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La Llave En El Lago

Capítulo 9:

Amelia observaba por la ventana fijamente buscando una explicación razonable para la nieve que cubría los campos, y los árboles sin hojas cubiertos por finas capas de hielo, pero eso era imposible en medio de junio ¿cierto? Entonces Amelia lo vio... al principio estaba muy lejos para poder distinguir bien qué era, pero a medida que iban avanzando lo vio, era una iglesia de piedras de diferentes colores, en la el techo tenía una cruz que parecía ser más grande que la misma iglesia y toda ella estaba cubierta por nieve, era algo hermoso, pero imposible, esa iglesia se quemó dos días después de que enterraran a su abuela.

Amelia recordaba a su abuela con más claridad que a su abuelo, era una anciana dulce con el cabello y pestañas blancas y le gustaba hacer las cosas estereotipadas que hacían las abuelas como tejer o hacer todo tipo de postres, Amelia la recordaba perfectamente y recordaba su funeral en aquella iglesia que para ese entonces ya no estaba tan nueva como se veía en ese instante, Amelia sin pensarlo abrió la puerta del carruaje y salto.

Para Cipriano todo había pasado tan rápido que apenas duró un pestañeo, Edward ya había ordenado al cochero parar antes de que ella saltara y cuando el cochero paro Cipriano fue el primero en bajar, por muy lento que el carruaje fuese era probable que la señorita se hubiese lastimado, sin embargo, ya ella se encontraba corriendo hacia la iglesia, mientras Cipriano y Edward se apresuraban a llegar hacia ella se preguntaba cómo rayos había avanzado tanto en medio de la nieve y con un vestido.

Amelia se dejó caer en la nieve frente a la iglesia, llorando amargamente, quería verlo más de cerca para confirmar que no estaba alucinando y en su corazón siempre lo supo.

Ella siempre lo supo, desde que se levantó en la habitación que no tenía corriente eléctrica, cuando vio el pasillo, la fachada de la mansión Wilson e incluso cuando se preguntó por qué estaba nevando, ella lo sabía, ella solo se engañaba a sí misma, así que dejo que sus lágrimas cayeran y lloró amargamente.

-señorita…

Cipriano sintió que su corazón se detuvo por solo un segundo, cuando vio que la joven se giraba hacia ellos tenía la piel de su cara enrojecida por la mezcla de esfuerzo físico, frío, llanto, el cabello despeinado y una expresión de sufrimiento, en el futuro cuando Cipriano pensara en eso recordaría que estaba desaliñada y fea porque una persona que esté bajo esas condiciones no se vería hermosa jamás, sin embargo, en ese preciso momento del presente parecía una princesa de hielo y una muy hermosa princesa:

-creo que me he vuelto loca -anunció ella llorando aún más fuerte, Cipriano no supo qué hacer, pero esta vez Edward si lo supo, él se acercó y la abrazó, dejo que ella llorara en su hombro, después de un tiempo que pareció una eternidad Edward se aclaró la garganta y le dijo

-Señorita Amelia le ruego que regresemos a mi casa pediré que nos preparen unas bebidas calientes y podrá explicar su situación...

Ella no se opuso y el camino de regreso fue aún más silencioso que el de salida, ni siquiera habían llegado a la ciudad, pero todos en el carruaje a excepción del conductor y quizás los caballos se sentían como si hubiesen dado diez vueltas a la ciudad, Amalia no paraba de llorar y cuando llegaron a la casa las lágrimas no le salían, pero hacía sonidos lastimeros y entrecortados, toda la servidumbre estaba con una enorme curiosidad por su pronto regreso y tan pronto vieron que la joven no dejaba de llorar todos intentaban pasar por la sala principal de la mansión para saber qué estaba pasando, así que no les quedó de otra que encerrarse en el despacho de Edward, él pidió que les llevaran té caliente al despacho, después de unos minutos Amelia parecía haberse calmado y repitió:

-Creo que me he vuelto loca -parecía muy convencida de que se había vuelto loca por lo que Cipriano pensaba que ella no había podido perder la razón, usualmente estos pacientes no podían darse cuenta de su situación y mucho menos expresarlo con tal seguridad -yo no sé cómo explicarlo pero yo… no… -La joven balbuceaba, tomaba aire y repetía los mismos balbuceos una y otra vez y eso lo hizo por casi cinco minutos hasta que Edward tomó cartas en el asunto.

-viajaste en el tiempo - Edward parecía irritado y Cipriano no sabía qué quería decir con eso, en cambio, Amelia el corazón le volvió a latir con fuerza y lo miró aliviada y asintió.

