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Destino Inevitable

LXI. Insaciable.

–Déjame que te explique...

Ella lo interrumpió cruzándose de brazos.

–Te escucho, dame un sólo motivo por el que hueles a otra mujer y tienes labial en tu camisa. Y hasta en tus labios, también.

–¿Qué? –Preguntó confundido, cerró los ojos soltando un suspiro al recordar que Eliza le había robado un beso.

–Aurore, no te imagines lo que no hay. –Ella se intentó levantar pero él la sujetó por la muñeca–. Mi amor, espera. Lo estás malinterpretando todo.

–¿Malinterpretar, Alessandro? ¿Qué harías tú si yo aparezco en casa oliendo a perfume de otro hombre y una mancha en mi ropa de él? –Su voz se oía entrecortada, pero su rostro reflejaba seriedad.

–Lo mato. –Dijo tan directa y sinceramente, que no pudo evitar quedar sorprendida–. Pero en este caso, no ha pasado nada de lo que está pensando esa cabecita. –Acarició su mejilla limpiando la lágrima, Aurore cerró los ojos ante su tacto, los abrió de nuevo viendo a un hombre vulnerable y frágil ante ella, su mano temblaba–. ¿No confías en mí, es eso? –Esta vez los ojos que se cristalizaron fueron los de él.

–¿Cómo puedes decir algo así? Yo me entregué a ti en cuerpo y alma porque eres la persona en la que más confío. –Se levantó del sofá–. Pero también soy alguien a la cual han traicionado una y otra vez, te lo dije...–Su voz se quebró sin poder evitarlo–. Te dije que no podía aguantar una decepción más y...

–Y nada. –Alessandro se levantó yendo hacia ella, para mirarla con fijeza–. Soy tuyo, mi amor. Jamás seré de nadie más, ¿no lo entiendes? –Abrió la boca pero sólo salió un suspiro–. Mientras estaba trabajando vino a verme una mujer...

–¿Tu ex? –Preguntó esperando una respuesta.

–No, como te dije nunca antes tuve una relación. Ella sólo...

–¿Te acostabas con ella? –Esta vez un silencio se propagó en la estancia, ella bajó la cabeza aguantando aquel nudo que se profundizaba.

–Aurore, mi vida antes de conocerte era muy diferente, a mi nunca se me hubiera pasado por la cabeza ser sólo de una mujer. Sí, es cierto que nos veíamos de vez en cuando, pero era simplemente eso, algo físico sin sentimientos ni amor. –Se le encogió el corazón al verla tan triste–. Pero eso se quedó en el pasado, ahora te tengo grabada a ti en cualquier parte de mí, tanto por dentro como en mi piel.

Ella elevó la vista, se veía tan sincero.

–¿Entonces cómo explicas eso? –Señaló la mancha observándolo.

–Ella pensaba que seguía siendo el de antes, me propuso estar con ella pero yo me negué contándole que te amaba a ti. Parecía haberlo aceptado, y me pidió un abrazo. Yo sé lo di pensando que era cierto, pero sólo quería dejar esta marca en mi camisa para provocar esto. Sé que puede escucharse como una mentira, pero es la única verdad...

Aurore lo analizó viendo su rostro.

–¿Y tus labios? –Preguntó cruzándose de brazos otra vez, Alessandro aguantó las ganas de reír al ver aquel puchero en su rostro.

–Me robó un beso, pero yo la aparté enseguida. No pasó más nada, amor mío...–Susurró viendo el rubor que se expandía en su rostro, era obvio que ella quería sonreír pero lo reprimía queriendo mantener su seriedad.

–¿La apartaste? –Volvió a preguntar viéndolo fijamente a los ojos.

–Sí, la aparté.

–¿Sí?

–Princesa, eso hice. –Dijo riendo.

Aurore se acercó a él, con sus manos empezó a desabrochar los botones de su camisa.

–¿Qué estás haciendo? –La tomó por la cintura acercándola a él.

–No, no me toques...–Quitó sus manos de ella, él sonrió ampliamente al verla querer verse enojada.

–Está bien...–Elevó las manos en el aire en signo de derrota, mirándola con intensidad viendo que su rostro de coloró aún más, ella desvió la mirada a su camisa, pudo sentir cómo sus manos temblaban–. Haz conmigo lo que quieras.

Aurore terminó de desabrochar todos los botones, quitó su camisa dejando su torso desnudo. Se dirigió a la cocina, él la siguió curioso por lo que iba a hacer. Llegaron al cuarto de limpieza, y ella metió la camisa a la lavadora.

–¿Es en serio? –Alessandro se carcajeó con ganas, la mirada asesina de ella hizo que cesara su risa, carraspeó intentando aguantarse, tomó la camisa antes de que pusiera en marcha la máquina–. Vamos a hacer una cosa mejor.

Caminó hasta el cesto de basura y tiró la camisa.

–¿Ahora mejor? –Vió una pequeña sonrisa en aquellos apetecibles labios.

–No. –Respondió con otro puchero.

–¿Amor, qué falta? –Intentó tomarla por la cintura pero ella se apartó.

–No quiero que me toques...

–Esta es la peor tortura que pueda existir, ¿no crees que le estás haciendo una condena demasiado dura a este pobre hombre?

Aurore lo tomó por la mano haciendo que la siguiera, caminaron hasta la segunda planta subiendo las escaleras, ella abrió la puerta de su habitación cerrándola detrás de ella.

–Quítate la ropa. –Dijo ella empujándolo al interior de la habitación.

Él la miró con picardía, haciendo que ella viera a otra parte nerviosa.

–¿Quieres que haga un striptease para ti? –Su risa la contagio inevitablemente.

–Eres un bobo...

–¿Qué has dicho? –Dió unos pasos hacia ella, Aurore retrocedió–. ¿Sigo sin poder tocarte? –Preguntó suspirando, provocando que ella riera divertida.

–He dicho que te quites la ropa. –Repitió, esta vez sonriendo.

–Me encanta ese lado demandante. –La miró con vehemencia aflojando su cinturón dejándolo sobre la cama, quitó sus zapatos y pantalones cayendo al suelo. Puso sus dedos sobre sus bóxers dispuesto a bajarlos también pero Aurore se lo impidió.

–Déjalos puestos.–Su voz se escuchaba extraña, Alessandro vió cómo mordía su labio inferior, entendiendo que su bella mujer lo deseaba tanto como él a ella, se moría por poseerla una y otra vez. Quería acabar con aquel deseo inaguantable que empezaba a nacer al verla ahí, ruborizada y nerviosa.

–Bien...–Aurore tragó saliva al escuchar lo ronca que se encontraba su voz, bajó la mirada a sus bóxers viendo la erección que se hacía cada vez más grande–. ¿Y ahora, mi verduga? –Admiró la amplia sonrisa que se posaba en sus labios al llamarla así.

Lo tomó de nuevo por la mano para meterlo en el baño, hizo que entrara en la ducha.

–No te la creo, hermosa...–Se carcajeó mientras el rostro de ella estaba a punto de explotar por la vergüenza.copy right hot novel pub

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