquiera sé si podrá tomarla -para Cipriano el mayor problema caía en que él no podía tomarse las medicinas y para Amelia el mayor problema era que no tenían los avances tecnológicos, tal vez si lo lograban nebulizar o darle alguna medicina inyectada, pero claro ella no tenía ni idea de cómo funcionan ninguna de esas cosas, sin embargo, se aventuró a soltar la siguiente idea
-¿y si no se la toma? -Cipriano la vio como si fuese estúpida
-¿Entonces propones que se la ponga como una pomada?
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