Para Amelia fue extraño todo el tema del funeral y entierro del vizconde de Navarra, el entierro se hizo prácticamente el día después de su muerte y el funeral se realizará cuando su pariente más cercano dispusiera, pero a pasar las semanas se hizo evidente que nadie reclamaría el parentesco ni el título nobiliario, Edward le explico a Amelia que si pasado un mes ningún hombre reclama el título este pasaría a hacer nuevamente de la corona quien le entregará al título de vizconde a quien crean merecedor o mejor dicho quien le trajera mayor riqueza al país, lo mejor siempre era que algún familiar (hombre obviamente) demandará su puesto, pero al no ser un familiar directo esta persona se arriesgaba a que la corona examinara todos los aspectos de su vida de tal manera que todos los secretos de estos hombres quedaban tan expuestos como una bandera al aire y la mayoría de los hombres no querían pasar por esa situación
Los días pasaron y nadie reclamó el título así que fue obvio para todos sus allegados que se debía realizar el funeral, Edward, Cipriano y Oliver se encargaron de todos los detalles.
Amelia no tenía un vestido de luto y tampoco ganas de ir a comprar uno, no le parecía apropiado salir de compras cuando un buen amigo había muerto, y no es como si ella fuese ajena a la muerte, pero siempre era duro cuando alguien tan joven moría, pensar el vizconde le hacía pensar si tal vez ella moriría allí, tal vez no podría regresar a su vida y para los amigos de la familia ella sería una desaparecida más, después de tantos meses sus padres tal vez estaban esperando la noticia de que ella apareciera muerta en una zanja o algo así, estos pensamientos se le enredaban hasta los huesos y no la dejaban ni dormir ¿sus padres estaban buscándola en ese instante o tal vez ya la daban por muerta?
Edward le consiguió el vestido de luto de su madre a Amelia, esta se sorprendió al darse cuenta de que el vestido le quedaba unas tallas más grandes, todos decían que ella era idéntica tanto en el aspecto como el tamaño y contextura de la condesa, pero usando uno de sus vestidos se dio cuenta de que tal vez esto no era así, Amelia le pidió a Olivia que le diera unas puntadas al vestido, lo suficiente para que este no se le cayera en medio del servicio:
-¿Quemaste tu vestido de luto cuando lo dejaste? -preguntó Olivia de repente mientras metía un alfiler -he escuchado que algunas viudas hacen eso…
-Luego te lo contaré -dijo Amelia pensando que muy pronto le tendría que decir la verdad a Olivia, quien ahora vivía en la mansión -Creo que mi tía no era tan parecida a mí después de todo -Amelia suspiro viendo como Olivia ponía más alfileres
-¿Lo dices por el vestido?-Preguntó Olivia de mal humor
-¿Por qué más lo diría?
-Amelia quiero que te veas bien en el espejo -Amelia se paró en frente en el espejo y se sorprendió enormemente de su aspecto, había perdido peso, tenía ojeras y el cabello se le estaba poniendo opaco y la piel se le veía reseca -desde hace casi un mes, desde que murió el vizconde has dejado de alimentarse como se debe y los criados dicen que no duermes, que te la pasas como un fantasma vagando por la mansión y los alrededores, se que estabas enamorada de él, pero no puedes seguir haciéndote esto a ti misma -Amelia observó a Olivia, cuando Alessandro trato de cortejarla ella, ella se disculpó mil veces con Amelia porque pensaba que ella se había enamorado de él
-Olivia no amé nunca a Alessandro, era un gran amigo y nada más
-¿Entonces por qué te haces esto a ti misma?
-Si te lo cuento no me creerías
-Oh por favor…
Amelia se desesperó un poco, pero aun puesto con el vestido de luto se sentó de la manera en una silla cercana de la manera poco adecuada en la que se sentara normalmente en la silla de su escritorio mientras come una hamburguesa y le dijo “está bien te contaré todo” Amelia le contó todo, cada detalle de su vida en el futuro y sus miedos que parecían materializarse:
-¿Entonces era eso? -Preguntó Olivia como si no fuese la gran cosa
-¿Me crees? -se sorprendió Amelia al ver que su amiga no le daba gran importancia
-Bueno sinceramente eres bastante… singular -Olivia tardó un momento en encontrar una palabra, pero si Olivia le creía entonces a Amelia no le importaba que la llamaran extraña, singular o estrafalaria -¿Entonces llegamos a la luna? -preguntó Olivia mientras ayudaba a Amelia a quitarse el vestido.
Horas más tarde el velorio se realizó en la iglesia de las piedras, Amelia miró a su alrededor casi nadie de la ciudad había asistido al funeral, estaban algunos que otros nobles, Cipriano, la familia de Olivia, Edward y ella, entre los nobles le sorprendió ver a Donato Deluca.
La ceremonia pasó muy lentamente para Amelia que a pesar de que la iglesia estaba casi vacía se sentía extrañamente sofocante, le costaba respirar y sentía que el corazón le iba a estallar, cuando la ceremonia terminó, le indico a Edward que necesitaba un momento para tomar algo de aire, Edward se quedó hablando con algunos nobles que le rodearon a él y a Olivia para felicitarlos y preguntarles por su vida de casados.
Amelia se fue atrás de la iglesia y respiro tres veces profundo, se sentía punto de desmayarse, vio los árboles mecerse suavemente con el viento:
-¿Se encuentra bien? -Preguntó la voz de Donato
-Si, solo un poco conmocionada, el vizconde era un buen amigo
-¿En serio? -Pregunto sorprendido -Se rumoreaba que él la cortejaba pensé que tal vez su relación era un tanto más romántica
-No, solo amigos -Amelia le estaba comenzando a agradar el primo de Cipriano, pero quería estar sola en ese momento y él no parecía querer dejarla sola
-Entiendo, es una lástima perder a un amigo
-¿Conocía al vizconde?
-Oh no, venía ver a mi primo
-¿No podía buscar a Cipriano en su consultorio?
-Oh no a Cipriano no, a su hermano… Luciano -dijo él -Comenzó esta semana a trabajar como sacerdote acá -sonrió un poco -es gracioso porque nunca me lo imagine como un hombre religioso, sin embargo, creo que dio una agradable ceremonia ¿no cree?
-Supongo tan agradable como puede ser un funeral -Amelia sinceramente no había prestado atención
-Tal vez sea más agradable que asista a una boda
-¿disculpe? -Amelia le pareció irreal escuchar la palabra boda en esa situación en la que ni siquiera podía respirar, sin embargo, en vez de recibir una contestación con palabras el hombre la besó lo que hizo que ella se sintiera indefensa, el hombre había posado sus labios suaves y regordetes como salchichas en los suyos, a ella le tomó un momento poder asimilar lo que estaba ocurriendo y separarse de él -¡¿Qué está haciendo?! -exclamó ella en voz baja sin creer que le habían robado un beso, la última vez que alguien le había robado un beso había sido en primaria y fue en la mejilla no en la boca lo que en retrospectiva era de cierta manera tierna, pero esto le parecía abusivo y grotesco
-Esperaba cortejarla como es debido, pero debido a su ausencia en algunas reuniones sociales no me deja más opción que abordarla de esta manera -”¿abordarla?” Amelia repitió la palabra con desprecio en su cabeza
-Por favor no vuelva a acercarse a mí -gruño ella, sin embargo, el la tomo fuertemente por el brazo, ella que se sentía debilitada por sus descuidos alimentarios sintió que el agarre le rompería el brazo en cualquier momento -suélteme
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