-Puedes ir a jugar con ellas, pero no te pierdas de mi vista ¿entendido? -La niña asintió con la cabeza y salió corriendo al grupo de niñas, todas de una u otra forma se parecían a su padre que a su vez se parecía a Cipriano, algunas tenían el cabello negro, otras tenían los ojos azules o de color chocolate aunque ninguna tenía heterocromía
-¿Cipriana eh? -Amelia no le calzaba del todo que Donato hubiese nombrado a una de sus hijas con ese nombre si parecían llevarse mal
-La ayudé a traer al mundo -La voz de Cipriano detrás de ella la hizo sobresaltarse como si hubiese estado haciendo algo malo, Cipriano que había recordado que se había olvidado de contar a Cipriana en sus cuentas la otra vez se sintió algo avergonzado, recordó que la última vez que su primo y él se llevaron bien fue cuando Cipriana vino al mundo era su segunda hija, la bebe era tan parecida a Cipriano que Donato acusó a su esposa en pleno puerperio de infiel aunque inmediatamente tuvo él mismo que reconocer que era imposible, ya que cuando su esposa se embarazó estaban en otro país y era imposible que su primo dejara embarazada a su mujer, sin embargo, Crista no era una mujer sumisa y no había a dejar pasar esa humillación, Así que Crista viendo aun a la bebé en brazos del doctor que la había traído al mundo y reconociendo su gran parecido dijo “el parecido es increíble y ha sido una suerte que tu primo estuviese cerca cuando entre en labor… tal vez es una señal” y de esa manera Crista nombró a su hija con su nombre, cosa que no había hecho con el nombre del padre sus hijas
-Mi esposa estaba tan agradecida con mi primo que estaba en sus primeros años de medicina y, sin embargo, la atendió como todo un profesional que no pudo evitar llamarla así -dijo Donato pensando en que Crista lo había hecho con toda la mala intención del mundo, ya que ella conocía un par de cosas que su primo no conocía
-Déjeme adivinar cuál es Cipriana -dijo Amelia observando a las jóvenes, la mayor tendría unos catorce años y la menor tendría apenas unos dos años aproximadamente, todas eran bonitas y con rasgos parecidos, Amelia miro a Cipriano y luego dirigió su mirada a las niñas una de las mayores que tendría entre nueve o diez años era la que más se le parecía, tenía el cabello largo expreso y negro, ojos de color chocolate y la expresión seria del doctor -Es la mayor de vestido rosa -Donato sonrió y Cipriano le dirigió la mirada a la niña que jugaba con sus hermanas y Mary Ann a un juego de persecución
-Si es ella ¿Cierto que se parecen?
-tanto que acusó a Crista de adulterio -masculló entre diente Cipriano, que seguía parado detrás de Amelia así que no pudo ver que expresión puso ella -Claro luego te diste cuenta de que estuvieron muy lejos de mí cuando se embarazó
-Si, lo sé ya me disculpe -Cipriano pensó que en realidad nunca se había disculpado por eso, tal vez se había disculpado con Crista, pero con él no -es indudable que son mis hijas
-¿y su esposa? -preguntó de repente Amelia
-Murió en el parto de nuestro hijo, lamentablemente el niño tampoco sobrevivió
-Oh lo siento mucho -Amelia no sabía por qué, pero Donato DeLuca no le parecía tan desagradable como le había parecido la primera vez que lo había visto
-Fue hace algún tiempo, no tiene por qué sentirlo -dijo el hombre -Pero aun así ansió a un hijo varón -Cipriano noto que los ojos de su primo se posaban en Amelia, pero ella ningún tipo de gesto que indicara que se diera cuenta de ese hecho y era porque esta se encontraba distraída viendo a las niñas jugar
-Amelia -llamó con notable incomodidad Cipriano, ella volteó para verlo, él se sintió sonrojo al verla mejor, llevaba un vestido sencillo color azul que le recordaba al día del baile, ella tenía las mejillas color sonrojadas por el calor y como siempre y muy a pesar de las horas que seguro había pasado arreglándose el cabello algunos mechones estaban fuera de su sitio -¿te gustaría ir a dar un paseo? -Amelia lo observó extrañada pero finalmente dijo
-Lo siento, pero estoy cuidando de Mary Ann tal vez en otra ocasión -Cipriano miro como su primo sonreía con malicia
Los días habían pasado y Amelia había disfrutado de las fiestas y reuniones con los nobles, aún los rumores de Olivia y Cipriano siguen en boca de algunos pocos, pero después de que Olivia comenzará a dejarse ver con Edward las cosas parecieron ir mejorando.
Amelia por su parte se había sorprendido a sí misma disfrutando de las frivolidades de las épocas, los bailes eran una forma muy entretenida de pasar las noches y aunque la comida no era la finalidad central de las reuniones, Amelia había disfrutado demasiado de la excelente comida que se servía y que en muchas ocasiones los nobles dejaban perder.
También le sorprendió lo muy bien que se llevó con Donato Deluca era un hombre casi tan agradable como el vizconde de Navarra cuando no se encontraba cerca del viejo desagradable, pero mientras más tiempo Amelia pasó cerca de Barón DeLuca y sus hijas se dio cuenta de que había algo extraño.
Olivia suspiró con algo de enojo lo que hizo que Amelia se alejara de sus pensamientos de la familia DeLuca:
-¿Qué te parece este color? -Amelia había descubierto que a Olivia le encantaba el color morado y que todos los vestidos que elegía eran de esa gama de color, pero ella estaba acostumbrada a ver las novias con vestidos corte de sirena o estilo princesa, con mucha pedrería de color blanco y no le gustaba el color morado como vestido de novias porque simplemente no se lo imaginaba, pero con Samira quien se casó con un vestido rosa viejo había descubierto que esta no era la tradición y tuvo que hacer memoria a una imagen que vio en una red social que decía que el color blanco de los vestidos de novias se popularizó gracias a la reina Victoria en 1840 por lo que aún estaban a 39 años para que esa tradición se estableciera para quedarse y los vestidos que su amiga elegía eran los más sencillos que había en la tienda, no parecía que se tratara de una novia, sino de una criada buscando vestido para ir a limpiar las casas
-Que mal gusto -respondió una voz conocida por detrás, era la señorita Baudin quien no la habían visto desde hace mucho, a su lado se encontraba con su madre, ambas iban de punta en blanco con peinados que parecía estar tan apretados que les estiraban la piel de la frente
Olivia se puso algo rígida, ella le había comentado tanto a Samira como a Amelia que ella misma cosió su vestido de novias, sin embargo, esa tarde mientras las jóvenes disfrutaban de una merienda, la señora Carlota llegó con paso tembloroso exigiendo a las tres jóvenes ir a la modista a comprar un vestido de novia, tanto Samira y Amelia no tuvieron opción que acompañar a madre e hija hasta la modista quien parecía haber estado esperando a Olivia desde el momento en que se hizo público su compromiso.
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