-¿Por qué? -Esto lo había tomado desprevenido, esperaba que tal vez la joven le respondiera con una grosería como era de costumbre, sin embargo, ella le agradecía
-Ella dijo un par de cosas desagradables y creo que no iba a poder quedarme callada
-Eso es todo un logro viniendo de tu parte - Cipriano sabía que la señorita Baudin no era precisamente una persona agradable, había algo en su personalidad que resultaba chocante así que debía darle algo de mérito a Amelia por no haberla insultado en su conversación, sin embargo, al decir la frase le sonó a total sarcasmo que seguramente daría pie a una discusión, sin embargo, ella sonrió y respondió
-lo sé, no quería hacer algo que pudiera lastimar a Edward
-eso es muy considerado de su parte -Esa vez el sarcasmo si había sido agrede, ella puso una expresión seria alzó una ceja en una expresión muy poco femenina
-Doctor Deluca le informo que no planeo quedarme mucho tiempo -dijo tranquilamente -pero sé que lo que haga o deje de hacer afectará enormemente a Edward por lo que no, no planeó lastimarlo -Cipriano no le caía bien, pero por muy loca que fuese su historia su voz siempre había sonado sincera, pero nunca había sonado tan transparente como en ese momento
-por favor ya me ha insultado de todas las formas conocidas, llámame Cipriano -Había recordado la promesa de Edward de llevarse bien, este le ofreció su brazo -acabo de prometer al Vizconde que bailaría con usted así que si podría hacerme el favor de concederme la siguiente pieza -ella pareció contrariada de la repentina muestra de amabilidad y sinceridad de parte del doctor, pero tal vez haberle dado las gracias había sido una manera de apaciguar las cosas, ella le tomó del brazo y se dirigieron a la pista... ella también le había prometido a Edward que también trataría de llevarse bien con él
El primer baile que compartieron juntos había pasado sin pena ni gloria, y en el futuro cuando Cipriano tratara de recordarlo solo podía acordarse de algún aplauso rítmico y un toque de palmas de vez en cuando y para Amelia por su lado lo recordaría no solo como el primer baile en donde no piso a nadie sino también como el más divertido de su vida.
La noche siguió su curso, Amelia habló con muchas damas y se enteró algunos chismes de personas que no podía recordar si las había conocido esa noche o quizás ni siquiera habían asistido al baile y no las conoce, también bailó con otros hombres, algunos habían bailado con ella por cortesía, pero los más jóvenes parecen tener un genuino interés en ella aunque Amelia no en ellos, solo quería mantener su fachada como la prima de un conde y luego desaparecer para nunca más ser recordada ni siquiera por Edward.
Edward pasó su noche hablando y riendo con los hombres que lo habían visto crecer y evitando a las madres con hijas en edad de casar, ni siquiera era la temporada destinada a los cortejos, pero para una madre que quería el bienestar de su hija ¿de verdad esperaría un par de meses? Y, por otro lado, estaba Amelia quien parecía haber cautivado a la mayoría de la alta sociedad, sin embargo, solo los rumores que llegarían al otro día sin falta serian los que confirmaran o no la situación y si las personas había creído su fachada, pero por su parte él no había visto un comportamiento que fuese sospechoso o delatara que no era una dama criada por la alta sociedad.
Cipriano había tenido un largo día y una larga noche como si él hubiera organizado la fiesta, las épocas de frío eran las peores para su trabajo, significaba mucha gente enferma con gripe o neumonía, muchas consultas mucho trabajo y, sin embargo, con todo el cansancio que tenía se iba a dirigir a pedir su segundo baile con Amelia ¿por qué? Él había decido que con un baile era suficiente, pero vio al señor Fizt mostrando interés en bailar con la joven, lo encontraba un hombre de lo más desagradable, no se limitaba en la comida, el alcohol o en comentarios y chistes obscenos, no entendía como el padre de la señora Cecil la había comprometido con semejante ejemplar y Amelia no era la persona de su agrado, pero eso no significaba que debía dejarla a manos de un señor que tenía semejante reputación.
Camino directamente hacia ella y le pidió un baile esperando que esta accediera, sin embargo, parecía no querer aceptar:
-el señor Fitz quiere invitarla, no quiero ser el héroe, pero créame no quiere bailar con él-le hablo con sinceridad ella lo vio luego miró sin disimulo al señor Fitz quien tomaba una largo trago a una copa de vino tinto, luego la vio y sus miradas se cruzaron, Amelia sintió una mirada tan lasciva de su parte que se sintió desnuda aun cuando sentía la suavidad de la tela de su vestido por todo su cuerpo y sabía que no solo llevaba ropa interior, sino un camisón, un armazón, una doble falda, y un vestido no se podía quitar la sensación de que estaba desnuda, luego el hombre parecía querer caminar hacia ella, así que tomó el brazo fuertemente de Cipriano
-si por favor bailemos -comenzaron a caminar hacia la pista -bailaría con usted toda la noche si así no tengo que bailar con ese señor
-Aprecio que a pesar de nuestro desagrado mutuo usted crea que soy mejor persona que el señor Fitz, pero no se preocupe creo que este es el último baile de la noche -Amelia miro hacia el gran reloj de madera de la pared y se dio cuenta de lo tarde que era y se fijó en el salón que ya comenzaba a verse algo vacío, el baile estaba por terminar y ella había logrado sobrevivir a él.
La noche había sido larga y la presión que sintió desde que comenzaron a planear el baile se había ido poco a poco desvanecido, no podía afirmar que el baile fue un éxito seguro mañana Edward le indicaría muchas cosas que había hecho mal y ella primero se sentiría avergonzada por no estar a la altura de la situación, pero luego él y ella se verían, se reirían y todo estaría bien, ella se dejó llevar por el Cipriano en un vals suave recordando a las películas de princesas que tanto veía cuando era niña, ella no tenía nada en contra de él, se había dicho cosas que daría a entender que ella lo odiaba, pero no era si, él solo había servido para desviar todo su estado de tensión y frustración que sentía, ella no podía gritarle a Erick así que él recibió los gritos, ella no podía hacer nada para volver por lo que él recibió los insulto y aunque muy en el fondo de su corazón sabía que ciertas cosas dichas se las tenía muy merecidas también desde ese mismo fondo salió con la mayor sinceridad cuando dijo:
-Debo pedirle unas disculpas por lo que dije el otro día
Cipriano quien se estaba sorprendiendo de lo mucho que había mejorado su pareja en el baile, la frase le cayó por sorpresa y al escucharlas por un momento se sintió que el tiempo se detenía y en solo una milésima de segundo ella dejó de ser satanás en persona y se convirtió en esa joven que parecía genuinamente preocupada por el estado de salud del vizconde, la joven que se encontró degustando sin ninguna reparo un buñuelo de chocolate mientras hablaba amablemente con una persona que ella afirmaba ser desagradable, la misma joven que había rescatado de ahogarse en lo que parecía ser hace una eternidad, la joven era más pequeña que él y le llegaba hasta el cuello y al respirar podía sentir un aroma a fresas y moras proveniente de ella, sacudió esa tontería de su delicioso aroma de la cabeza y solo asintió porque decir algo más arruinaría para él lo que era un momento perfecto que no volvería a repetirse.
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