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Destino Inevitable

XXXI. Infierno.

–¡Espera! ¿Qué ganas? Mi sobrino no tiene nada que ver en esto –Aclaró Alessandro intentando controlarse, al mínimo fallo perdería a Florentino, no podría hacerle eso a Paolo. Le hizo la promesa al enterrarlo, jamás nadie se acercaría a su hijo, ni le causaría ningún tipo de daño. Pero ahora le estaba fallando.

–¿Qué gano? –Rió descaradamente–. Gano terminar con lo poco que te queda, disfrutar en acabarte porque te odio, ¡me quitaste a mi hermano!

–¡Él me arrebató a toda mi familia! Ese malnacido se merecía eso y mucho más.

–Eres el diablo en persona, lo que le hiciste antes de morir no tiene nombre.

–¿Hablas de principios cuando le estás aputando a un niño inocente al cual le quitásteis…–Calló a tiempo, no quería que Florentino lo escuchara, no todavía–. Escúchame bien, tu muerte será peor que la de tu hermano como no lo sueltes en este mismo momento.

–Es tarde ya para ti, muy tarde. –Cargó el arma mirándolo fijamente–. Terminaré con el despojo que quedó de Alessandro Ferrari.

Francesco y Alessandro estaban convencidos de que se escucharía un tiro, de que terminaría con el niño sin piedad delante de ellos a pesar de saber las consecuencias. Pero el hombre hizo un mueca de dolor cerrando los ojos. Alessandro frunció el ceño extrañado, se había quedado estático, segundos después cayó al piso justo al lado de Florentino. Quien estaba detrás era Aurore, sujetaba un tronco de madera entre las manos llorando, se veía aterrada y a simple vista se podía percibir que temblaba. Soltó el tronco dejándolo caer al suelo en trance, paralizada vió la sangre en la cabeza del tipo. Florentino corrió hacia su tío abrazándolo.

–¿Qué haces aquí? ¿Cómo llegaste? –Preguntó Alessandro confundido.

–Yo… –Las palabras se quedaban atoradas una encima de otra en su garganta–. ¿Está muerto?

Francesco lo comprobó.

–No, no se preocupe –Se acercó a ella–. ¿Se escuentra bien? Está temblando.

–S-sí… yo sólo me asusté mucho al ver que apuntaba a Florentino, no sabía qué hacer.

–Hizo bien, le salvó la vida.

Alessandro retiró con sumo cuidado la cinta que rodeaba la boca del pequeño.

–¿Estás bien, Florentino?

Él dejó de llorar y se secó las lágrimas con la manga de su suéter.

–Sí, estoy bien tío.

–Mirame bien –Cerró los ojos suspirando, estaba ardiendo por dentro del coraje pero no quería asustarlo–. Florentino, dime la verdad. ¿Ese hombre te hizo algo malo?

–No, se portó bien conmigo, dijo que estábamos esperando por ti. Al final fue cuando cambió y empezó a gritar, se veía muy asustado.

Alessandro soltó todo el aire y estrés que había acumulado durante esos días, horas, segundos que parecían una eternidad temiendo que le hicieran daño a su sobrino, una criatura que le juró a Paolo proteger hasta el último día de su vida. Sin media palabra se arrodilló ante su sobrino y lo abrazó, puede parecer algo sumamente increíble para el mundo, pero jamás lo había hecho, nunca antes lo abrazó. Siempre quiso darle la imagen de hombre fuerte e incapaz de mostrar sentimientos ante nadie. Peo ahora nada de eso le importaba, tenía a ese pequeño con él sano y salvo, era lo único importante en ese momento. Aurore se tranquilizaba al verlos.

–Tío, no puedo respirar –Susurró Florentino por encima del hombro de su tío.

Alessandro lo soltó asegurándose de que no tenía ninguna herida.

–Hermano deja al niño en paz, no tiene nada –Comentó Francesco burlón.

–Necesito serciorarme de ello.

Florentino dió la vuelta y corrió hacia donde estaban Aurore y Francesco, los abrazó a los dos por el cuello haciéndolos inclinarse.

–Cielo, te extrañé un montón –Dijo Aurore abrazándolo más fuerte.

–Yo a ti también, Aurore. Vámonos de aquí, por favor. Me da miedo ese hombre.

–Llévalo al lugar. Y espérame ahí –Le ordenó Alessandro a Francesco.

–¿El de siempre?

–Sí.

–De acuerdo –Volvió hacia Florentino–.copy right hot novel pub

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