Delfino regresó después de tirar la basura.
Raquel le llamaba papá.
Delfino se acercó y le acarició la cabeza:
—Enséñame el juguete.
Raquel la siguió y fue a buscar el juguete que había montado.
Cuando Raquel se fue, Delfino se dirigió a Yadira:
—Siempre hay periodistas fuera. ¿Cómo piensas tratar este asunto?
Su expresión era extremadamente solemne. No había ni un rastro de preocupación en ella, sólo la frialdad cruzaba su rostro.
Yadira escupió:
—Presenta una apelación.
Quería que Ximena fuera encarcelada, y quería que Ximena pagara el precio.
—¿Crees que puedes resolverlo tú mismo? —preguntó Delfino.
Yadira le miró sorprendida. Antes de que Yadira pudiera decir algo, Delfino continuó:
—Hay muchos periodistas esperando fuera. Definitivamente afectará a tu vida diaria. No me preocupo por ti, pero espero que Raquel se despreocupe.
La voz de Delfino no era fuerte, pero Yadira podía oírle claramente.
—¿Y qué? ¿Qué quieres decir con eso? ¿Quieres llevar a Raquel a tu casa? —Delfino estaba diciendo que este asunto afectaría a la vida de Raquel.
Por lo tanto, no era difícil adivinar que Delfino quería llevarse a Raquel a vivir con él para protegerla.
Si Delfino realmente pensaba así, era irreprochable. Y si lo decía sin rodeos, Yadira no podía encontrar ninguna excusa para negarse.
Sin embargo, estaba algo preocupada. Siempre pensó que si se llevaba a Raquel, nunca la devolvería.
—Estoy ocupado y no tengo tiempo para cuidar de Raquel. Pero puedo enviarlos al extranjero —afirmó Delfino.
Yadira se sintió más sorprendida al escuchar sus palabras. Delfino realmente quería enviarlos al extranjero.
—Todo esto es por el bien de Raquel.copy right hot novel pub