Después de que Alvaro le diera el teléfono a Doria, guardó su número en la libreta de direcciones de ella y luego marcó el número. Luego levantó el teléfono y le mostró la pantalla parpadeante.
Simplemente verifique la autenticidad de este número.
Doria cogió el teléfono y frunció los labios antes de decir:
—Lloraría si se despierta y descubre que no estoy cerca... Pero le gustan los juguetes pequeños, siempre que puedas engatusarlo pacientemente durante un rato y distraerlo... Por favor, no te enfades con él. Llorará aún más... Es muy lindo, mientras sienta que eres amigable con él, se acercará gradualmente a ti...
Mientras hablaba, Doria también dijo un montón de consejos. Alvaro escuchó con atención y abrió el memorándum para tomar notas.
Después de que Doria terminara de hablar, guardó su teléfono:
—Lo entiendo, hay un centro comercial cerca. Compraré lo necesario cuando salga el sol.
Doria asintió, se giró para mirar el edificio blanco que había detrás de ella y dudó en salir.
Alvaro miró el reloj:
—Tengo que entrar ya.
Después de hablar, miró al coche negro no muy lejos diciendo:
—Boris te está esperando en el coche. Por favor, adelante.
Doria lo detuvo y trató de decir algo. Pero su voz se ahogó un poco: —Por favor, hay que curarlo.
Alvaro dijo:
—No te preocupes, haré lo que pueda. Sólo tengo que ir, y nos vemos más tarde.
Después de ver a Alvaro entrar en el laboratorio, Doria retiró su mirada. Permaneció unos minutos con la cabeza gacha, luego se dirigió al coche negro y abrió la puerta.
El clima de la Ciudad Norte a primera hora de la mañana era un poco frío. Las farolas se balanceaban estrechamente y su reflejo en el río brillaba y parpadeaba.
Doria se apoyó en la ventanilla del coche, contemplando el paisaje exterior sin ningún tipo de concentración. Su pelo estaba de alguna manera desordenado por el viento.
Boris la miró de reojo, sus delgados dedos golpeaban ligeramente sus rodillas. No había ninguna conversación.
Al cabo de un rato, el coche se detuvo frente al puente.
En ese momento, ha amanecido y un rayo de sol se ha disparado silenciosamente a través de las nubes.
Doria finalmente se retractó de sus pensamientos, giró la cabeza y dijo: —¿Cuándo puedo recogerlo?
Boris dijo con ligereza:
—Cuando quieras, pero aun así, no recibirás ningún asistente médico de nuestra parte después de que te lo lleves. También puedes darle mi palabra a Édgar.
Doria volvió a mirar por la ventana, y ahora parecía que sólo si se descubría la verdad de hace veinte años se resolvería todo este lío.
Abrió la puerta del coche y salió de él.copy right hot novel pub