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Destino Inevitable

XXXIII. Peligrosa.

Alessandro llegó al apartamento casi a media noche, cerró la puerta con cuidado y en la entrada se quitó la camisa manchada de sangre tirándola a la basura. Percibió un frío procedente de la terraza y se dirigió hacia allá. Estaba todo demasiado silencioso, parecía ­estar vacío pero para su sorpresa Aurore estaba dormida en uno de los sofás al aire libre. ¿Acaso se había vuelto loca? Podría ­resfriarse con esa temperatura. Acercándose se sentó en el sillón justo al lado suya, dios…se veía tan bella cuando estaba dormida, un hermoso ángel. Alessandro se sorprendió al pensar en aquellas palabras que habían pasado por su cabeza. Las ondulaciones de su cabello eran movidas por el viento, llevó la mano a su rostro apartando uno de los mechones hacia su oreja. Aún dormida parecía embrujarlo hacia ella, se veía tan frágil e indefensa en aquella postura fetal. Aunque quisiese no podía apartarse, juró alejarse de ella, olvidarla por completo pero algo inevitable se lo impedía.

–Aurore…levanta, te enfermarás con este frío.

Ella ni se inmutó, se abrazó a sí misma por el frío.

–Vamos…despierta –Acarició su mejilla enrojecida admirándola, ¿qué pasaba con él? ¿Desde cuándo se comportaba así? Era algo que lo llevaba a hacer cosas inimaginables para él.

–Idiota... –Murmuró entre sueños.

–¿Qué has dicho? –Preguntó confundido.

–Eres un idiota de lo peor…un idiota muy guapo.

–No sabía que hablabas en sueños. Eres más sincera cuando estás dormida. Si yo soy un idiota, tú eres una terca por no hacer caso cuando te digo algo, automáticamente haces lo contrario para hacerme enojar. Si te pasa algo yo… –Paró a tiempo, ¿qué tontería ­iba a decir? No sabía ni lo que estaba hablando, se encontraba tan cansado que discutía con una persona dormida–. Alessandro se te está yendo la cabeza…

Se levantó y dispuesto a cargarla en sus brazos su mirada viajó hasta el final del vestido, mientras estaba durmiendo se le había subido casi hasta sus caderas dejando expuestas sus mini bragas, y eran de color rojo intenso. Alessandro resopló mirando hacia el horizonte de la terraza.

–Señor, ¿es esto un castigo por lo que hice hoy? Porque estás siendo muy duro conmigo, es demasiada tentación para una sola persona.

Bajó el vestido cubriéndola, la tomó en brazos con suavidad y la llevó hasta la segunda planta, había una tenue luz en la habitación, con delicadeza la depositó sobre la cama tapándola con el edredón. Era extraño, pero se sentía tan bien al cuidar de ella, dentro de él nacía ­una necesidad de protegerla de cualquier mal. Rodeó la cama para cubrir bien a Florentino del frío, de repente el pequeño abrió sus ojos parpadeando mientras lo miraba.

–¿Te desperté, campeón?

–No…–Se sentó retirando el edredón hacia un lado– No puedo dormir, tío.

–Shhh…baja la voz, pequeño. Vamos a despertarla –Susurró mientras señalaba a Aurore.

Florentino tapó su boca divertido.

–Perdón…

–Intenta dormir, es muy tarde.

–Tío, ¿me cuentas una historia?

Era la primera vez que le pedía ­algo así­, le tomó por sorpresa su pregunta.

–Soy muy malo contando historias, seguro que no logras dormirte y me echarás al pronunciar las dos primeras palabras.

El pequeño rió tapándose la boca con las manos.

–Eso no lo sé, tío. Nunca me contaste una historia. Porfa… ¿me la cuentas?

–Pero la despertaremos.

–Cuéntamela con la voz muy bajita, ¿sí?

–Eres un renacuajo muy astuto –Lo miró varios segundos pero era imposible decirle que no. –Está bien, pero sólo una.

–Duerme aquí­ con nosotros.

Miró a Aurore embaucado.

–No podría dormir...copy right hot novel pub

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