Una hora antes…
Edward salió con una tormenta de emociones, Olivia se le había declarado, nunca había escuchado que una mujer hiciera eso, sin embargo, ella lo había hecho, pero al mismo tiempo lo había rechazado, tal vez si lo hubiese dejado hablar él podría haber aclarado la situación, si ella lo hubiese dejado hablar a él en estos momentos estarían celebrando un compromiso.
Edward sabía lo mucho que la amaba desde su baile de presentación y él había sufrido por las palabras que una vez había pronunciado por celos, pero el sentimiento seguía allí a pesar de los años y la distancia.
Edward se dirigió a donde Cipriano, sin saber que su amigo no se encontraba en su hogar al llegar y darse cuenta se preguntó dónde podría estar en un día feriado, pero no le dio mucha importancia “tal vez lo llamaron para una emergencia” se dijo mientras decidía ir al bar del pueblo a tomar un par de copas y esperar que el señorito se dignara a aparecer en su casa, necesitaba una conversación con su amigo para aclarar las ideas, busco entre los bolsillos de su traje y encendió un habano.
Casi al mismo tiempo…
Cipriano había pasado gran parte del día de mal humor en su consultorio, sus pensamientos saltaban de una mujer a otra, es decir, de su madre a Amelia, no podía dejar de pensar en los besos de la noche anterior y el miedo que sintió de al pensar que lo que había pasado la noche anterior solo había sido un vil engaño y luego tuvo que encontrarse con su “adorable” madre con su gran noticia y todo eso había ocurrido antes de las once de la mañana, por lo que después de haber pasado horas haciendo nada mientras su mente jugaba con sus pensamientos supo que el día solo podía ir a peor.
El estómago le comenzó a rugir a partir de la dos de la tarde, había comido un buen desayuno en la mansión Wilson, pero eso había sido a unas horas muy tempranas del día, pero para esa hora ya moría de hambre, así que había tenido la gran idea de ir al bar, donde también servían comida aunque realmente no quería llenar su estómago, por primera vez en su vida quería tomar y emborracharse como lo hacía Edward...
En el Bar…
Cuando Edward llegó al bar, Cipriano ya se había tomado su primera botella de alcohol él solo en un tiempo récord, todos los presentes eran hombres solteros o en su gran mayoría hombres amargados y distanciados de sus familias que habían pasado toda la noche de navidad tomando insaciablemente, pero todos se quedaron sorprendidos al ver llegar al respetado doctor Deluca llegar y tomarse una botella él solo en menos de cinco minutos, algunos trataron de disimular su mirada y otros lo miraban con auténtica curiosidad ¿Qué le hubiese podido haber pasado al doctor para que estuviese en un estado tan deplorable?
Cuando Edward llegó todos pensaron que se llevaría a su amigo para su hogar y tratarían el asunto que tanto atormentaba a Cipriano con reserva, era lo que todo el mundo esperaba de una amistad de años como la de ellos, sin embargo, cuando Edward se sentó y pidió su propia botella, todos supieron que nada bueno iba a salir de esos dos borrachos.
En la plaza...
Para cuando Amelia detuvo la riña de ambos, ambos hombres habían tomado tanto que no podían recordar que había iniciado la pelea, Edward podía recordar algo sobre un algo sobre la madre de Cipriano y un compromiso no deseado, Cipriano por su parte solo podía recordar algo sobre cómo le habían rechazado su propuesta de matrimonio a Edward o algo del estilo por lo que era de suponer que algo sobre el matrimonio que era el común denominador en ambos recuerdos sería la razón de la pelea a golpes, pero en realidad la razón había ocurrido por quien pagaría la cuenta, ambos hombres estaban tan ebrios que primero discutieron de manera amistosa quien pagaba, pero rápidamente la discusión se fue acalorando y con ese grado de embriaguez no faltó mucho para que surgieran los golpes.
Los rumores los días posterior a la pelea fueron más que todos dirigidos a la prima del conde, algunos juraron que si estaba embarazada y que el doctor había amenazado al Edward con revelar todo, otros decían que ambos hombres estaban enamorados de la señorita y algunos aseguraron ambas historias del origen de la pelea eran ciertas, se decía que Amelia si estaba embarazada, pero que no sabía del cual de los dos hombres era el vástago. Sin embargo, el escándalo se hizo más grande cuando se dijo que cierto personal de la mansión aseguro que la señorita era estéril y que la pelea en realidad había surgido por un enamoramiento del conde hacia su prima, pero al darle Cipriano la noticia este la había tomado con él.
