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La Llave En El Lago

Capitulo 75:

-¿Por qué no acepta mi propuesta?

-Por qué no lo quiero ahora suéltame

-¿Acaso es por Cipriano? -Él insistió sin soltarla

-dije que es porque no lo quiero -Amelia hizo algo que nunca pensó que haría en su vida y agradeció a Erick por enseñárselo, con la palma de su mano del brazo libre golpeó el mentón de Donato lo que hizo que este echara la cabeza hacia atrás y al mismo tiempo le pateó la entrepierna

-Eres una puta -chilló él mientras caía al suelo y se agarraba con

-lo que sea o no, no es su problema solo aléjese de mí -dijo Amelia mientras se tambaleaba lejos de él

-Él es solo un bastardo -fue lo último que Amelia escucho

Para Cipriano la pérdida del vizconde le había golpeado no solo a nivel emocional sino que a nivel económico, pero no pudo evitar sentirse horriblemente mal cuando vio a Amelia por primera vez desde el entierro, la joven parecía haberse puesto diez años encima, y de la ceremonia le parecía que ella estaba a punto de vomitar, se tambaleaba de un lado a otro como si las costillas le dolieran

Sin embargo, aunque le preocupase la situación de Amelia, otra cosa también llamaba su atención, su hermano mayor al que tenía bastante tiempo sin ver era el que estaba ayudando con la ceremonia, su hermano parecía un hombre completamente diferente al que él recordaba y el uniforme de la iglesia le sentaba raro.

Luciano a diferencia de Cipriano tenía una apariencia física más similar a la familia de su madre que a la de su padre, lo que resultaba de cierta manera para Cipriano gracioso porque Luciano era el favorito de su padre, pero no se parecían en nada y el que no era de su agrado era el que más parecido tenía.

Cuando la ceremonia terminó vio a Amelia desaparecer por la puerta principal de la iglesia y Cipriano planeo ir detrás de ella, pero su hermano le bloqueó el paso:

-Querido hermano hace años que no nos veíamos ¿Podemos hablar un momento?

-necesito hacer algo antes, pero te prometo que volveré para hablar contigo en un momento -Cipriano le prometió a su hermano

A este no le tomo mucho encontrar a Amelia que se estaba ocultando detrás de la iglesia, sin embargo, se paralizó al escuchar la voz conocida de su primo diciendo la palabra “boda” se asomó y él y su primo cruzaron miradas, su primo sonrió, Amelia le respondió algo que fue inaudible para Cipriano, pero supuso lo que dijo cuando este se inclinó y la beso.

Cipriano no se quedó a esperar a ver el desenlace de ese beso, era claro lo que estaba ocurriendo, olvidando su promesa a su hermano comenzó a caminar a la ciudad en el camino solo podía pensar en la sonrisa de satisfacción de su primo y de cómo se inclinó a besarla ¿se habían comprometido? Eso le parecía a él, ella le había repetido a él una y otra vez que no quería casarse, pero al final resulto que si, pero si resultaba que era una estafadora como él pensaba por lo menos estafaría al idiota de su primo.

Cuando Cipriano llegó a su apartamento se dirigió a escribir la carta que llevaba casi un mes intentando escribir:

Para la señora Lilibeth:

Aceptaré su propuesta, partiré dentro de una semana para su país, espero que pueda tener los trámites de la boda listos para mi llegada.

Atentamente

Cipriano DeLuca

20/07/1801

La carta era corta como sus sentimientos hacia la desconocida, pero los celos lo cegaron, pensando lo peor de Amelia, aunque en cierto momento de la noche pensó “¿acaso si yo le hubiese hecho la misma pregunta ella hubiese aceptado?” aunque pensó toda la noche no supo la respuesta y aunque pasaron los días no supo tampoco nada del compromiso de Amelia y Donato

Cipriano hizo todos sus arreglos para su partida, sin mencionarle nada a Edward que tenía el poder de convencimiento y de hecho lo evito a él y Amelia durante toda la semana, cuando partiera la carta ya estaría en manos de la señora Lilibeth y cuando llegara seguro la mujer tendría el permiso para casarse, aunque el niño fuese concebido dentro de un matrimonio a los sacerdotes no les gustaba que nacieran sin padres, no esperaba a que nadie de su familia acudiera a su boda, ya que a la mujer no le daría tiempo de avisar, solo tenía que irse el día que planeaba y ya.

