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La Llave En El Lago

Capítulo 20:

El día de los chicos.

“Es un perfecto día de invierno” pensaba Cipriano mientras se dirigía a la mansión, la noche anterior había sido el baile en la mansión, pero ya era pasado el mediodía y quería saber como le había ido a su amigo, en la noche anterior él había visualizado a la señorita Laurens entre la multitud, como era de esperarse llevaba un vestido de luto y se encontraba al lado de su hermano.

Al verla había recordado con cierto cariño su infancia cuando apenas tenían diez y trece años, las madres de Edward y los gemelos Laurens eran amigas, los gemelos Laurens se las pasaban en su casa de campo y casi nunca se frecuentaban, pero cuando lo hacían la casa se llenaba de mucha diversión y travesuras, luego fueron creciendo y la última vez que había visto a los gemelos había sido cuando la señorita Laurens salió en sociedad, hasta entonces ninguno de ellos dos había pensado en ella como una dama, solo veían a la niña que lloraba cuando no la incluían en los juegos “era tan pequeña y delicada” suspiro para sus adentros.

Cuando ella salió en sociedad y comenzaron a bailar con ella algunos pretendientes Edward se había enojado, Cipriano no entendía en ese entonces el porqué de la molestia de su amigo, aunque ya de adulto podía entrever el motivo, cuando el joven Oliver le dijo a Edward que tal vez él también debería sacarla a bailar Edward se negó en rotundo y fue entonces cuando dijo algo que Edward se arrepentiría toda su vida:

-el baile es para conocer futuras candidatas para casarse y mi futura esposa debe ser atractiva y tu hermana no lo es

Cipriano supo inmediatamente que Edward se arrepentía de lo que había dicho, pero no se retractó, Oliver solo sonrió incómodo y no hubo ningún tipo de reproche o pelea por dicho comentario, sin embargo, menos de cinco minutos después Oliver desapareció, lo seguro era que Oliver le comentó a su hermana Olivia lo sucedido.

Olivia se fue de la ciudad a la semana siguiente para su casa de campo, la madre de esta dijo que era porque se sentía enferma y quería estar en lugar tranquilo y con aire fresco para su recuperación, sin embargo, los rumores no se hicieron esperar, hubo incluso rumores de que había quedado en cinta y la familia nunca habló al respecto. Oliver seguía frecuentándolos de vez en cuando, pero un día dejo de hacerlo sin más y supusieron que era por la diferencia de edad, Oliver era tres años menor lo que no era mucho, pero cuando ya estás a punto de graduarte de una universidad y tu amigo está apenas entrando las cosas cambian y más aún si tu padre comienza a perder tanto dinero como el que los rumores decían que había perdido.

Cipriano no sabría el motivo del porqué Olivia se fue de la ciudad en aquel momento, pero si sabía que eso le había dañado fuertemente su reputación tanto que creía que era el motivo por el que ella aún no se había casado, sabía que Edward siempre se sintió culpable por el asunto aunque ya habían pasado nueve años de la situación y claro está con veinticinco años si la señorita Laurens no se casaba en los próximos tres años quedaría para vestir santos y tal vez ese era el motivo por el cual ambos hermanos se dejaron ver la noche anterior aunque estuvieran en luto.

Al llegar a la mansión no esperaba ningún recibimiento, pero al entrar esta se sentía inusualmente vacía, sentía casi como antes:

-ella no esta -dijo Edward mientras bajaba por las escaleras, tenía enormes ojeras por el desvelo de la noche anterior y aunque no tenía ropa de dormir puesta aún tenía las arrugas de las sábanas marcadas en la cara

-¿disculpa? - preguntó Cipriano como si no supiera a qué se refería

-lía

-¿quién es lía?

-Amelia, parece que sus amigos la llaman así -explicó Edward

-pues no vine a verla ella, vine a verte a ti -Edward bajó el último tramo de las escaleras

-últimamente, vienes demasiado ¿no crees? - ¿Edward le estaba diciendo que no fuera a su casa? Ellos eran grandes amigos él iba siempre que podía, lo que toda su vida había sido prácticamente todos los días y ahora de la nada le decía que no podía ir, todo tenía que ser culpa de ese ser diabólico

-no más de lo usual -respondió Cipriano

-a eso me refiero -eso lo confundió más-antes vivía solo y éramos dos solteros que iban a clubs de señoritas de poca reputación juntos -Edward le hizo señas a Cipriano para que entraran en el salón- pero ahora vivo con mi prima una dama respetable con la que bailaste dos veces ”ah por allí iba”comprendió Cipriano

-El conde Navarra se siente interesado por una boda con tu supuesta prima -Cipriano se sentó en el sofá y aceptó un habano que le ofreció Edward -me hizo prometerle que bailaría con Amelia para evitar que otros posibles pretendientes se le acercaran

-sin embargo, estas tú acá y no él -fue la respuesta de Edward y Cipriano lo observó con cara de pocos amigos -tranquilo -le dijo Edward mientras soltaba el humo del habano -solo quería asegurarme de que no hay algo más, esta mañana escuchado a la servidumbre hablar de la muy buena pareja que hacían y sobre otros rumores que se hicieron ayer

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