La señora Beatriz había entendido muy tarde que Amelia no era la chica dulce que pretendía ser, era la manzana de la discordia que había llegado a crear caos entre Edward y sus amigos, aunque había puesto todos sus recursos para averiguar de la procedencia de la joven nadie parecía conocerla, ni siquiera en los barrios más pobres de otras ciudades “¿tal vez es extranjera?” pensaba de vez en cuando, pero al mismo instante desechaba la idea, ya que no podía reconocerle un acento aunque sí debía reconocer que la joven se expresaba extraño, comenzaba a frustrarse, sin embargo, la mañana del 25 de diciembre, como era de esperar la joven se levantó muy temprano a meter sus narices en la cocina:
-Feliz navidad -Le sonrió
-Feliz navidad -contestó Beatriz seria y le hizo señas a la mucama para que subiera hasta la habitación en la que dormía la joven
Beatriz se había fijado el mes pasado, pero no podía estar segura, sin embargo, cuando la mucama bajó para confirmar sus sospechas no pudo evitar reírse, tal vez no podría descubrir el origen de tan misteriosa mujer, pero si podría revelar algo que la pondría de patitas en la calle, sin esperar más y aprovechando que la joven estaba desayunando, ella subió y entró a la habitación del Conde que estaba ebrio por las festividades de la noche anterior, ella nunca despertaría al conde, sin embargo, esta era una de esas situaciones que no podían esperar.
Cuando Edward logro entender lo que la señora Beatriz le contaba se sintió por primera vez engañando por Amelia y no sabía que debía proceder ahora, pero pensó que lo más lógico sería comprobarlo y tomar decisiones a partir de ese momento, “primero necesito fumar” tomó un habano y lo encendió, últimamente sentía que estaba tomando y fumando demasiado, estas eran cosas que tal vez debía proponerse dejar en el próximo año nuevo, sin embargo, lo que le había dicho Beatriz era algo que lo hacía sentir la necesidad urgente de fumar:
-¿Puedes enviar al cochero a buscar a Cipriano?
-Señor, el joven Cipriano durmió acá -Contesto Beatriz, las mucamas que se encargaban de mantener las limpiezas en las habitaciones deshabitadas se habían encontrado con el joven semidesnudo en una de las habitaciones y las sirvientas más jóvenes que se habían enterado de que el joven del estado del joven habían tratado de ir a ver con sus propios ojos al doctor sin camisa por lo que Beatriz desde muy temprano había tenido que reprender a casi toda la servidumbre
-¿Durmió acá? -Entonces Edward recordó que le había dado la noche libre a su cochero y que Cipriano no tenía cómo regresar, aunque le sorprendió que no hubiese ido a la caballeriza a buscar un caballo prestado para regresar a su apartamento, no espero a que Beatriz le contestara, salió a buscar a su amigo para contarle lo que estaba sucediendo, Beatriz iba detrás de él suspirando mientras veía caer la ceniza del habano en el piso y pensaba que siempre era lo mismo con su joven amo, encendía el habano lo inhalaba una o dos veces y el resto lo dejaba consumirse solo mientras las cenizas caían por donde fuera, era un milagro que a estas alturas no hubiese ocasionado un incendio lo peor del caso era que no parecía ser consciente del desastre que dejaba a su paso, pero, sin embargo, Beatriz dejaría la conversación sobre la ceniza para otra ocasión porque ahora pasaría algo que sinceramente disfrutaría en su corazón.
-El señor solicita que suba a reunirse con él -le informó una mucama a Amelia
Amelia le pareció algo formal esa llamada, así que decidió subir de inmediato, acompañada de la mucama, quien la guio hasta la habitación donde habían pasado cosas… Amelia se asustó pensando “lo sabe por dios que no mate a nadie”, cuando entro a la habitación se encontró a Cipriano que estaba blanco como una hoja de papel, Edward que parecía molesto y la señora Beatriz que parecía estar regodeándose con la situación:
-Feliz navidad -Decidió Amelia hablar primero y tantear el terreno, aunque era obvio la razón por la que la habían citado allí tampoco podía estar segura
-No sé cómo tocar este tema -fue la respuesta de Edward que parecía contrariado, pero a cabo de un segundo dijo -Al diablo, se me ha informado que en los dos meses que llevas acá no has menstruado -Amelia lo vio como si Edward le hubiese hablado en chino -No te quedes allí sin decir nada ¿Estás embarazada?
