él tenía que darle la razón la mayoría de los hombres podían tener más de una amante, muchos hijos bastardos y estos no tendrían por qué darle explicación a una mujer
-Tiene razón, el no besar o el no mudarse con alguien antes del matrimonio no es una garantía, pero eso no quita el hecho de que usted esté acá y que se esté congelando por ese abrigo mojado -Amelia se levantó del piso como un bebe que apenas está aprendido a mantener el equilibrio y una vez levantada se quitó el abrigo, ella no había notado lo pesado que se había puesto por el agua de nieve derretida que había absorbido, se sintió como si le hubiesen quitado cinco kilos de encima -¡¿Y usted se metió a nadar en el lago con la ropa puesta o que?! - exclamó Cipriano al notar que el abrigo que por muy grueso que era no había protegido para nada a la joven y la ropa se había empapado tanto como el abrigo -Con razón sigue temblando
-No es nada -ella le quito importancia - seguramente Edward está por llegar
-¿Sabía que le mande a Edward la nota?
-Oh por favor… Para usted yo soy su adversaria a muerte no subestime mi inteligencia -Ambos se miraron y carcajearon al mismo tiempo
-Yo jamás la he calificado como adversaria
-¿Entonces cómo?
- Satanás en la tierra -Admitió Cipriano que extrañamente la estaba pasando muy bien y no se dio cuenta de que su comentario podría ser ofensivo, pero se arrepintió tan pronto lo dijo, sin embargo, Amelia lo miró alzó la ceja y con un tono de voz jocoso respondió
-Prefiero que se refiera a mí como ama y señora de la oscuridad y las tinieblas -Ambos volvieron a compartir una mirada y se rieron
-Bueno, dejando las bromas de lado, no creo que Edward venga pronto -Cipriano tenía que decirle a la joven la realidad -Después de su pelea se emborrachó y no creo que se despierte hasta muy tarde aunque me gustaría pensar que está por abrir la puerta en cualquier…
-Eso no importa no pienso regresar -ella lo interrumpió, Cipriano sabía que ella mentía.
-¿y qué hará entonces?
-Darme un buen chapuzón en un lago -Ella se encogió de hombros
-Sigue con esa tontería… ¿Por qué no regresa con su familia y ya?
-Eso quiero -Cipriano acortó su distancia y tomó el abrigo de sus brazos, ese abrigo pesaba lo mismo que un costal pequeño de papas y seguramente este ya se había arruinado, y no quedaría igual una vez que se secara
-Ellos le perdonarán su escapada con ese tipo, seguro se alegrarán de verla -Amelia suspiro el doctorcito nunca le creería que era una viajera del tiempo, a veces parecía entenderlo y a veces simplemente no podía, pero ella no se lo recriminaba a veces ella tampoco lo creía
-Mi familia adoraba a Erick
-¿entonces cuál es el problema? - Estaba a punto de gritarle que no podía, pero aunque lo hiciera y lo abofeteara con la verdad él seguiría sin entender
-Ya le dije el problema, pero como no cree en ese problema digamos entonces que ellos están en otro continente y por la época del año no hay barcos que zarpen para allá -Cipriano noto que aunque la historia del barco era creíble no era cierta, lo podía sentir en el tono de su voz
-Entonces, supongamos que su historia es cierta… sigue habiendo problemas con su viaje
-Así es
-Bueno supongo que entonces no hay nada que usted o yo podamos hacer -el noto la cercanía entre ambos y dio un paso hacia atrás para dejar el abrigo en el respaldo de la silla más cercana - si no puede viajar y no quiere regresar con Edward ¿qué hará? -la respuesta de ella fue estornudo bastante sonoro y poco femenino y Cipriano cayó en cuenta que hacía menos de un mes ella estaba enferma luchando entre la vida y la muerte y ahora estaba parada y mojada hasta los huesos, temblando y haciendo ver que no era nada -Lo siento no puedo llevarla hasta la mansión para que use algo más -Cipriano tenía un acuerdo con un cochero que trabajaba en la ciudad llevando y buscando a nobles de baja cuna o que no tuviesen los recursos financieros para tener un coche propio, el acuerdo era sencillo él podía ir a llevarlo o buscarlo a cualquier hora del día a donde quisiese en la ciudad pero después de medianoche no, y eso se debía a que todas las personas deben dormir en algún momento y Cipriano como doctor tenía un horario impredecible así que si se presentaba una emergencia a media noche Cipriano tendría que irse con la persona que le trajo el mensaje o buscar a su yegua que estaba en una caballeriza no muy lejana de donde vivía, así que por la hora no podía ni siquiera pensar en llevarla -pero si no le incomoda puedo ofrecerle algo de mi ropa
-me gustaría cambiarme -dijo ella después de pensarlo un momento sonrojarse y mirar hacia el piso
Cipriano era mucho más corpulento y alto que ella, por lo que no importaba que le pasara la ropa le quedara unas tallas más grandes, al final le pasó una sencilla camisa de lino beige con un pantalón a juego.
