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(COMPLETO) Las Crónicas de Aralia (1): Gemelos de sangre

LXVII

Era él. Su pelo rubio, sus ojos grises, su mirada penetrante, su cuerpo atlético, sus labios... Tabak. Me encantaba verlo allí, pero no en aquellas circunstancias. ¿Qué pasaría ahora?

No me dio tiempo a abrir la boca. Los ojos de Tabak se posaron en los míos y yo me olvidé de todo: de los presentes, de la mansión, del mundo... No existía nada más que él. Un poderoso impulso me hacía querer saltar sobre él y abrazarlo, rodear su cuello con mis brazos y no volver a soltarlo jamás. Pero un movimiento detrás de él me hizo desviar la mirada.

Se trataba de una chica joven, parecía no tener mucha más edad que yo. Su cabello era rubio y liso y sus ojos marrones. Poseía una belleza natural, no parecía tan artificial como la de los vampiros, pero no cabía la menor duda de que era una criatura mágica. ¿Tal vez una bruja? No, no portaba la capa azul característica de la especie. ¿Una vampiresa?

Para mi sorpresa, la chica apoyó suavemente su mano de piel perfecta en el hombro de Tabak, cosa que me hizo arder de celos, por supuesto. Lamenté terriblemente no ser una criatura mágica para patear su (estaba segura) perfecto trasero.

—Guardiana —saludó respetuosamente a Karintia con una inclinación de cabeza—. Yo...

—No hay tiempo para formalidades —la interrumpió ella, quien seguía estando igual de seria—. Ya hablaremos luego. ¿Dónde están los demás?

—Rodeando la mansión —respondió el vampiro.

—Ya viene. Salid, rápido.

Tabak frunció el ceño, pero hizo lo que su hermana le pedía y bajó rápidamente los escalones de la casa. Para mi sorpresa, Karintia me indicó que yo también saliera y después le hizo una seña a Karma y a Kiriat para que hicieran lo mismo. Por un momento llegué a pensar que ella cerraría la puerta y se quedaría dentro, impidiéndonos intervenir, pero salió también. No cerró la puerta, sino que la dejó abierta mientras ella caminaba de espaldas a nosotros, sin perderla de vista en ningún momento. Sus pasos eran decididos, firmes. Sabía lo que estaba haciendo y también parecía saber lo que pasaría a continuación.

Jared apareció por la puerta con aire tranquilo y su característica media sonrisa. Su cabello era mecido suavemente por el viento mientras sus ojos se clavaban en los de la híbrida. Nada más importaba. No parecía tener ningún miedo al ver a Tabak y a la otra chica allí.

—Jared —la chica rubia trató de llamar su atención, pero él no desvió la mirada de la Guardiana—. Debes entrar en razón. Detente ahora mismo y aún quedará esperanza para... nosotros.

Intuía que le había costado un poco decir la última palabra. De modo que la chica y el vampiro se conocían. ¿De qué? ¿Quién era ella? Daba igual, porque fuera quien fuese no parecía importarle a Jared en absoluto.

De entre los árboles que rodeaban la mansión, justo detrás de nosotros, empezaron a salir personas cuyos rostros me resultaban muy familiares: Alex, Jhan, Andrew, Raina, Manu, Cameron, Adrien, Gisella, Lucian, Ángel, Mateo, Brooke, Lucas, Azael... ¡Incluso Teresa y Kenzye! Seguramente habrían obligado a los demás a llevarlas con ellos. Mis amigas eran todas unas cabezotas, pero me alegró poder verlas vivas y saber que todos se encontraban bien… por el momento.

—Jared —la chica rubia lo miraba con ojos suplicantes—. Por favor...

—Karintia —él continuó con la vista clavada en la híbrida, sin hacerle ni el más mínimo caso a la chica—. Karintia, ven aquí.

