Cipriano observó a Amelia que trataba de prestar atención a lo que se estaba diciendo en la misa, pero se notaba que estaba completamente aburrida y si Cipriano pudiese apostar con alguien hubiese apostado y ganado la apuesta de que la joven bostezaría en cualquier momento “¿debo hablar con ella?” se preguntó él, la última vez que se vieron no habían tenido oportunidad de hablar de lo sucedido, Cipriano se sentía sonrojar cada vez que pensaba en él haberse despertado a su lado y sentía que no podía decirse a sí mismo caballero después de haber tenido que preguntarle si ambos habían hecho el amor la noche anterior “¿Pero qué debo decir?” él no sabía si esto le había resultado ofensivo y su sentido de la decencia le indicaba que tenía que disculpar con ella aunque no hubiese pasado nada
Tan pronto la misa terminó la iglesia se había hecho un desastre todos trataban de hablar con todos:
-Doctor DeLuca -lo llamo la señorita Baudin
-Señorita -saludó mientras buscaba con la mirada a Edward y Amelia
-La última vez que nos vimos no pudimos compartir un baile y me sentí… -La señorita Baudin hablaba, pero no él la escuchaba, encontró a su padre, a su primo, a Edward y Amelia juntos, se sintió helado, ella y su padre no eran la mejor combinación
-Lo siento señorita Baudin, debo… -se excusó, pero antes de encontrar la palabra correcta para su despedida ya se había marchado, cuando se acercó a su padre escuchó perfectamente lo que les estaba diciendo a su Amigo y su “prima”
-Sin embargo, debo mencionarle que me sorprendió mucho saber de su existencia, recuerdo que la condesa había mencionado una vez que no tenía más familiares -Cipriano los vio palidecer y quedarse sin palabras
-seguramente recuerdas mal -interrumpió él, Edward y Amelia lo vieron como si hubiese bajado de una nube dorada para salvarlos -¿Qué haces acá? -si tenía que hablar con su padre podría intentar averiguar por qué seguía en la ciudad
-Mi querido hijo, le iba a dar la buena nueva a tu amigo -el anciano sonrió, Amelia noto que la sonrisa era demasiado forzada para ser una sonrisa verdadera -Mi primogénito Luciano ha recibido el llamado de nuestro señor -Anuncio y Cipriano lo maldijo internamente, lo había dicho tan alto como si fuese un padre orgulloso, pero en realidad Cipriano sabía que su padre quería que todos en la ciudad se enteraran de que su hijo menor estaba más cerca a recibir un título, no porque estuviese orgulloso o deseoso que su hijo fuese un Barón, sino porque sabía que su hijo le desagrada y que esto sería el tema de conversación que lo atormentaría por días o incluso por meses -Claro que eso deja a Cipriano más cerca de heredar la baronía ¿tal vez su hermosa prima considere casarse ahora con alguien como él? -Amelia había estado escuchando al anciano hablando con total arrogancia, no entendía del todo lo que estaba diciendo, pero no le gusto como lo dijo, antes de que Edward pudiera responder ella ya lo había hecho
-¿Disculpe a que se refiere a alguien como él?
-Supongo que una jovencita tan encantadora como tú -”definitivamente no me gusta como está hablando” pensó Amelia -tendrá muchos pretendientes y no considerara casarse con un don nadie como él -El Señor DeLuca siempre había sido muy observador y unos momentos antes durante la misa mientras se giraba discretamente a ver su hijo que sabía perfectamente que lo estaba evitando, logro verlo observando a la joven, el señor se encontró sorprendido por el parecido de la joven con la antigua condesa, una mujer metiche y remilgada a su parecer, pero hasta él debía admitir que la antigua condesa era muy hermosa, a él nunca le había caído bien la condesa, pero su hijo menor la adoraba y, por lo tanto, no le extrañaba que su hijo se enamorara de una mujer tan parecido a ella
-No estoy buscando comprometerme con su hijo, pero ese don “nadie” como usted dice es un doctor y eso me parece mucho más impresionante que un título heredado -Gruño Amelia, Edward sonrió, él sospechaba que todo ese odio que se decía tener Cipriano y Amelia eran simplemente una fachada y que en realidad había algo más entre ambos, pero no pensó que ella defendería a Cipriano ante un insulto y para Edward el hecho de que ella lo defienda era algo que la hacía merecedora de un pedazo de su corazón, Cipriano no sabía que decir, no esperaba que esa mujer dijera algo a su favor
-Un título viene con dinero que sirve mantener cierto estilo de vida -respondió el hombre, mientras veía el vestido color crema hecho a la medida con una tela cara, como diciendo que aunque Cipriano fuese un doctor no le podría dar jamás a una mujer un vestido tan caro como ese y Cipriano sabía que era cierto, él jamás tendría la cantidad de dinero para gastar en un vestido tan caro como el que ella llevaba puesto, incluso los sencillos zarcillos que tenía Amelia puesto debían costar más de lo que él ganaba en un año de trabajo, sin embargo, Amelia sonrió
-Ser doctor viene con la enorme satisfacción de salvar vidas, pero un ser que solo se mueve por el dinero no entenderá jamás un placer como el que da tal profesión -El hombre sintió que la sangre se le subía a la cabeza de la rabia que sentía de tal ofensa de ser llamado un hombre codicioso en la casa del señor así que termino la conversación.
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