Amelia entró en la habitación del doctorcito y se dio cuenta de que la habitación estaba igual de llena de libros, ella cerró la puerta con llave y se cambió, el pantalón no le servía, ella no diría que el doctor fuese gordo o musculoso, pero era obvio que no podía usar su pantalón, ya que se caía cada dos segundos, la camisa, en cambio, era lo que ella querría usar mientras veía películas tristes y comía helado, una camisa varias tallas más grandes y suave, esta le llegaba casi hasta las rodillas, así que se subió los pantis de la época que llegaban incluso más abajo de sus rodillas y decidió que mientras su vestido se secaba usuaria esa camisa de bata y salió
Cipriano se quedó sin habla y sintió que toda la sangre se le acumulaba en el rostro, ella se había puesto solo su camisa y se había soltado el cabello, este caía en ondas suaves hasta la altura de sus caderas:
-Estás desnuda -Dijo alarmado y con el rostro rojo
-no lo estoy, tu camisa me cubre por completo y sería peor si usara tu pantalón
-estás desnuda-repitió él - dios santo si alguien se entera de esto…
-primero nadie debe enterarse de que me viste las rodillas porque de los presentes en esta habitación no dirán nada, segundo si alguien se enterara no me casaría con usted -"ni con nadie" suspiro Amelia para sus adentros, Cipriano no encontraba en qué dirección mirar ni qué decir, después de cinco minutos de silencio del que parecía que Cipriano no volvería a su color natural Amelia se impacientó -por dios compórtese es usted doctor y aun si no lo fuera no me dirá que es la primera vez que le ve las piernas a una mujer -Como doctor Cipriano debía ver decenas de personas desnudas o semidesnudas a diario por lo que a Amelia le molestaba un poco lo mojigato que se estaba comportando él.
-Por supuesto que no -Cipriano desde muy joven había disfrutado de una excelente vida sexual, aunque debía admitir que nunca había estado con una mujer sin tener que pagarle, Su tío el barón lo llevó a su hermano, su primo y a él a un sitio cuando alcanzaron la edad suficiente, allí contrató a unas chicas tan jóvenes, inexpertas y asustadas como ellos, nunca olvidaría que la experiencia había sido extraña, maravillosa y de algún modo lamentable, sintió todo el tiempo que lo que hacía estaba mal y a lo largo de sus visitas nocturnas en la universidad y en las noches de fiestas con sus amigos este sentimiento nunca desaparecía, sin embargo, era un hombre y cuerpo tenía sus necesidades… Por otro lado, sus pacientes eran sus pacientes y no podía pensar más allá de salvarles la vida, por lo que para lo que a él le concierne nunca había visto a una mujer desnuda a la que no tuviese que pagar o ella a él
-Entonces mantenga la compostura -Amelia bostezo y se dio cuenta de que ya era bastante tarde, no había dormido la noche anterior por lo del baile y se había levantado muy temprano en la mañana para coordinar la salida con Samira y Olivia, luego tuvo que atender al Vizconde, la pelea con Edward y la caminata en la nieve, estaba superagotada y el doctorcito también se veía igual de exhaustivo que él -¿cuál es su plan? -pregunto
-¿a qué se refiere?
-si Edward no viene hasta mañana ¿qué va a hacer?
-no contemple la posibilidad de que no apareciera hasta mañana, solo esperaba hablar lo suficiente hasta que llegara
-entonces me equivoco al pensar que podré dormir algo esta noche…
Aprovechando que estaba seca, Amelia se sentó al uno de los sillones que había en la sala que estaba para variar llena de libros, todo el departamento estaba lleno de libros, así que si no podían dormir tendrían que hablar comenzaron con cosas monótonas y luego comenzaron a hablar de temas un poco más profundos y poco a poco y sin darse cuenta ambos se durmieron casi al mismo tiempo, amelia apoyaba su cabeza en el hombro de Cipriano y ese a su vez se recostaba en ella
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