—Espero tener el honor de volver a tener un momento con usted —dijo Miguel mientras levantaba su copa—. Tengo que irme. Discúlpame.
Yadira sonrió:
—Adiós.
Miguel tomó un sorbo de vino y miró profundamente a Yadira. Luego se fue, sonriendo. Varios pasos después, se dio la vuelta y le guiñó un ojo a Yadira.
La gente de la edad de Miguel no solía guiñar el ojo. Pero cuando Miguel lo hacía, no parecía nada raro. Yadira curvó los labios en una sonrisa.
¡Qué joven!
Si se decía que Yadira le dedicaba a Miguel una sonrisa superficial, éste le devolvía una sonrisa verdaderamente feliz.
Fatima se quedó boquiabierta, como si se tratara de un rayo de la nada. Le susurró a Yadira:
—No te gusta ese hombre, ¿verdad? Es un vividor. Me doy cuenta enseguida.
—Lo sé
Yadira se volvió para mirar a Fatima con una sonrisa.
—Todo el mundo puede decir que es un dandi, pero algunas mujeres se lanzan a él, ¿no?.
—¿Hablas en serio? ¿Estás diciendo que te gusta?
Fatima abrió los ojos. No podía creer que Yadira se enamorara de un hombre así.
¡Miguel y Delfino eran como los extremos opuestos! No podía creer que a Yadira le gustara un hombre como Miguel.
—Debe ser muy agradable estar con él
Yadira sonaba bastante seria.
Fatima bebió el agua de la taza y dijo:
—Entonces debe ser desgarrador que te deje.
Yadira sonrió:
—Lo sé.
Cuando Fatima no sabía qué decir, alguien se acercó a saludar.
Yadira se dirigió a un lado y volvió a comprobar la tarjeta de visita de Miguel.
Unos segundos después, Yadira murmuró su nombre:
—Miguel Maroto.
Volvió a guardar la tarjeta en su bolso, se dirigió a una silla en un rincón y se sentó. Sacó su teléfono y buscó en Google un nombre llamado «Franco Maroto».
Franco era un famoso filántropo y el padre adoptivo de Mariano. Pero ella sabía por el informe que había fallecido hace un año.
Delfino le contó la noticia cuando estaba en el extranjero. Había leído el perfil de Franco y había visto una foto de él y de su hijo.
Había muchas cosas sobre Franco en Internet.copy right hot novel pub