Ximena era una mujer inteligente, y sabía que las palabras de Yadira eran razonables.
Aunque llevaba tanto tiempo con Delfino, éste nunca se había acostado con ella. Nadie más lo sabía, excepto ella misma.
Aunque ya tenía treinta años, se conservaba bien. Había mucha gente pretendiéndola. Ximena pensaba que era encantadora, pero Delfino nunca se había acostado con ella. Esto era una desgracia para ella.
Ella no le diría a nadie sobre esto, y mucho menos dejaría que alguien lo supiera.
La sugerencia de Yadira podría resolver el problema que Ximena tenía actualmente. Mientras se acostara con Delfino y tuviera un hijo con él, podría ser la señora Dominguez.
Aunque Ximena pensó tanto, no aceptó inmediatamente, diciendo:
—Si quisiera concebir un hijo de Delfino, lo hablaría con él. ¿Por qué debería sentirme amenazada por ti?
—Sé que me entiendes, así que no te hagas la tonta conmigo —al ver la expresión pensativa de Ximena, Yadira supo que ésta podía entender sus palabras.
—Si no cooperas conmigo, no podré obtener la custodia de Raquel. En el futuro, tendrás que vivir con Raquel. Y ahora, tienes la oportunidad de alejarla sin ningún esfuerzo. ¿No quieres aprovechar esta oportunidad?
Cuando Yadira terminó de hablar, se levantó lentamente y dijo:
—Piénsalo. Llámame cuando lo hayas pensado.
Yadira se dio la vuelta y caminó mientras contaba en silencio en su corazón:
—Uno, dos, tres...
—¡Espera! —la voz de Ximena sonó desde atrás.
Yadira se puso de espaldas a Ximena y no se giró. Se quedó allí en silencio y esperó a que Ximena hablara.
—Estoy dispuesta a ayudarte. Pensaré en la manera de quedarme embarazada del hijo de Delfino. Mientras esté embarazada, independientemente de si se gana el caso o no, ¡debes llevarte a tu hija!
Esto era algo que sería beneficioso para ella, así que por supuesto no dejaría pasar esta oportunidad.
Yadira dijo:
—Estaré esperando tus buenas noticias.
Yadira abrió la puerta y salió.
Ximena se apoyó en la cama y pensó en cómo podría conseguir que Delfino durmiera con ella, especialmente cuando sus piernas estaban lesionadas ahora.
Pero su oportunidad no tardó en llegar. A la tarde siguiente, Delfino vino a verla.
Ximena pidió a la enfermera que se fuera, y luego le dijo en voz baja:
—Delfino, últimamente me duele la espalda.copy right hot novel pub