Veinte minutos después, el Rolls-Royce negro se detuvo en la puerta de la comunidad.
Al ver el coche, Jerónimo se apresuró a acercarse:
—Sr. Édgar.
Édgar estaba envuelto en un aura fría en ese momento, como si fuera un demonio salido del mismísimo infierno. Preguntó con voz fría:
—¿Los has encontrado?
Jerónimo negó con la cabeza:
—Hemos revisado en toda la comunidad, cada sótano e incluso hemos buscado cuidadosamente en las zonas exteriores de la comunidad, pero seguimos sin encontrarlos.
Édgar se giró bruscamente y agarró a Jerónimo del cuello de la camisa, con voz gélida dijo:
—¿Está es la manera en que te he instruido para hacer las cosas?
Jerónimo bajó la cabeza:
—Le he fallado.
—¿Fallar? —Édgar respondió con ironía y lo apartó—. ¿Crees que con decir esto,ellos aparecerán?
Édgar cerró los ojos y continuó:
—¿Ha investigado la causa del incendio?
—Lo estamos investigando. Sin embargo, el fuego se extendió rápidamente, tal parece que no fue un accidente.
Édgar preguntó con voz fría:
—¿En verdad? ¡Guau! Me sorprende lo inteligente que eres. ¡Yo ni siquiera hubiera podido darme cuenta de eso! ¡Malldito descerebrado!
Luego, miró a Jerónimo fjamente:
—¿Recuerdas el aspecto de la mujer que te jaló antes?
—Más o mneos.
—¡¿Más o menos?!
Jerónimo dijo inmediatamente:
—¡Lo... lo recuerdo claramente!
Édgar dio una orden:
—¡Encuéntrenla cuanto antes!
—¡De... de acuerdo!
Jerónimo recibió la orden y se marchó apresuradamente.
A continuación, Édgar ordenó a su subordinado que esperaba a un lado y que se pusiera en contacto con el administrador del apartamento.
—Quero saber la causa del incendio lo antes posible. Además, ponte en contacto con la policía para obtener los vídeos de vigilancia de toda la zona, y si te encuentras con alguna persona sospechosa, detenla inmediatamente sin importar lo que diga.
—Sí, Sr. Édgar. Lo haré de inmediato.
—Espera. — Édgar entonces preguntó—. ¿Julieta también desapareció?
Su subordinado asintió con la cabeza:
—Sí.
—Llama a Alex y pídele que averigüe el paradero del novio de Julieta.
Tras la marcha de su subordinado, Édgar se quedó parado en el lugar. Mirando a la bulliciosa multitud no muy lejana, frunció sus labios y apretó lentamente los puños.
El gerente del apartamento se apresuró a acercarse después de un rato:
—Sr. Édgar, no sabía que usted también estaba aquí. Yo...
—Ve al grano.
El hombre se secó el sudor en la frente:
—Sr. Édgar, déjeme llevarlo al lugar donde se originó todo.
El fuego se había extinguido y todo el edificio seguía goteando agua. Todos los habitantes del apartamento se quejaban del incendio, con cara de preocupación y miedo.
Ellos subieron al piso donde se produjo el incendio. Entoncsm, el encargado les dijo:
—Sr.copy right hot novel pub