Amelia seguía viendo en los ojos bicolores cierta melancólica, ella pensó que claramente se debía a que Cipriano al igual que ella estaba pasando por un muy mal momento, "sea lo que sea que paso con su madre tuvo que ser algo malo", aunque en realidad el pensamiento de Cipriano estaba en la salud de Amelia:
-Cipriano -llamó ella al cabo de un minuto mientras recogía su vestido del suelo -¿Puedes darme un abrazo? -la petición de ella lo tomó desprevenido, sin embargo, asintió y se acercó para abrazarla, Amelia pensaba que con un abrazo ambos podrían confortar sus penas de alguna manera
"Ella encaja perfectamente conmigo" pensó él mientras Amelia lo abrazaba de una manera muy íntima, ella lo abrazaba apoyando su cabeza en su hombro, si él baja un poco su cabeza podría oler algún rastro del olor a frutas en su cabello mojado, si bajaba un poco más podría darle un beso en la frente y si ella subía un poco podrían besarse.
Ninguna mujer que él conociera hubiese aceptado nunca un abrazo así, sus cuerpos estaba completamente pegados el uno del otro, su ropa comenzó a humedecer debido a que ella seguía mojada:
-Creo que debes vestirte ya -Cipriano la apartó rápidamente, mientras se sonrojaba un poco -si alguien nos llegara a ver en esta situación...
-Sería un escándalo -se burló Amelia, en los últimos tres meses había escuchado demasiadas veces esas palabras, aun así se puso el vestido rápidamente y ambos comenzaron a marchar con los primeros rayos de sol hacia la mansión.
Desde que Edward había entrado a la mansión, el set de cartas que estaba en la mesita más cercana a la entrada le había llamado la atención, apenas la servidumbre se estaban preparando para comenzar la labor del día por lo que no habían visto todavía las cartas, Beatriz que estaba tan despierta como si fuese mediodía, vio también el set de cartas, sin embargo, antes de que pudiera ver de qué se trataba Edward dio su orden:
-por favor lleva a nuestra invitada de honor a desayunar
-enseguida -no le quedó más remedio a Beatriz que responder y salir con la invitada hasta la cocina
Edward abrió y leyó la carta, le tomó varias lecturas para entender bien lo que allí decía, Amelia no estaba acostumbrada a la escritura con tinta, había enormes manchas en el papel y la letra era sumamente infantil.
Cuando se dio cuenta de lo que decía salió con rumbo al lago, sin embargo, cuando iba cruzando por el jardín principal se encontró con Cipriano y Amelia caminando ambos tenían cara melancólica, pero Edward estaba molesto:
-¿Una carta? -le preguntó a Amelia y ella lo miró sorprendido -una maldita carta -le mostró la carta que tenía en su mano - ¿Qué crees que soy una golfa barata? -Cipriano trató de ocultar su cara para reírse de la pregunta de Edward, sin embargo, él no se había olvidado que ellos dos no deberían estar juntos a esa hora de la mañana -¿Qué haces tú acá? -Le pregunto molesto
-Estaba en casa del vizconde, pero decidí regresar a mi hogar, pero Margarita estaba en mi casa otra vez
-¿Tu mamá? -Edward arrugó la cara - ¿cómo que otra vez? -Cipriano tenía leves recuerdos de haber contado lo que había ocurrido con su madre aquella vez en el bar, pero era obvio que ambos habían estado borrachos y él no recordaba lo que ambos hablaron
-¿No te acuerdas?
