Cipriano sabía que ellos se reconciliaron en seguida si no era que no lo habían hecho antes de entrar al carruaje, pero para él algo no se sentía nada bien, Edward le pidió que no se acercara a Amelia por unos días y aunque este no planeaba acercarse a ella, la prohibición le hacía sentir mal
Amelia había entrado en el carruaje a regañadientes y se había sentado en una forma muy poco femenina, con las piernas entreabiertas, encorvada con el codo apoyado en la pierna y la mano en su mejilla, tenía una cara de disgusto y a la vez de vergüenza, no recordaba haberse quedado dormida, pero había dormido cómodamente y no solo eso, el doctorcito era bastante cálido, aún podía sentir aun el calor en su piel, por otro lado, seguía muy molesta con Edward y sus pensamientos saltaban de una cosa a otra y su rostro lo reflejaba:
-¿en qué piensas prima? Te noto algo sonrojada -Edward encendió otro habano, Edward ya había decidido que Amelia no tenía caso, pero aun así no sabía cuando ella podría regresar a su época entonces no le quedaba de otra que actuar como una figura de autoridad, ella lo miró y se sonrojó aún más
-En nada…
-Voy a ser franco contigo, si realmente hubieses sido mi prima en este momento estaría batiéndome en duelo o arrastrándote a una iglesia -Amelia abrió los ojos como platos y Edward sabía que eso sería lo correcto en un caso así y pensó en todas las consecuencias del duelo en el mejor de los casos mataría a su mejor amigo y tendría que huir como un fugitivo o mataría a su mejor amigo y terminaría en prisión y en el peor de los casos acabaría muerto
-¿en duelo?
-Tu honor estaría manchado y no me quedaría de otra que batirme en duelo con mi mejor amigo de la infancia -Edward endureció su voz- tendría que matar a mi mejor amigo solo porque tuviste un berrinche y huiste
-yo… no… -amelia estaba muda y sonrojada no había pensado en eso, Edward había sido grosero con ella y por eso ella se fue, sin embargo, una acción así ¿le podía costar la vida a un hombre?
Edward notó que Amelia había comprendido que su comportamiento estuvo mal, pero en realidad Amelia se sentía atrapada, si hacia algo que una persona consideraba incorrecto esto podría costarle la vida a un hombre y esto era sencillamente aterrador
-No volveré a irme… -prometió ella
-Creo que lo seguirás haciendo -ella lo miró fijamente -tú eres así y eso no vas a cambiar, pero si vuelves a hacerlo por favor asegúrate que nadie te vea - Amelia asintió, el resto del camino de vuelta estuvo rodeado de un silencio incómodo, se sentía como si habían solucionado el malentendido, pero al mismo tiempo era como si esta discusión hubiese iniciado un malestar más grande que crecería y acabaría con la relación entre ambos
-Por cierto apestas a alcohol -gruño Amelia, Edward la miro y sonrió y ella le devolvió la sonrisa
Al llegar a la mansión Amelia y Edward se sorprendieron al ver a la señorita Laurens en la puerta de la mansión llevaba el cabello suelto y un vestido negro con pequeños detalles en dorado, iba acompañada de una doncella parecía que habían caminado hasta allí, Amelia recordó la noche anterior en donde camino en medio de la oscuridad y sintió lástima por ella:
-Señorita Laurens -Saludaron Amelia y Edward al mismo tiempo -no esperaba verla acá hoy -añadió Amelia
-¿viniste a dejar la cesta? -Preguntó Edward antes de que Olivia pudiera contestar, Amelia los miró con curiosidad
-Así es su excelencia, se la acabo de dar a su ama de llaves -Amelia había tenido la impresión hasta ese momento que ellos nunca habían hablado en su vida, pero en ese momento parecía estar familiarizados y se sintió muy tonta al pensar que ellos dos nunca habían hablado cuando era muy obvio que si -¿Ese es el vestido que usaste ayer…? -Preguntó la señorita Laurens mirando a Amelia con una expresión que denotaba preocupación y curiosidad
-oh no -respondió de inmediato -es uno similar -Amelia respondió incómoda, no se había cambiado el vestido con el que había salido ayer debido a la visita del vizconde y luego la posterior pelea que la habían llevado a salir de la mansión en la noche -¿cuál cesta? -pregunto para cambiar el tema
-la familia Laurens acostumbra a regalar una cesta con conservas en las fiestas decembrinas -explicó Edward que parecía algo nervioso -cuando niño me encantaba la mermelada de moras de su madre -esta vez Edward se dirigió a Olivia ella sonrió tímidamente
-lo sé -respondió -por eso le he añadido un envase extra de mermeladas -Olivia se sonrojó levemente y Amelia que se dio cuenta de que ya nadie le prestaba atención puso una mirada de completa satisfacción, tal vez si había algo de afecto entre ellos dos o por lo menos de parte de Olivia que no dejaba de sonrojarse bajo la mirada de Edward
-oh gracias -respondió Edward -¿la hiciste tú?
-Si… mi madre ya no las puede hacer, pero he aprendido… aunque no sé si estén tan buenas como las de ella -Olivia miraba al piso
-Estoy seguro de que quedaron muy bien
-Me dio muchas ganas de probarlas ¿Por qué no entra y vemos qué tal? -Amelia se sentía como una entrometida, pero sintió que la conversación iba a llegar a un punto muerto y ella quería que ellos conversarán más
-lo siento, pero no puedo quedarme -Olivia rechazó la invitación- Mi hermano me está esperando
-Entiendo, fue un gusto verla nuevamente señorita -Respondió Edward-hágale llegar mis recuerdos a su hermano y espero poder volverlos a ver pronto -Edward se despidió y entro rápidamente a la mansión
-Señorita Laurens por favor acompáñeme mañana a la hora de la merienda
Amelia pensó que si no podía hacer que la joven se quedara por lo menos trataría de que viniera al día siguiente y haría que Edward y ella se siguiera encontrando
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