El ambiente se congeló al instante.

Celia se balanceó, ya no pudo mantener la sonrisa rígida de su rostro.

—Lo siento, yo… — a los ojos de la familia de Eduardo, ella era la única forastera.

—Hace cinco años era el abuelo quien no los aprobaba. Ahora, tras separarse, siguen enamorados. Lo único que podemos hacer los mayores es apoyar las decisiones de nuestros hijos —Carmen le guiñó un ojo a Pedro para que se diera prisa y aligerara el ambiente.

Pedro tenía un poco de dolor de cabeza porque nunca desobedecieron las decisiones de su hermana mayor. Hoy, Mihaela, dejó claro que no iba a darle buena cara a Celia.

—Celia, ve a ayudar a Julia en la cocina…

Ahora mismo, lo único que podía hacer era dejar que Celia evitara esta embarazosa situación.

Celia asintió. Se liberó de Eduardo y caminó hacia la cocina con la cabeza gacha.

No tenía que ayudar a Julia en nada, pero la cocina era su refugio temporal.

—Señorita Celia, no se lo tome como algo personal… Mihaela siempre ha tenido ese carácter. Ella crio al señor Eduardo desde pequeño, por lo que la señora y el señor siempre la ha respetado mucho… — Julia notó la tristeza de Celia y susurró para consolarla.

Celia asintió agradecida a Julia.

—Gracias Julia. Después de todo, fui yo quien lo hizo mal entonces. Es normal que esté disgustada conmigo.

Julia no lo pensaba así.

—Los jóvenes necesitan pasar por cosas para sentar la cabeza y el señor Eduardo le dijo a su madre que solo se casaría con usted. Así que no se preocupe.

Celia se quedó perpleja, había confusión en sus ojos.

«¿Podía durar realmente una relación que no cuenta con el apoyo de la familia?»

El almuerzo no se desarrolló en un buen ambiente.

Cuando todos se sentaron a la mesa, Mihaela seguía sin mirar a Celia.

Los mayores empezaron a hablar de otras cosas, mientras Eduardo seguía dándole comida con entusiasmo.

Celia no había participado en las conversaciones anteriores, pero la actitud de Eduardo era clara en todo momento.copy right hot novel pub