Yadira escuchó las palabras de Raquel y se detuvo un momento antes de guardar sus zapatos cambiados en el armario zapatero.
La niñera estaba limpiando la cocina, pero cuando oyó su conversación, supo que Yadira había vuelto. Volvió a poner los platos en la alacena y salió.
—¡Srta. Yadira, ha vuelto!
—Juana, gracias por tu duro trabajo de hoy.
La niñera se llamaba Juana Rodríguez. Cuando Yadira la miró, su expresión había vuelto a su calma habitual.
—Está bien. Raquel es una buena chica —a Juana le gustaba mucho Raquel.
Raquel, que había ido a buscar el cuadro, se acercó corriendo.
—¡Mamá, ven a ver! —Raquel corrió y puso el cuadro en la mano de Yadira.
Yadira cogió el cuadro y llevó a Raquel al sofá. Se sentaron en el sofá. Raquel señaló el cuadro y se lo mostró a Yadira:
—Éste es papá; ésta eres tú; y ésta soy yo...
Las pinturas de los niños eran muy abstractas. Sin embargo, Yadira se lo tomaba muy en serio.
Raquel le explicó desde un lado:
—Papá está trabajando, mamá está cocinando...
Yadira miró a Raquel con dulzura. Raquel no sabía lo que había pasado, ni que su padre había desaparecido.
Por la noche, después de que Raquel se durmiera, Yadira sostuvo el bolígrafo y se sentó en su escritorio.
La pintura de la pluma se había desprendido.copy right hot novel pub