-Samira tranquilízate por favor -Amelia le decía mientras le limpiaba la frente y noto que tenía una fiebre muy alta, el médico le abrió las piernas a Samira con tanta que Amelia sintió unas ganas demoníacas de abofetear al hombre -Tiene fiebre
-Lo sé -dijo el hombre -necesito que una la sujete y la otra me ayude a mantener las piernas abiertas -Amelia vio que Olivia estaba tan conmocionada por la escena que no hacía ademán de moverse, por lo que ella se acercó y la empujó a hacia Samira para que tomara el puesto que ella tenía y Amelia se encargó de mantener las piernas abiertas, el hombre metió instrumento en la vagina de Samira y luego lo saco con el trabajo cuajo de sangre coagulada y un olor aún más fuerte que hizo que Amelia se le revolvió el estómago
-¿Qué está pasando? -Preguntó Amelia al médico tratando de apartar la mirada, los gritos de Samira no cesaban
-Estoy tratando de sacar lo que queda del bebé -respondió el médico -lo perdió, pero no ha salido por completo
Amelia palideció la situación era realmente dura y luchó con todas sus fuerzas contra el instinto de salir corriendo, pero la situación empeoró cuando el doctor comenzó a maldecir y con sus maldiciones la sangre comenzó a brotar con aún más fuerza, sin embargo, después de un segundo el doctor dejo lo que estaba haciendo:
-¿qué está haciendo debe parar la sangre?
-Hay una hemorragia no hay nada que pueda hacer, ni siquiera se dé donde viene la sangre -de repente los gritos de Samira se apagaron
-tiene que hacer algo maldito inútil -gruñó Amelia, sin embargo, Samira ya había muerto producto de la pérdida de sangre, Olivia comenzó a llorar y Amelia volteo para ver como esta le cerraba a los ojos, Amelia se giró para mirar al médico que se estaba levantando
-Iré a informar a la familia
-Lo acompañaré -dijo Amelia extrañamente calmada, ella no se sentía como si estuviese en su propio cuerpo -Olivia por favor elige un hermoso vestido -dijo dedicándole una última mirada a su dulce y querida amiga, se odió a sí misma, sabía que ese matrimonio no era bueno para Samira y aun así la había dejado casarse con ese hombre, recordó cómo ella le había rogado huir juntas y como se había negado, en su corazón le pidió disculpas a Samira porque ella le había fallado…
Cuando iban bajando las escaleras pudo escuchar una discusión proveniente de la sala de estar, el padre de Samira estaba sentado en el asiento donde había estado sentado el señor Fitz hacía un segundo con las manos cubriéndose la cara, y el señor Fitz estaba junto a la puerta diciendo un montón de estupideces al señor Cecil, Amelia entró y se quedó viendo con cara de estúpida lo que decía el hombre, luego el médico entro y se puso al lado de Amelia, ninguno de los dos sabía cómo interrumpir al hombre:
-Esa hija tuya me está costando una cantidad exorbitante de dinero si muere tú te encargaras de pagarme hasta el último centavo -dijo el hombre, el papá de Samira levantó la vista miro fijamente al doctor y a Amelia mientras el señor Fitz ni siquiera se había dado cuenta de su presencia, el conde la veía como preguntando si su hija estaba bien, Amelia negó con la cabeza, el conde se paró y sacó de entre los pliegues una pistola y sin ni siquiera apuntar le disparó en el rostro al señor Fitz, la sangre salpicó todo a su alrededor, la cara de Amelia, las paredes y los muebles, el médico se lanzó al piso al escuchar el disparo, Amelia se quedó viendo al conde y luego se arrodilló para tomarle el pulso al señor Fitz
-Está muerto -le dijo al médico pero este temblando en el suelo
-Por supuesto que está muerto -le dijo, ella se volvió a levantar y vio como el conde introducía algo en la boquilla de su pistola
-¿Conde? -llamo Amelia temerosa, el hombre alzo la vista para verla, pero con la misma puso la pistola que acaba de disparar en su sien y jalo del gatillo, el médico gimió y Amelia no podía creer que acababa de perder a su amiga y ser testigo de un homicidio suicidio en menos de 10 minutos, se quedó congelada sin saber que hacer -se disparó -logro formular y el médico se levantó del piso la tomo por el brazo
-vamos señorita -dijo -debemos llamar a la policía
Fuera de la sala de estar se estaban reuniendo el servicio que había escuchado los dos disparos, Olivia iba bajando preocupada mientras Amelia se quedaba inmóvil frente a la sala de estar el médico salió despavorido por la puerta principal, Oliva no sabía si la sangre que tenía Amelia en la ropa y en la cara era de Samira o de otra persona, Amelia vio a todos a su alrededor y como si ella fuese una espectadora más y tal vez a causa del impacto de ver un asesinato y un suicidio hablo lo más calmada que pudo aunque por dentro estaba a punto de caer en la locura:
-La señora Samira -se negaba a decir “señora Fitz” como si realmente ese monstruo hubiese sido su esposo -ha muerto -anunció y algunas jovencitas de la servidumbre comenzaron a sollozar -El conde Cecil le disparó al señor Fitz y luego se disparó al mismo -escuchó la conmoción y Olivia la veía con pánico -no entren allí, todo está cubierto de sangre y es horrible -siguió Amelia -el doctor dijo que iría a buscar a la policía, pero creo que salió huyendo, tal vez alguien más deba ir a buscar… -Amelia miro sus manos llenas de sangre que a esa altura no sabía de quién pertenecía si había sido sangre de Samira o del señor Fitz o del conde, las manos comenzaron a temblarle y sintió que se quedaba sin aire, comenzó a hiperventilar, Olivia bajó la escalera y la abrazó con fuerza -Olivia… no puedo… Olivia necesitó regresar… Olivia todos están muertos -las lágrimas comenzaron a caer por el rostro de Amelia y Liv también comenzó a llorar con ella sin dejar de abrazarla mientras que su amiga no se atrevía tocarla por temor a bañarla de sangre.
La policía no tardó en llegar y le preguntaron muy por encima a Amelia lo que había ocurrido ella contó la historia y le dijeron que el doctor había contado lo mismo por lo que entendían que no había ningún crimen detrás y que podía irse, mientras ellos terminaban de hacer su labor.
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