Amelia había pasado todo el día llena de nostalgia pensando en las navidades con sus familiares y amigos, que era lleno de risas, estrés y diversión mientras preparaban entre todos la cena de nochebuena, sin embargo, en esta época solo tenía que esperar a la hora de la comida y lucir bonita, cuando intento entrar en la cocina para ayudar, la señora Beatriz que de un momento a otro comenzó a actuar hostil con ella le dijo textualmente “usted no es una empleada así que retírese inmediatamente” ella sintió el peso de sus palabras y no le quedó más de otra que retirarse.
Cuando se hizo la hora indicada para la cena, bajo con un vestido de color rojo que asocio con colores navideños, de cierta manera era divertido vivir en ese siglo porque se sentía la protagonista de alguna película o serie, pero, por otro lado, cuando ella no lograba encontrar que hacer se sentía triste y como si fuese una inútil total.
Los invitados llegaron casi al mismo tiempo, lamentablemente la señorita Olivia no había podido asistir debido a que se encontraba enferma con un resfriado, esto a ojos de Amelia parecía decepcionar a Edward, sin embargo, no fue algo que expresara.
Oliver, Cipriano y Edward se habían puesto trajes sencillos de color negro, el vizconde por su parte había optado por un traje color verde oscuro que combinaba perfectamente con el color de sus ojos y de paso le había traído a Amelia flores como siempre lo hacía, ella se sentía muy alagada, pero viendo observándolos a todos, lo cierto era que los cuatro hombres se veían extremadamente guapos a pesar de lo que ella consideraba trajes anticuados, aunque el vizconde presumía estar al último grito de la moda, cuando se sentaron para la cena, todos se hallaban en silencio total, “Si esto fuese una película pasaría algo realmente incómodo y cómico en este momento” pensó Amelia:
-Bueno -Comenzó Amelia al darse cuenta de que ninguno de los hombres iba a hablar, y lo que ocurría sin que Amelia supiera era que Edward seguía pensando en Olivia, Oliver estaba que no sabía exactamente lo que había ocurrido entre Edward y su hermana, pero recordaba lo dicho anteriormente por el conde se sentía incómodo, el vizconde que había visto a Amelia y Cipriano hablar durante la mañana como de igual manera había sido unos de los presentes entre la discusión del padre de Cipriano y Amelia comenzaba a sospechar de una relación secreta entre ambos y esto hacía que a pesar del respeto que sintiera por su doctor sintiera unos celos que los estaba carcomiendo y Cipriano seguía reviviendo una y otra vez la noche que había pasado durmiendo con Amelia - Quisiera dar las gracias por presencia -dijo sin realmente saber qué decir - para mí es todo un gusto pasar un día tan especial con nuevos conocidos…
-Es un gusto estar en tal magnífica cena con usted -respondió automáticamente Alessandro
A raíz del intento de Amelia de entablar una conversación, Edward decidió que debía dejar de pensar tanto en Olivia y tratar de entretener a sus invitados, Oliver se notaba incómodo, sin embargo, pareció atento cuando comenzaron el vizconde y el conde comenzaron a hablar de temas de negocios y el vizconde se percató de esto:
-Señor Laurens ¿No le gustaría participar en este proyecto? -El vizconde y el conde habían hablado de importar algunas cuantas toneladas de vino tinto de otro continente, Edward ya había hecho negocios con las personas con los quienes planeaba hacer negocios el vizconde y le habían resultado bastante bien obviamente no eran sus negocios habituales, era solo algo que hacía como un ingreso extra
-Yo no tendría el capital -dijo sinceramente el barón Laurens, él necesitaba producir dinero rápido y aunque el negocio del que hablaban resultaba bastante tentador él no tenía los fondos, Edward sabía que la situación de los Laurens no era muy buena, pero no tenía ni idea de que tan mala era, la inversión de la que se hablaba era tan mínima que hacía pensar que cualquier noble pudiera participar, sin embargo, Oliver decía que no
La conversación siguió su curso y Amelia no participo mucho se sentía un poco excluida por ser la única mujer del grupo, sin embargo, de un momento para otro el vizconde por algo que dijo el conde:
-he escuchado algunos rumores que dice que su hermana se ha comprometido -Era obvio a quien iba dirigida la conversación, aunque todos los presentes se sorprendieron
-Ese rumor no es cierto -respondió Oliver para alivio de Amelia y Edward -he recibido algún par de propuestas para ella, pero lo cierto es que los pretendientes le triplican la edad y no quiero tomar una decisión tan a la ligera -explicó Oliver, Edward sintió un nudo en el estómago pero el vizconde respondió
-entiendo
Para el vizconde la señorita Laurens también podría ser una candidata perfecta para su esposa, se sintió idiota por no pensar en ella antes, pero ahora que sabía de la situación económica de la familia Laurens era algo que debía considerar a fondo.
El resto de la cena se tuvo una conversación tranquila y al finalizar Oliver dijo que debía retirarse para ver cómo se encontraba su madre y su hermana, el vizconde decidió que se quedaría un rato para jugar ajedrez con Amelia, Cipriano que había estado muy callado durante la cena comenzó una conversación amena evitando temas importantes con Edward.
Mientras hacía su jugada el vizconde seguía pensando en que tal vez estaba cortejando a la mujer equivocada, Amelia era hermosa, inteligente y sabía que mientras viviera podría compartir esta pasión que tenían ambos por el ajedrez, pero en la semana que la llevaba conociendo pensaba que realmente decía en serio lo de casarse por amor y él había notado que tal vez ella veía al doctor de una manera que a él nunca lo vería:
-Señorita Amelia -se armó de valor para preguntarle directamente, Edward y Cipriano que estaban cerca sintieron el repentino cambio en el tono de voz, prestaron atención a lo que el conde le diría, ella dejó de mirar el tablero aunque se notaba que seguía concentrada en el juego -Sé que la conozco desde hace menos de una semana, pero ¿ha considerado mi propuesta?
-Lo siento, pero no he cambiado de opinión-Amelia tomó su torre y se comió un caballo haciendo que el vizconde quedará en jaque
-Lo entiendo -el vizconde no se sorprendió con la respuesta, sin embargo, el vizconde que aún tenía varios posibles movimientos en su tablero recostó a su rey -creo que es hora que me marche
-Entiendo -respondió Amelia que había notado la molestia que le había provocado al vizconde -Podemos volver a jugar cuando usted lo desee -ella quería que él supiera que podía regresar a jugar cuando quisiera a pesar de que había sido rechazado, el vizconde se despidió sin dejar de lado la cortesía.
Amelia se retiró a dormir mientras Cipriano y Edward se quedaban hablando.
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