Pero todos estos chismes fueron acallados por la persona menos esperada, el dueño del bar al enterarse de todos los rumores que se habían generado en contra de la señorita:
-para todos aquellos que tengan oídos y quieran escuchar, sepan que la discusión fue generada por un malentendido -Dijo en voz alta -Ambos hombres querían pagar la cuenta -explicó- lo peor del caso es que ya me habían pagado, en fin no puedo dejar que se dañe la reputación de una dama por un malentendido que ni siquiera tiene algo que ver con ella…
Los rumores finalmente bajaron su intensidad, sin embargo, no se acallaron del todo, porque el hecho era que muchos testigos aseguraron que ambos hombres habían llegado al bar con un aspecto deplorable, pero nadie dudó del dueño del bar, ni siquiera las mujeres, todos sabían que el hombre se ganaba la vida sirviendo tragos a los pobres desgraciados de la ciudad, por lo que era el primero en saber los chismes más jugosos, sin embargo, nunca un rumor se había iniciado en el bar, lo que hacía al tabernero el hombre que mejor guardaba los secretos, cuando algunas mujeres acudían a él para ofrecerles grandes sumas de dinero o incluso favores de índole sexual solo para descubrir algún secreto jugoso de alguna persona que les caía mal, el hombre simplemente respondió “eso no es bueno para el negocio”. Por lo que todos sabían que si el hombre se había involucrado en acallar un rumor era porque ciertamente estos no eran ciertos.
En la mansión…
Al pasar los días estuvo claro que Edward y Cipriano no planeaban volver a hablarse y Amelia se preocupó enormemente por esta situación, sin embargo, la preocupación de Edward se dio cuando comenzaron los rumores de la infertilidad de Amelia, el hecho de que se filtrará no le parecía una simple coincidencia, él le había preguntado a ella si era estéril y la única persona fuera de esa habitación era Beatriz, pero si Beatriz era la boca originaria de ese rumor, estaban en un gran problema, Edward estaba seguro de que las cosas escandalosas que habían pasado en los últimos dos meses no habían sido la comidilla de la ciudad solo porque Beatriz había mantenido las noticias bajo control, lo que resultaba problemático era que no podía acusar o en dado caso recriminar a Beatriz por esta situación, primero porque no tenía pruebas y segundo porque el hacerlo podría causar la ira de la mujer y terminar con rumores escandalosos e incontrolables, claro el hecho de que el dueño del bar los hubiera acallado había sido un alivio para él, pero después de año nuevo cuando Edward decidió que no sabía si podía confiar en su empleada o no decidió consultar a la verdadera afectada de la situación.
Amelia había escuchado con seriedad a Edward, ella seguía muy molesta con la pelea, porque en su mente la pelea se originó por lo que había pasado la noche de navidad entre Cipriano y ella, por lo que sus pensamientos rondaron en lo que le había comentado Edward de tener un duelo con su mejor amigo y obviamente pensó que se golpearon hasta matarse, y ya había pasado una semana de ese asunto y prácticamente de lo ocurrido no se había tocado el tema.
Ella seguía día tras días haciendo sus lecciones para ser una dama de sociedad impecable, incluso estaba aprendiendo a hablar francés de Samira, pero le seguía incomodando el no saber qué había pasado el 25 de diciembre y para peor de los casos Olivia parecía estar evitando a toda costa la mansión Wilson, se encontró con ella en la ciudad o en su casa, pero cuando la invitaba ella se negaba con alguna excusa:
-Deja en calma lo que está en calma -le dijo a Edward después de meditarlo, aunque era el consejo que ella quería aplicar para sí misma
-¿Segura? -Preguntó Edward confundido
-Ya estamos en enero, ¿Cuánto crees que me queda acá? -Probablemente a finales de enero si el invierno no se alargaba comenzaría a derretirse la capa de hielo que le impedía nadar en el lago, tal vez tendría que esperar un par de semanas más para no entrar al equivalente de un vaso de agua fría con miles de hielos flotando en su interior -Solo espera que me vaya y puedes hacer lo que quieras…
-Entiendo -Edward entendió que un mes más no haría daño, solo tenía que asegurarse de que Beatriz no se enojara y soltara la lengua
-Edward- Amelia llamó su atención -¿Qué fue lo que pasó?
-lo que paso no es un problema que tenga que ver contigo, como tú dijiste deja en calma lo que está en calma...
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