-¿viajar en el tiempo? -Cipriano no se enteraba de nada, pero si se dio cuenta de que por un instante la joven vio a Edward con un enorme alivio y parecen entenderse mejor como si fueran amigos desde hace muchos años.

-recuerdas que todo el mundo llamaba loco a mi padre ¿cierto?

-el anterior conde era excéntrico - respondió Cipriano y Edward hizo una mueca, Edward sabía de los rumores de la locura de su padre y aunque Cipriano era su mejor amigo entendía que a pesar de su amistad él no quisiera ofender al hacer alusión a dichos rumores.

-mi padre se hacía llamar un viajero, decía que la casa era mágica y que los propietarios podían viajar a través de los tiempos - Edward le explicaba ambos y un poco a él mismo por qué decirlo en voz alta era algo descabellado, pero sabía lo que sus ojos veían - dijo que estuvo en Londres el día que le cortaron la cabeza a Ana Bolena, también que había ido hasta el futuro y entrado a una sala con retratos que se movían y visto algo llamado película también contó muchas cosas de ese estilo, claro solo lo compartía con mi madre y conmigo, siempre pensé que estaba loco, pero mi madre le encantaban sus historias - Edward hablaba con mucha nostalgia en su voz - Pero cuando apareciste como salida de la nada con una ropa extraña y una llave de la puerta principal más vieja que la mía supuse que tal vez el conde no estaba tan loco como creía que lo estaba...

-¿En realidad crees eso? -Cipriano ahora creía que tanto la joven como Edward habían perdido la razón, ella veía a Edward con mucha esperanza como si en realidad sintiera que le estaban diciendo “no estás loca”

-Si lo creo, tú lo dijiste si no fuese por el color de los ojos sería la copia idéntica de mi madre y como te he dicho un millón de veces no tengo familiares por parte de mi madre aparte está el asunto de la llave, la ropa…

-Estás dando por hecho esto muy rápido ¿No crees? -lo interrumpió Cipriano, él era un hombre de ciencia y como hombre de ciencia se negaba en rotundo a creer que tal joven era alguien de dios sabría qué época, por otro lado, Amelia no se esperaba el apoyo de alguien, pensaba que tan pronto pronunciara las palabras se encontraría encerrada en un asilo o recibiendo electroshock o lo que hicieran en esa época con los pobres enfermos mentales, así que decidió que era momento de hablar

-No sé si somos familia o no -Comenzó - lo que sí, es que hace poco recibí la mansión Wilson como herencia

-imposible, una mujer no hereda -Cipriano se negaba a seguir tal tontería y ella le lanzó una mirada gélida

-No sé exactamente en qué época estoy, pero en mi época las mujeres heredan, estudian y maldicen si se les interrumpen -Amelia había decidido que el doctorcito no le caía para nada bien, Cipriano la miró desconcertado, pero por la expresión de su rostro Amelia sabía que no la iban a volver a interrumpir - Soy diseñadora para campañas publicitarias y hago otras cosas, trabajo para la empresa familiar, aunque no sabía que mi familia pertenecía a la aristocracia y dudo que mis padres lo sepan por lo que no puedo decirte si somos familia -esto último se lo decía a Edward - aunque eres la copia exacta de mi hermano Gael por no lo tengo dudas de que seamos familia

-Yo tampoco tengo dudas -Edward estaba reflexivo -¿Sabes como regresar a tu época?

-Ni siquiera sé cómo llegue en primer lugar -En ese momento alguien toco la puerta y seguidamente entraron dos chicas vestidas con ropas negras y delantales blancos con el cabello tan fuertemente recogido que parecía estarle jalando la piel de la frente, una llevaba un servicio de té y la otra llevaba consigo una bandeja con embutidos, quesos, galletas dulces y saladas, lo depositaron en la mesa y salieron cerrando la puerta todo eso pasó en menos de treinta segundos, pero había sido suficiente distracción que Amelia perdiera un poco el hilo de la conversación

-Pues si lo que contaba mi padre es cierto lo más probable es que puedas regresar -Edward tomó una galleta salada y le puso algo de queso encima - pero lamentablemente nunca me dijo cómo iba o venía de esos viajes y siendo sincero no recuerdo que nunca se haya ido.

-eso es un problema para mí - reflexionaba Amelia, tenía la esperanza que fuese lo que fuese lo que la había traído a esta época ella podría regresar en ese mismo momento.

-¿recuerdas que hacías antes de llegar? -preguntó Edward mientras le pasaba una taza de té caliente a Amelia, pero veía fijamente a Cipriano que parecía estar a punto de explotar, pero no terminaba de decidirse si hablar o no.

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