Mi corazón se aceleró y estaba segura de que los de los demás también dieron un vuelco. La híbrida podía ceder, podía caer de nuevo en sus redes mientras Jared le prometiera no hacer daño a los suyos. Si Tabak no hubiera aparecido, en una semana Karintia y yo podríamos haber sido libres a nuestra manera... pero mi vampiro siempre había sido hombre de acción. Sonreí al pensar en ello.

—No —respondió la híbrida para nuestra sorpresa—. Se acabó, Jared. Es hora de pagar por todo lo que has hecho.

Karma profirió una especie de rugido amenazante mientras abría la boca, enseñando sus poderosos colmillos. Kiriat, sin embargo, estaba tenso. El tigre le debía lealtad a Jared, estaban tan unidos como la pantera y Karintia... No podía dejarlo solo, no podría enfrentarse a él. Entendía lo doloroso que la situación tenía que estar siendo para el tigre. Pero había llegado el momento de elegir libremente, sin ataduras ni lazos afectivos. Simplemente la opinión de cada uno al respecto, y estaba claro que Kiriat estaba con nosotros, con Karma. Y Jared pareció percatarse de ello.

—Kiriat —se dirigió a él—. Si no vienes aquí ahora mismo, entenderé que tu lealtad ha cambiado y se te tratará como a un traidor.

Por desgracia, no pude escuchar la respuesta que el tigre le daba al vampiro, pero a este no le gustó. Apretó la mandíbula e hizo un pequeño asentimiento con la cabeza, por lo que entendí que Kiriat seguiría de nuestro lado. Nos encontrábamos en una situación bastante tensa y no sabía qué iba a pasar.

—Lidia, ve con Teresa y Kenzye —escuché la voz de Tabak en mi cabeza—. Pase lo que pase, permaneced juntas y lejos de la pelea, ¿entendido? Una lucha mágica no es algo en lo que podáis intervenir.

—Entendido.

Por mucho que me hubiera gustado ayudar, no era tan estúpida como para creer que realmente pudiera hacerlo. Solo sería un estorbo, una molestia, una distracción. Pero me alegraba que él no me obligara a volver al castillo gracias a la magia de Brooke, por ejemplo. Prefería ser consiente de la situación, verlo todo con mis propios ojos antes que estar preocupándome por todos ellos.

Tabak sabía que la batalla iba a comenzar, pero ¿cómo iban a enfrentarse Jared, Liccssie y Ania a todas aquellas criaturas? Era una lucha que nunca ganarían y Jared tenía que saberlo. Lo que yo no esperaba era que aparecieran casi treinta vampiros de las profundidades del bosque, justo a los lados de la mansión. Liccssie y Ania salieron de la casa y se posicionaron una a cada lado de Jared, quien había esbozado una sonrisa triunfal. Pero algo llamó mi atención. O, mejor dicho, alguien.

Era un hombre de cabello castaño y ojos marrones con una mirada muy atrayente. Casi hipnótica. Su cuerpo perfectamente definido estaba vestido con una camiseta blanca de manga corta que resaltaba todos los músculos de su pecho y abdomen y dejaba ver unos fuertes brazos. En la parte de abajo llevaba unos pantalones negros que parecían como de un traje. Era puro músculo, pura fantasía… Y era una tontería fijarse en él, no era el único vampiro del lugar ni el más guapo (Tabak, por ejemplo), pero algo me decía que él era distinto, que era otra cosa... Y la voz de Karintia en mi mente confirmó mis sospechas.

—Bajad la mirada ahora mismo las tres. Al suelo.¡Ya!

Al notar el respingo que dieron mis dos amigas supuse que no tenía la necesidad de repetir su orden en voz baja. De modo que las tres comenzamos a bajar la cabeza, pero a un ritmo demasiado lento, como si nuestros ojos no quisieran despegarse de aquellos atrayentes y profundos ojos castaños.

—Vaya, vaya —mi última mirada fue para sus labios carnosos, para cerciorarme de que era él quien pronunciaba aquellas palabras—. Cuánto tiempo sin verte, mi adorada Karintia.

