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Destino Inevitable

LXVI. Animal.

Aurore lo vio un poco confundida, mientras él seguía acariciando sus labios.

–¿Me quedé dormida, otra vez? –Preguntó parpadeando varias veces para mantener los ojos abiertos.

–No tardaste nada en hacerlo.

–¿Ya cenaste?

–¿Como lo haría sin mi bella durmiente? –Hizo que se sentara en la cama, para depositar la bandeja sobre su regazo. Él hizo lo mismo, pero en el borde.

–De verdad que...

–¿Qué tienes mucha hambre, cierto? Aurore, no te vas a dormir sin comer. Así que abre esa preciosa boca. Sino quieres que coma yo, y no precisamente será la comida...–Vio que se ruborizó, no pudo evitar contemplarla por un largo momento.

–Está bien...–Susurró resignada.

–¿Por cuál quieres empezar? –Preguntó viendo la cena. Aurore señaló la ensalada de salmón y verduras. Él agarró un tenedor para tomar del platillo–. Abre esa boquita, princesa. –La dirigió como un avión hacia su boca, haciéndola reír–. ¿Te gusta?

Ella cerró los ojos saboreándolo, su paladar estaba más que satisfecho. De repente, sintió que tenía mucho apetito.

–Me encanta, quiero más. –Observó una sonrisa juguetona en él, dándose cuenta del doble sentido de su frase.

–¿Así que quieres más? ¿No que no tenías apetito, pequeña mentirosa?

–No he mentido, hace unos segundos no quería comer nada y ahora deseo comerme todo ese plato. Y el otro, y también el otro...–Alessandro sonrió, y ella suspiró esperando–. Dame más, por favor.

–Bien, yo te voy a dar más. –Arqueó una ceja, mientras Aurore esperaba ansiosa. Le dio otra más y ella lo degustaba encantada, lamiéndose los restos de sus labios.

–Ahora tú, amor. –Tomó otro tenedor, dándole del platillo, Alessandro la miraba con intensidad mientras lo hacía.

Estuvieron alimentándose uno al otro mientras se divertían hasta terminar con la cena.

–Voy a llevar la bandeja. –Dijo Aurore con la intención de levantarse de la cama.

–No te molestes. –Depositó un casto beso sobre sus labios antes de salir de la habitación.

Bajó a la cocina para dejar la bandeja, a punto de subir las escaleras oyó la voz de una de las empleadas y sobrina de Olivia, Alexa. Debería de haberse retirado del trabajo, pues su jornada de trabajo ya había terminado.

–Señor, tiene una visita. –La mujer desvió la mirada ya que él no llevaba camisa, no se la puso suponiendo que no había nadie.

–¿Una visita? ¿Quién es a esta hora?

–Una señora, insiste en verlo. –No terminó de decir cuando vió a Eliza entrar por la puerta, se podía ver lo furiosa que estaba.

–¿Señora? ¡Estúpida, soy una señorita! –Le gritó a Alexa que se encontraba cabizbaja.

–Eliza, baja la maldita voz. –La mujer rápidamente lo vio y bajó la mirada.

–Lo siento, Alessandro. Pero oíste lo inútil...

La interrumpió suspirando, intentando controlarse.

–Pídele una disculpa. –Le dijo a la pelirroja mirándola con frialdad.

–¿Qué? –Preguntó desconcertada.

–Ahora. –Solicitó con voz demandante.

–¿Desde cuándo defiendes a la servidumbre? –Hizo la pregunta totalmente asombrada.

–Alexa no tiene por qué soportar tu estúpido e inmaduro comportamiento. Discúlpate con ella en este mismo momento.

Esta la miró con desdén.

–Perdón. –Dijo de forma seca.

–Alexa, te puedes retirar. No vuelvas a trabajar hasta tarde. Tu trabajo termina a la hora acordada, ¿de acuerdo?

–Sí, señor.

Se retiró de la estancia.

–¿Tienes algo con ella? –Preguntó la mujer de manera interrogatoria.

–¿No digas insensateces, quieres? ¿Tengo que tener algo con ella para defenderla? El mundo no gira en torno al sexo, Eliza.

Se podía visualizar el enojo que intentaba reprimir en su rostro con sus palabras.

–¿Y qué haces con esa mujer que tanto dices amar? ¿Jugar a las casitas?

–El amor consiste en una balanza, no sólo se entrega a mí. Entre los dos también hay compresión; dedicación, confianza, seguridad, franqueza. Pero sobre todo, congeniamos a la perfección, no hay momento en el que nos aburramos y precisamente no necesitamos estar en una cama todo el día para divertirnos. –Vio que apretaba los puños al oírlo.

–¿Está aquí?

–Estás loca si piensas que te permitiré verla. ¿No te dejé claro hace un mes que no quería volver a verte? ¿Por qué te humillas de esta forma, Eliza? Búscate a un hombre que realmente si te quiera, no pierdas el tiempo viniendo a mi casa.

–No puedo pensar en otra cosa que no seas tú, Alessandro. Te necesito como nunca antes lo había hecho.copy right hot novel pub

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