-¿Qué? No -Pregunto y negó ella al mismo tiempo
-Entonces no te molestará que Cipriano lo compruebe -Amelia sabía que no estaba embarazada y obviamente se dejaría revisar, pero le molestaba la intromisión de Edward de un asunto que no lo involucraba
-El que nada teme nada debe -respondió ella -pero si resulta que no estoy embarazada quiero unas disculpas y la promesa de que no te volverás a meter en mis asuntos íntimos -Amelia había comprendido que había cosas que no merecen una discusión con Edward y esa era una de esas discusiones
-Ya veremos -fue su respuesta, la habitación se quedó en silencio por lo que pareció una eternidad -¿qué esperar? Revísala -ordenó Edward a Cipriano
-Espero que tú y la señora Beatriz salgan -logró decir el doctor
Edward lo había despertado hecho una fiera y él supuso lo mismo que Amelia había supuesto, sin embargo, al enterarse de lo que estaba sucediendo en realidad, se preguntó si lo que había pasado anoche era un plan para hacer que él se hiciera cargo de un bebé que no era suyo y esto lo hacía palidecer, eso tenía sentido ella había comenzado, pero al mismo tiempo no podía estar seguro porque ella misma lo había culminado.
Cuando ambos estuvieron solos, Amelia se sentó al lado de él en la cama y soltó un suspiro fuerte:
-¿También crees que estoy embarazada? -Pregunto
-¿Lo estas? -No quería tener que revisarla, todavía sentía su piel suave emanando calor y cada uno de sus besos por todo su cuerpo, no quería tener que pasar por esa situación y descubrir que todo lo que había pasado la noche anterior solo había sido un plan para manipularlo y hacérselo responsable de un niño
-No lo estoy -Suspiro Amelia -pero aunque se lo diga no creo que usted me crea… -tenía razón, él tenía que comprobarlo
-No tengo mis instrumentos conmigo así que será un examen físico simple -Cipriano le indicó que se recostara y a pesar de que para ninguno de los dos era algo agradable y que se sentía aún más incómodo por lo ocurrido la noche anterior él comenzó con su trabajo y pronto se dio cuenta de que no había ningún indicativo de un embarazo, aunque si apenas tenía dos meses de embarazo era imposible de saber con certeza -parece que no estas en cinta -dijo al acabar
-lo sé -suspiró ella parecía indiferente a lo que ocurría, y en cierta manera era así, Amelia con lo ocurrido la noche anterior había olvidado a Erick y lo mucho que extrañaba su familia, en cambio, había disfrutado cada beso de la noche anterior y ahora a raíz de este malentendido ella sabía cómo la veía él
-Le diré a Edward que me es imposible asegurarlo, pero creo que no está en cinta -repitió
-no estoy embarazada -cada vez que lo decía sentía como una bofetada que le dejaba la marca de estúpida ¿Cómo se le ocurrió besar a ese hombre?
-¿Cómo puede estar tan segura? -Preguntó él, se notaba que no esperaba una respuesta, pero esta pregunta hizo que a ella se le prendiera el bombillo
-haga pasar a Edward y cierre la puerta, le explicaré a ambos -y eso hizo Cipriano, la señora Beatriz se quedó afuera sin saber qué ocurría, pero esperaba que la intrusa saliera de sus vidas para siempre
-¿y bien? -Edward se había imaginado como el hazmerreír de la ciudad enterar al enterarse lo que ocurría con su supuesta prima que resultó ser una estafadora, esto lo hacía sentir enojado y nervioso
-parece que no, pero no puedo asegurarlo -respondió Cipriano
-yo sí puedo -respondió Amelia con completa seguridad -Pero repito lo que dije antes quiero unas disculpas y la promesa de que no te meterás en mis asuntos íntimos
-si tienes razón tendrás eso, pero si no te irás de patitas a la calle -respondió Edward malhumorado
-bien -Amelia se acercó a Edward tomo su mano y la colocó justo encima de su dispositivo del brazo -aprieta un poco -Edward lo sintió y sus ojos se abrieron como platos, era algo pequeño y duro que se encontraba debajo de la piel -¿Qué diablos…? -retiró la mano como si estuviese tocando una hornilla caliente y Amelia fue hasta Cipriano y la colocó en su lugar, la reacción de él fue idéntica
-Es un anticonceptivo -dijo finalmente Amelia
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