Por el rabillo del ojo capté un ligero movimiento y pude comprobar que Azael había apretado tanto los puños que sus nudillos comenzaban a estar blancos. ¿Quién era aquel hombre? ¿De qué conocía a Karintia? ¿Sería una amenaza para ella peor que Jared?

—Hola, Gael —lo saludó ella de manera fría.

—Me alegra que me recuerdes —supe que estaba sonriendo solo por el tono de diversión en su voz masculina—. Aunque habríamos podido llegar a conocernos mejor aquella noche... Quizás te hubieras acordado más de mí.

El matiz sexual en aquella frase había quedado claro para todos. ¿Habrían sido amantes? Puede que Karintia lo hubiera rechazado y por eso él estuviera algo molesto. ¿Una riña de ex parejas, tal vez? No era, ni de lejos, el mejor momento para eso.

—Déjala en paz —le ordenó el diablo con voz ronca cargada con su ira—. No te atrevas a poner tus sucias manos sobre ella. ¿Qué haces aquí, Gael?

—Cuando me encerraste y me escapé, tuve que huir del Infierno —explicó él—. Tampoco era seguro merodear por el Mundo Mágico y menos en los tiempos oscuros de aquella época con Xion surcando los cielos. Por eso decidí refugiarme en el mundo humano, donde conocí a Jared. Y digamos que me uní a su causa sabiendo que algún día eso conllevaría poder enfrentarme a ti... y vencer.

—Ni en tus más dulces sueños —le aseguró el diablo.

—No te tomes tan a pecho lo que ocurrió —una carcajada resonó por el bosque—. Solo lo hice porque ella era la Guardiana, no porque tuviera algún interés personal en ella. No soy tan débil como tú.

La respuesta del diablo se perdió cuando Jared alzó la voz para dirigirse a la híbrida.

—Karintia, piensa bien las cosas antes de hacer nada. Mira a tu alrededor. No podéis vencer. A mi lado podrás ser feliz para siempre y te prometo que nadie tocará a ninguno de los tuyos. Todos podrán vivir sus vidas, a salvo.

Esa oferta ya la había escuchado antes y era realmente tentadora. Comprendía que Karintia no quisiera perder a ninguno de sus seres queridos, pero estaba en juego la protección de ambos mundos. ¿Para qué querían sus compañeros vivir una vida en la que ella no estaba? Seguro que preferirían morir. ¿Y yo? ¿Prefería yo morir antes que perder a Tabak?

—Soy la princesa de Ákaton, la primera híbrida de cinco especies de todo el Universo, Luna de la manada más poderosa que existe, bruja principal y la Guardiana de ambos mundos —jamás había escuchado la voz de Karintia tan firme, tan fuerte—. No puedo evadir mis responsabilidades. Tengo una misión que cumplir.

Creo que puedo afirmar sin lugar a dudas que todos estaban más que orgullosos de las palabras que ella acababa de pronunciar. Todos menos Jared, a quien se le habían oscurecido los ojos, pero no había perdido su sonrisa. Y yo, una idiota sin remedio, volvía a mirar a pesar de la orden de Karintia.

—Entonces me temo que todos morirán —declaró.

—Jared, mírala —le pidió la híbrida mientras señalaba a la chica rubia—. Es tu compañera. Es Arianne. Es a ella a quien estás destinado.

—¡No! —Jared apretó la mandíbula y los puños con fuerza—. Yo no estoy destinado a nadie, salvo a ti.

Decidí que ya había corrido suficiente riesgo, así que bajo la atenta mirada demis dos amigas, volví a ocultarme, sin dejar de escuchar.

—Jared, eres un vampiro y... —comenzó Karintia suavemente.

—Estoy destinado a ti —replicó, enojado—. Tú fuiste mi primer amor, la persona de quien he estado profundamente enamorado toda mi existencia. Quiero tantas cosas contigo, Karintia..copy right hot novel pub

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