Cuando Declan llegó al asiento del conductor, la cabeza de Elizabeth estaba a punto de caer en su asiento.

Empujó su cabeza a un lado, pero tan pronto como soltó la mano, esa cabeza pesada volvía a caer.

Su cabello era suave y fragante. Las ondulaciones se esparcían perezosamente sobre sus hombros. Era de un castaño oscuro. Bajo sus ojos bien cerrados estaba el puente de la nariz, que desde el ángulo de Declan, podía llegar a ver la punta de la nariz.

—Eres una maldita seductora —comentó Declan con frialdad.

Siempre supo que era seductora. Por ejemplo, en el pasado su inocencia inconsciente le ponía mucho. En verano, su gesto de lamer un helado conseguía volverlo loco. Ahora es todavía más seductora… Pero ahora no lo hacía inconsciente del todo, más bien emitía esa aura encantadora medio inconsciente.

Se había convertido en alguien que podía jugar con los pensamientos de los hombres.

Para ser honesta, Elizabeth conocía su encanto, pero nunca lo usaba sin motivo.

La cabeza de Elizabeth se inclinó hacía él de nuevo. Declan empujó su cabeza otra vez, pero tan pronto como arrancó el coche, descubrió que su cabeza estaba golpeando la ventana.

Declan frenó bruscamente, se detuvo y miró a Elizabeth durante un largo rato.

El coche de detrás le estaba pitando. Declan parecía no haberlo escuchado, se limitaba a mirar a Elizabeth.

Después de mucho tiempo, de repente tiró del cuello de Elizabeth con rudeza, para que su cabeza cayera en su hombro. Esta vez con mucha fuerza y sin piedad.

Elizabeth murmuró insatisfecha y borracha, pero no abrió los ojos. Después de un gemido insatisfactorio no volvió a emitir sonido.

Declan condujo con los dientes apretados. Cuando pisó el acelerador, desahogó su ira en el coche.

—Maldita sea… —No pudo evitar maldecir.

Al final él perdió. Pero no pensó en detalle sobre el propósito de todas sus acciones. Se comía el coco con el argumento de que había hecho eso para poder torturarla lentamente en el futuro.copy right hot novel pub