-¿un que? -preguntó Edward
-esto impide que quede embarazada solo eso -Ella se tocó el brazo en el lugar donde estaba el dispositivo, había olvidado que estaba allí
-¿por qué diablos usarías algo para no quedar embarazada? -gruño Edward, Cipriano escuchaba atentamente, pero en realidad estaba en estado de shock, en todos sus años de medicina no se había encontrado nunca con algo así, sabía que algunos indígenas de distintas partes del mundo colocaban aretes en distintas partes del cuerpo, pero estaba seguro de que todos eran en lugares donde eran visibles
-Porque en el futuro no nos gusta tener hijos como si fuéramos conejos -respondió ella y mirando fijamente a Cipriano añadió -ni mucho menos engañar a un hombre para que mantenga un hijo que no es de él…
Beatriz no tenía la costumbre de escuchar detrás de las puertas, pero quería saber que pasaba, sin embargo, por el grosor de la puerta era muy poco lo que ella podía escuchar, sin embargo, logró entender la palabra estéril ¿Amelia era estéril? Si lo era había cometido una grave equivocación y seguramente el joven Edward la castigaría por eso, así que Beatriz suspiro y desaparecido por el pasillo, trataría de evitar a Edward durante el día para que este se calmará y el regaño que reciba no sea tan fuerte, solo esperaba que a él no se le ocurriera llamarla
Horas más tarde Cipriano se encontraba acostado en su cama, pensando en qué diablos había pasado, la noche anterior había tenido de todo un poco, sin embargo, lo que realmente le preocupaba era lo que tenía en el brazo la señorita Amelia, no encontraba una explicación lógica, aunque tampoco podía concentrarse en buscar una respuesta, cada vez que cerraba los ojos veía a Amelia desnuda ante él con el brillo de la luna iluminando su cuerpo…
El sonido de alguien tocándole la puerta lo distrajo de ese pensamiento, sin embargo, su cuerpo ya había reaccionado y la caminata hasta la entrada se le hizo imposible, una vez llegó solo abrió un poco para encontrarse a su madre en frente de él “genial más visitas de familiares” pensó aunque estaba aliviado tan pronto vio a su madre la erección había desaparecido instantáneamente por lo que no tendría que pasar vergüenza de tratar de ocultarlo:
-¿Me vas a invitar a pasar? -Preguntó su madre, la señora Margarita DeLuca era una mujer de alrededor de cincuenta a sesenta años con el cabello lleno de canas y arrugas en alrededor de unos ojos vivaces, parecía tener la apariencia de un búho, Cipriano la dejo pasar y la guio hasta la sala a diferencia de como lo había hecho con su padre, él no se llevaba mejor con ella que con su padre, sin embargo, una madre siempre merecía el mayor respeto
-¿Qué haces acá? -Preguntó finalmente él
-¿Dónde estuviste anoche?
-¿Qué? -La pregunta lo tomó por sorpresa y este se sonrojó levemente
-Vine a verte anoche y esta mañana y no estabas -Explicó su madre como si hablara con un niño de cinco años, él observaba las arrugas de su rostro para él que conocía perfectamente los procesos de cicatrización podía distinguir cada una de las cicatrices que su madre había recibido de algún plato o vaso que “accidentalmente” se estrelló contra una pared y terminó cortándole el rostro y ahora con la edad se ocultaban entre las arrugas de vejez -¿Dónde estabas?