-No, pero eso tampoco explica que estás haciendo a solas con ella -gruño Edward, Amelia lo vio con dudas, eso era cierto ¿Por qué Cipriano estaba con ella si venía a ver a Edward? Lo más lógico era que él llegara hasta la mansión y se enterara de que Edward no se encontraba
-llegué justo cuando ella iba caminando hacia al lago y me preocupe que le pasara algo por eso la seguí -Respondió con bastante seriedad
-Eso tiene sentido para mí -Edward aceptó la explicación sin más, mientras buscaba en sus bolsillos un habano -¿Si estás acá quiere decir que no tuviste éxito? -preguntó de repente a Amelia, seguía muy molesto por la despedida por carta de ella, ella se había convertido en su familia ahora ¿cómo podía despedirse de él de esa manera? Pero podía ver por la cara que estaba destruida por no haber regresado a su hogar, por lo que la regañaría de igual manera, pero no sería tan severo con ella, era un momento… delicado por decirlo de una manera ninguno de los dos sabía cómo hacerla regresar y aunque odiara admitirlo de los tres presentes el más inteligente y dado a resolver problemas era Cipriano, pero este se negaba a colaborar
-Así es -le respondió ella
-No te agobies seguiremos intentando -dijo Edward para tranquilizarlo
-No -se negó Cipriano -Lamento ser tan directo, pero ella no está bien de su cabeza no puedes seguir tratándola como si fuese una viajera del tiempo o que sé yo… uno de los dos terminará haciéndose daño
Amelia tuvo una oleada de emociones que la hicieron distinta en muchos sentidos, sentía que la sangre le hervía de la rabia y al mismo tiempo su cuerpo se sentía frío y entumecido como si fuese un cadáver no podía dar crédito a lo que había escuchado, abrió la boca para protestar, sin embargo, una niña de alrededor de unos cinco o seis años de edad caminaba con pasos firmes en su dirección
-¿Y esa niña? -Pregunto desconcertada
-oh, si es Mary Acosta -dijo Edward como si lo acabara de recordar y antes de que dijera algo más la niña estaba a su lado con una cara muy seria, a Amelia y a Cipriano les pareció graciosa su expresión, era la expresión que quedaba mejor en un adulto y no en una niña, era una niña bonita aunque no hubiese nada en ella que la hiciera resaltar de otras niñas -Es mi protegida
-Así que era cierto que planeabas tener una protegida -Pregunta Cipriano arrodillándose para ver fijamente el rostro de la niña y le dedicó una sonrisa amable y dulce, la niña se sonrojó y se puso detrás de Edward, Amelia insulto para sus adentros a Cipriano quien podía ser muy dulce a veces, pero en realidad era el hombre que la llamaba loca abiertamente -Hola mi nombre es Cipriano DeLuca es un placer conocerte -sin embargo, la niña se ocultó aún más detrás de Edward
-¿Qué pasa Mary? -preguntó Edward confundido mientras trataba de moverse para dejar de ser su escondite, sin embargo, la niña lo había agarrado fuertemente de la ropa y él no podía moverse sin lastimarla
-Creo que la estás asustando -Le dije a Cipriano para que se pusiera de pie inmediatamente, la niña se asomó solo un poco para ver como Cipriano se volvía a poner de pie y examinar a Amelia
-¿Es ella? -Pregunto a mirando a Edward y este se ruborizó al acordarse que la última vez que había visto a la niña él le había dicho que no podía casarse con ella porque ya amaba a otra, sin embargo, ella ya lo había rechazado
-oh no, no -le dijo rápidamente -Es mi prima, esta de visita por un tiempo -Amelia tomó la curiosidad de la niña hacia ella como algo bueno
-Mi nombre es Amelia, es un placer conocerte -dijo mientras hacía una reverencia, la niña la miraba con ojos escrutadores, juzgo su reverencia, su vestido, su cabello e incluso su sonrisa, lo que hizo que Amelia se sintiera incómoda, pero al cabo de un momento su opinión se formó y parecía haber aprobado a Amelia
-Mi nombre es Mary Ann Acosta Zambrano, es un placer conocerla -Hizo una reverencia, Amelia quería reír a carcajadas la niña parecía tener la personalidad de mujer adulta, que era un contraste enorme con lo que se esperaba a una niña de su edad -¿Por qué esta mojada? -preguntó con curiosidad
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