Así lo hizo, esa mañana fue a despedirse de Edward que escucho su plan de boda y pensó que era un chiste, sin embargo, cuando vio la seriedad de su amigo se enojó y le grito a todo pulmón, Olivia y Amelia que estaban enseñando a tejer a Mary Ann se asustaron y corrieron para ver qué ocurría:

-Soy un maldito adulto, no necesito tu permiso -Las mujeres escucharon a Cipriano desde el segundo piso, pero ninguna se atrevió a bajar

-Entonces actúa como un maldito adulto -Gruño Edward aún más fuerte -No aceptaré esta tontería -Cipriano caminaba hacia la puerta principal y Edward iba detrás de él, Amelia y Olivia los veían curiosas desde el segundo piso, Cipriano se detuvo, dio media vuelta y las vio semi ocultas en el piso de arriba

-Me voy y no puedes hacer nada para impedirlo -Cipriano miraba fijamente a Edward, pero Amelia sintió que esas palabras eran dirigidas para ella

-Cipriano, escúchame… si te vas de esta manera te arrepentirás el resto de tu vida… -Edward trató de convencerlo, pero Cipriano ya había salido y azotado la puerta antes de que este terminara su frase -con un demonio -escucho Cipriano a Edward mientras subía al carruaje con el que viajaría por la siguiente semana.

Amelia fue informada por Edward al instante lo que estaba pasando y como la mayor parte de las cosas con las que había estado conviviendo desde que había llegado a esa época dejó que las cosas pasaran por su propia cuenta.

Aún después de una semana de obligarse a sí misma a comer y dormir aún se veía pálida y seguía estando baja de peso, no podía dejar que el hombre con quien se había acostado un par de veces la mortificara y desviara de su objetivo si, realmente lo que había ocurrido solo servía para motivar debía regresar y buscar su propia felicidad.

En todo el tiempo que había estado en el año 1801 había pensado que nunca busco el trabajo de sus sueños porque estaba muy cómoda trabajando con su familia, había aceptado vivir en el departamento que compartía con Erick porque estaba cerca de su trabajo y no porque realmente le gustara el sitio, había dejado de hacer muchas cosas porque estaba”cómoda” pero se prometió a sí misma que las cosas cambiaron tan pronto regresará renunciara al trabajo, conservaría la mansión porque ahora tenía un valor emocional que antes no, pero no podría vivir allí así que tal vez dejaría que se realizarán tour al interior de la mansión tal vez podía aprovechar y cumplir su sueño de viajar y conocer Egipto:

-¿Amelia me estás escuchando?-Pregunto algo irritada Samira, resulta que la bestia que tenía como esposo dejó de golpearla al enterarse de que ella estaba en cinta y se le veía de mejor ánimos aunque sin duda nunca volvería a hacer la misma niña inocente que antes

-No la verdad, no te estaba escuchando -Admitió Amelia viendo fijamente su barriga de embarazada, Samira tenía aproximadamente entre 4 o 5 meses y en realidad no se le notaba tanto el embarazo -Me gustaría saber si es niño o niña

-Me gustaría que fuese un niño -suspiro Samira -las mujeres no la pasamos tan bien

-Supongo que tienes razón -suspiro Amelia -¿Qué me decías?

-Oh sí, te decía que las Baudin harán una fiesta de té

-¿En serio? Creo que no ha llegado ninguna invitación ¿o si Olivia? -Olivia se había convertido en la señora de la casa y por ende era la que mejor informada estaba en los asuntos del hogar, desde que ella había llegado a la mansión Amelia había notado que tanto Edward y ella se tenían una veneración mutua, se amaban con locura, pero extrañamente el cursi de la relación era Edward y Olivia era un poco más seria y no mostraba sus sentimientos con la misma facilidad que Edward

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