Modo oscuro
Idioma arrow_icon

Destino Inevitable

LXXX. Cena.

–¡Te diré todo! ¡Todo lo que quieras! ¡Pero no hagas esto, Alessandro! ¡No lo hagas!

Carina seguía de rodillas implorando y suplicando piedad entre la desesperación. Sus gritos se mezclaban con los salvajes ladridos procedentes de aquellas fieras hambrientas. Tomó sus dos brazos llevándolos a su espalda para mantenerla inmovilizada, sin que pueda intentar levantarse. Alessandro se inclinó hacia ella.

–¿Estás preparada para el espectáculo? –Susurró cerca de su oído.

–No me hagas ver esto, por favor... –Intentó agachar la cabeza pero él se lo impidió.

–¿Desde cuándo eres tan sofisticada? Tu y yo sabemos que has visto cosas mucho peores, esto no es nada comparado a todo lo que habrás presenciado.

Oyó sus lamentos a penas audibles, cayendo en la desesperanza total.

–Lamento que no haya palomitas ni nada para acompañar este momento, tampoco puedo decir que estaré preparado para la próxima vez, porque no habrá otra para ti, pero espero que disfrutes de mi regalo de despedida. Que quede en constancia el gran esmero que le he puesto por intentar encontrar un buen obsequio que pueda superar tu malicia y todo lo retorcido que has hecho. –Jaló de su cabello hacia atrás para obligarla a verlo–. ¿Pensabas que escaparías sin más? Cuan equivocada estabas, Carina. Quisiera decirte que provocas lástima en mí, pero para alguien como tú es imposible generar ese tipo de sentimientos en alguien. Aquí pagaremos todos, sin excepción, rendirás cuentas de la misma forma en la que lo hará tú cómplice. La pena es que él, a diferencia de ti, no podrá ver tu sentencia. Aunque ahora lo principal es entregarte mi regalo.

Dio la orden para que abrieran la puerta de la jaula introduciendo a Jake, la primera milésima de segundo no fue suficiente para ver como aquellas bestias empezaron a devorarlo sin piedad, demostrando el hambre voraz que cargaban, intentando calmarlo con la comida que les había sido concedida. Los alaridos de Jake eran cada vez más sonoros y sangrientos y la sangre se expulsó en todas direcciones manchándolos. Carina intentaba evitar mirarlo, pero le fue imposible hacerlo por el agarre que mantenía en su cabello forzándola a observar cada detalle, aún con la intención de querer no verlo, el sonido que producían su carne y sus tejidos al ser desgarrados ferozmente, junto al fuerte olor metálico que comenzaba a sobrecargar el aire, hasta el punto de sentirlo en el paladar, eran suficientemente impactantes para helarle la sangre a cualquiera. El cuerpo despedazado no terminó en desaparecer, siendo eliminado hasta el último trozo que restaba, sólo quedó un enorme charco de sangre, que se hacía más grande juntándose con la lluvia que caía.

–Por favor, por favor... –Murmuró completamente devastada sin poder continuar ni aguantar más esa situación.

Alessandro la tomó del brazo elevándola de sopetón.

–Espero esto te demuestre que no me ando con juegos. –La vio fijamente, y pudo ver el vivo terror en sus ojos–. ¿Vas a hablar o necesitas otro espectáculo?

–No... –Tragó saliva con dificultad–. Te voy a decir todo lo que desees.

–Bien, porque no creo tener la suficiente paciencia para perder más tiempo. –La soltó y esta se tambaleó a punto de perder el equilibrio. Se apartó un poco para señalarle el camino con la mano–. Empieza a caminar.

Llegaron al interior del almacén de nuevo, en el centro de la estancia sólo habían una mesa y dos sillas, el silencio absoluto envolvió el lugar, sólo se oía débilmente la lluvia, y parecía ser que los perros dejaron de ladrar, supongo que habían quedado satisfechos tras la cena. Carina se veía totalmente perturbada y trastornada, le señaló una silla y ella se sentó en total mutismo.

Alessandro tomó asiento frente a ella.

–Perfecto, empecemos con lo principal. ¿De dónde conoces...–Rectificó observando su desconcierto–. Bueno, ¿de dónde conocías a Jake?

Observó la expresión de absoluta derrota en su rostro, como si supiera que no existe escapatoria alguna.

–Lo conocí desde mucho antes de trabajar contigo.

–¿De dónde?

–El trabajaba con Aurelio.

–Sé concisa, y déjate de rodeos.

–Aurelio siempre te ha tenido vigilado, Alessandro. Jamás te perdió de vista, a pesar de estar lejos, mandó a Jake para controlar cada movimiento que ejecutabas, él le daba la información sobre dónde estabas en cada momento. Yo lo ayudé a entrar en tu terreno.

Entrecerró la mirada cayendo en cuenta de algo.

–No dejaste de confabularte con Aurelio en todos estos años, ¿no es así?

Asintió atemorizada sin verlo. Alessandro suspiró rascándose la barbilla.

–¿Desde cuándo estás con él? ¿Antes de que conociera a mi madre?

–No, fue después...

–¿Alessia es mi hermanastra?

Notó que dudó en hablar, pero terminó confirmándoselo.

–Sí, pero él siempre me amenazó con no contárselo a nadie e incluso me obligó a... –Se le dificultó el habla por las lágrimas que caían.copy right hot novel pub

Comentar / Informar problema del sitio