-Estaba pasando la navidad con Edward -respondió
-¿y con su prima? -Margarita lo dijo con un tono lo hacía sentir como si ella hubiese visto toda la escena, Cipriano asintió lentamente -ya tu padre me contó de tu embobamiento, no se dé donde sacaron a esa joven porque como le dije a tu padre la anterior condesa no tenía familia, sin embargo, según he oído su parecido es innegable así que puedo poner el beneficio de la duda de su parentesco -su madre solía hacer eso, hablar y hablar sin dejar que nadie a su alrededor le respondiera, Cipriano pensaba que era un mal hábito que había tomado su madre para evitar que la conversación girará en torno a ella y los golpes que recibía y que al paso de los años este hábito se quedó como algo característico de ella -Por lo que no planeo meterme en lo que sea que tengan planeado con la joven, sin embargo, debo comentarte que espero fielmente que no planees contraer nupcias con dicha señorita, ya que tu padre y yo hemos encontrado a la pretendiente perfecta para ti
-¿Qué? -Eso sí le cayó por sorpresa
-Una joven encantadora del país vecino -Siguió su madre -Iba a ser la prometida de tu hermano, sin embargo, él ya decidió su camino y debe cumplir con la misión que dios le ha dado sobre la tierra, sin embargo, tú…
-yo no tengo voz ni voto -Para Cipriano sonaba que ya todo estaba decidido y comprendió que su padre no quería informarle de la decisión de su hermano o de su proximidad como heredero sino más bien informarle que muy pronto este se casaría
-No seas ridículo -dijo su madre- No podemos confiar en ti por lo que no podríamos firmar un acuerdo de compromiso antes de que tú aceptes, eres capaz de dejar a la pobre vestida en el altar
-Pues me alegra que tengas claro eso, no planeo casarme con la señorita que has elegido… tampoco con la señorita Amelia -creyó correcto aclarar que no planeaba tener ningún tipo de relación con Amelia antes de que su madre pensara algo que no era
-Entonces ¿Qué? -preguntó su madre malhumorada -¿planeas vivir toda la vida de libertino o es que acaso tú y Edward son algún tipo de desviados? -A Cipriano le costó un segundo darse cuenta de lo que su mamá se refería con desviado -Te juro por dios que…
-No -Dijo cortante Cipriano, a él nunca le habían llamado la atención los hombres, pero había como algunos se habían convertido en parias para la sociedad solo por el simple rumor, muchos habían perdido amigos, familia, su posición económica y hasta su casa solo por un rumor y habían terminado quitándose la vida por tal desprecio, nunca había comprendido la razón de eso, pero Cipriano no iba a dejar que su propia madre creará un rumor que podría perjudicar tanto -No quiero casarme con una mujer que no conozco, no quiero casarme porque no quiero convertirme en mi padre -la última frase le costó decirla, siempre había pensado que su padre no había nacido siendo un monstruo, él se había convertido en uno cuando lo tuvo a él, su padre nunca había maltratado a su hermano, a su madre y a él sí pero a su hermano no…
-Tú… padre -su madre tartamudeo -Cipriano es hora que olvides
-¿Qué olvide que? -Cipriano se acercó a su madre y le tocó una cicatriz del rostro -que olvide que te golpeaba o que me golpeaba… tal vez ¿quieres que olvide cuando me rompió el brazo? -Cipriano sintió un poco de tristeza al pensar que hacía mucho tiempo que no acariciaba a su madre, no podía ni siquiera recordar cuándo había sido su último abrazo
-Cipriano…. -Su madre parecía afligida, pero inmediatamente le dio un golpecito a su mano para apartarlo, su cara parecía de desprecio total hacia él -No estoy acá para hablar de tu padre
-Estás acá para hablar de una boda y un título que no quiero y que jamás tendré -Dijo Cipriano el dolor de que su madre lo hubiese apartado de esa manera lo hizo enojar, ¿por qué le molestaba ser un marginado social por ser un desviado si sus padres ya lo trataban como tal? Él era un des adaptado en su familia, un desconocido y eso no cambiaría por nada del mundo -Por favor retírate de mi casa
-No iré a ningún lado hasta que no escuches todo lo que tengo que decir -Cipriano quien se encontraba lastimado y lleno de ira por la evasión de su madre a su ligera muestra de cariño contempló la posibilidad de arrastrar del brazo a su mamá fuera del departamento, sin embargo, si ella no quería que él lo tocara él no la tocaría, sin embargo, no tenía por qué quedarse a escuchar a su madre diciendo sus estupideces
-Pues me iré yo -Le dijo mientras tomaba su abrigo y sus llaves -He tenido suficiente de ustedes por favor no vuelvan a molestarme, los veré en el próximo funeral -Dijo cortante y salió hecho una furia.
Cuando llegó a la calle Cipriano se preguntó a dónde debería ir, no quería regresar a la mansión, habían pasado muchas cosas allí en las últimas horas en las que no quería pensar ¿Pero si no iba allí a donde iría? Metió las manos en el bolsillo y sintió que sus llaves podrían ir a su consultorio…
De camino a su consultorio, pensaba en Amelia y sus besos, pensaba en Amelia y un bebé, en Amelia y en esa cosa del brazo y por supuesto todo el asunto de la concepción humana le hacía pensar en el matrimonio lo que la hacía pensar en su madre y pensar en su madre la hacía pensar en su expresión de desprecio y en su padre.
Tenía la cabeza hecha un lío y sus pensamientos saltaban de un lado a otro sin poder ser controlados pronto llegó a su consultorio, vio que el letrero de su consultorio decía cerrado y lo cambió para que dijera abierto…
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