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Destino Inevitable

LX. Calidez.

Esperó a que la señora hablara, pero sólo se dedicaba a observarla con sumo interés. Se veía aún muy joven y hermosa, como al rededor de entre los 35 a 40 años, aunque parecía de menos, a simple vista era una mujer refinada y elegante con la forma en la que se vestía, el azul de sus ojos resaltaba combinando con el color negro de su cabello. Y su rostro le era familiar, sin embargo esa espinita seguía en ella al no poder reconocer de dónde.

–Buenos días, ¿puedo ayudarla en algo? –Preguntó ella rompiendo con ese silencio.

–Buenos días. –Saludó con una cálida sonrisa–. Soy Bianca, una amiga de la familia Ferrari, Amalia me dijo que usted se encontraba aquí y vine a darle la bienvenida.

–Ah...Yo me llamo Aurore. –La mujer se acercó para abrazarla, la tomó un poco de sorpresa pero contestó a su abrazo con calidez, Aurore cerró los ojos al sentir que conocía aquel perfume impregnado en ella, se apartaron y Bianca le sonrió. Le devolvió la sonrisa, vió un brillo en su mirada y de hecho ella podía jurar que aquella mujer quería llorar, se ahorró las preguntas que deseaba hacer, ya que no quería ser inoportuna o hacerle sentir mal–. Muchas gracias, un gusto en conocerla. ¿Quiere pasar? –Preguntó al verla ahí parada en la puerta–. Estoy sola y me vendría muy bien una compañía, de hecho ahora iba hacia la casa de Amalia, Alessandro me dijo que vivía cerca.

–¿Alessandro? –Preguntó mirándola con atención.

–Sí, Alessandro Ferrari.

–Oh, sí. Perdone, hace muchos años que no lo veo por aquí, pensé que se había mudado para siempre de Italia.

–Sí, bueno vino para...–Calló dejando de hablar, si lo pensaba bien era una desconocida y no debería decirle sobre la enfermedad de Florentino, aclaró su garganta un poco nerviosa–. Por unos asuntos. Pase, por favor.

–Se lo agradezco. –Hasta con su forma de caminar era muy distinguida.

–No es nada. –Sonrió dejando que entrara para después cerrar la puerta. Podría sonar como una locura, pero por alguna razón no estaba incómoda o fuera de lugar, al contrario, el ambiente se sentía más acogedor y familiar cuando la mujer entró a la casa–. ¿Desea tomar algo? Puedo hacer café o té. –Dijo una vez llegaron a la sala, sonrió cuando vió que la chimenea estaba encendida, debió de haber sido Alessandro el que lo hizo esta mañana. Lo extrañaba tanto y no habían pasado más de dos horas. Observó cómo la mujer miraba la casa con curiosidad, se volteó a ella.

–Sino es mucha molestia, un café. –Esta vez la que se le quedó mirando fue Aurore, estaba completamente segura de haberla visto antes.

–Sí, por supuesto. Tome asiento, vuelvo enseguida. ¿Cuántas cucharas de azúcar?

–Si es posible, muy dulce.–Como si una estrella fugaz pasará por su mente esa frase se le hacía demasiado conocida.

–Perfecto...–Se dirigió a la cocina sintiéndose un poco extraña por lo sucedido, ¿cómo llamaban a eso que te dejaba con el cuerpo raro al sentir o recordar algo de nuevo? Un dejavu, esa era la palabra perfecta para describirlo.

Preparó una taza de café, volvió de nuevo a la estancia, pudo ver claramente cómo la mujer secaba una lágrima en su rostro con discreción al verla venir, se veía tan triste y afligida que no pudo evitar sentir un nudo formándose en su garganta, dejó la taza sobre la mesilla, Bianca se lo agradeció con una sonrisa un poco forzada. Se sentó frente a ella, sino lo soltaba explotaría.

–Bianca, ¿puedo hacerle una pregunta un poco indiscreta? –La mujer alzó la vista hacia ella después de darle un sorbo a la taza.

–Por supuesto.

–¿Está bien? Si quiere puedo escucharla, le prometo que no le diré a nadie sobre esto.

–Aurore, ¿verdad?

–Sí.

–Es un nombre precioso, ¿quién se lo puso?

–Mi abuela, es una historia un poco peculiar. Ella utilizaba la flor aurora para casi todas sus recetas, así que eligió ese nombre. –Comentó divertida–. No la llegué a conocer pero me hablaron mucho de ella. –Divisó otra lágrima resbalar por la mejilla de ella, realmente parecía estar pasándolo muy mal–. ¿Dije algo que la entristeció?

–No, ¿cómo una muchacha tan bella podría decir algo entristeciendo a los demás? Es sólo que...–Suspiró en silencio mientras sonría–. La vida es muy difícil, Aurore. Cuando piensas que consigues tus propósitos y sueños, algo nuevo rompe tus logros. Desechando todo el trabajo que has conseguido. Sin embargo, después de tantos años llegué a la meta. –Sonrió con melancolía y pudo ver los hoyuelos que se dibujaban en sus mejillas.

–¿Entonces está llorando de la felicidad?

–Exactamente, de la felicidad. Pero la herida sigue abierta, continúa doliendo. La única forma de cerrarla completamente es olvidando el pasado.

–Pero yo pienso que el pasado forma parte de uno mismo. Somos las personas que somos gracias a los acontecimientos que han sucedido en nuestras vidas, las heridas y experiencias forman nuestra personalidad o manera de pensar.

–Quizá tengas razón, sin embargo, hay pasados tan dolorosos que por obligación tenemos que intentar dejarlos atrás, porque no se podría seguir viviendo de no ser así.

–Entonces hágalo, olvídelo.

–Ojalá fuera tan fácil...copy right hot novel pub

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